033: Cuando los puños sangran...

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A pesar de la sangrienta escena, las batallas no se van a detener; solo dieron un receso —de veinte minutos—, donde los mestizos que habían luchado fueron directo a la enfermería, y quienes seguían intactos practicaban, hablaban con sus equipos o se quedaban viendo la pizarra que Fukuzawa colgó en la maquina aleatoria. Estaban todas las luchas ahí anotadas, junto con los huecos para las siguientes (son muchas las que faltan, únicamente de la "primera fase"), y las uniones de cada ganador para la "segunda fase", como, por ejemplo, la lucha que debería de haber entre Kunikida y Nikolai, al ser ellos quienes ganaron el pase a aquella futura parte de las peleas.

Todo el trío dinámico fue directo a la enfermería. Paul había sido enviado allí y todos querían felicitarlo —los de Dionisio—, o exigir explicaciones —sus hermanos y Kunikida, principalmente—. Poe y yo, como la alianza no oficial que somos, solo seguíamos a todos ellos.

— ¡¿Pero qué mierda te pasa?! —cuando llegamos, el rubio estaba en el segundo piso, limpiándose los nudillos con sangre seca de Mark.

— Chuuya, así no vas a ayudar. —Pianoman le dio un golpe suave al enano en su cabeza— Paul, ¿qué sucede? —su tono era menos agresivo que el del pelinaranja, pero seguía siendo severo.

— Nada —bufó, vendando sus nudillos—. No sucede nada.

No quería hablar, eso era seguro. Así que los de Dionisio dieron caso omiso a las claras miradas de "váyanse de aquí" de parte del rubio y empezaron a felicitarle y decirle que hizo un buen trabajo, a pesar de dejar inconsciente al de Ares.

— Ni te hizo pelea —se reía Nikolai con esa extraña sonrisa que a veces tiene, como la de un payaso de una película de terror—, ¡y aún así lo hiciste papilla!

— ¿Paul? —se escuchó desde la escalera. La cara del llamado cambió enseguida, apareció, primero, una luz en sus ojos, que lo hacían brillar por completo. Sin embargo, al segundo que se dio cuenta quién es el portador de esa voz (ni siquiera tuvo que verlo para saber, por lo que me percaté), frunció el ceño y sus ojos quedaron opacos, nuevamente.

— Todos —enunció Ranpo, empezando a caminar— abajo. —como nadie se movía, bufó:— Ahora.

Como buenos seguidores que eran, bajaron casi inmediatamente, sin embargo, a Chuuya me lo tuve que llevar a rastras.

— Suéltame. —forcejeó un poco.

— Nop.

— ¡Dazai! —ya estábamos en el primer piso— ¿No ves que estaba él mal?

— ¿No ves que Arthur lo va a ayudar?

— Pero-

— Fue al único que le escuchó —le expliqué lo obvio—. Puede que esté enojado con él, pero se siguen queriendo.

— Eso lo sé —enunció, frunciendo el ceño—, solo... quería ayudar.

— Luego puedes hablar con él —le sonreí un poco, dejándole un mechón de su pelo detrás de su oreja.

(•••)

Las batallas se habían reanudado, y la que abrió estas fue una bastante interesante: Atsushi contra el mayor de los Akutagawa.

Suelen pelear mucho en clases, por lo que los he observado en algunas ocasiones y pude sacar mis propias conclusiones sobre ellos. El pelinegro tiene buena técnica, sin embargo, se desespera con facilidad, así que deja de lado aquellas maniobras y pasa a los cortes con pura fuerza bruta, haciéndolo perder, si su oponente no se acobarda (algo que sucede por aquí; los mestizos suelen pelear y dar la cara, a pesar de estar desangrándose).

Hijos de Divinidades || SoukokuWhere stories live. Discover now