035: El trío dinámico se queda con la corona

720 76 450
                                    

El cálido aliento de Chuuya en mi cuello me había despertado entre confundido y bastante relajado. Dormía pacíficamente, enredando tanto como podía sus piernas con las mías, y apretando mi cintura hasta dejarme azul.

Ya estoy acostumbrado a dormir con alguien tan baboso (por la baba que suelta y porque parece una babosa, pegándose a mi) en la noche, que desesperadamente necesita aferrarse a algo, para que no lo lleve la corriente de sus propios pensamientos, y, quizás, sueños.

Hablando de ellos, últimamente, ni él, ni yo hemos tenido. Solía despertarme en medio de la noche gritando por ver el pasado de algún fantasma que caminaba cerca de la cabaña, sus muertes o sus castigos. Chuuya, por otro lado, a veces despertaba golpeando cosas —yo, la mayoría de las veces— porque soñaba que algo lo agarraba de la pierna, para tirarlo por un pozo negro.

Eso, u otras cosas, que prefiere ocupar celulares por horas y que monstruos sepan dónde está, a hablar sobre aquellas. Tienen que ver con su madre, eso es seguro.

Sin embargo, no lo presiono. Si no desea hablar sobre ella, por algo será. Simplemente, me gustaría ser capaz de ayudarlo con aquel tema.

Toda la mañana hubiese transcurrido maravillosamente, si al enano no se le hubiera ocurrido despertar y ver la hora. Nos quedamos dormidos, las batallas habían empezado y Chuuya le tocaba quién sabe cuándo.

Pero, si sus hermanos no lo han ido a buscar, ¡significa que aún no es su turno! Como buen testarudo que es, no le importó y me tiró unas prendas en la cara, para luego meterse al baño y cambiarse más rápido que nunca. Cuando salió, recién estaba colocándome el pantalón.

Por si se lo preguntan, sí, me vio en bóxer. Y sí, fue incómodo.

Para mí, por lo menos, él rió y siguió de largo.

— ¡Llegaron justo! Paul los iba a matar, si no llegaban para cuando él termine —Pianoman nos recibió enseguida. Fuimos por las sombras, obviamente, así que el trayecto entre un lugar y el otro se recorrió muy rápido.

— Yo digo que está matando a alguien más —comenté, viendo como Paul, dentro del ring, destruía al pobre de Akutagawa.

— ¡Paul gana esta ronda! —gritos de alegría fueron lo primero que llegó a mis tímpanos, pero mis retinas vieron la cantidad de cortes que Paul tenía en las piernas. Especialmente al medio.

Así que sí siguió mi consejo, ¿eh?

— ¡Chuuya! ¿Dónde estabas?  —el mayor de Apolo se acercó inmediatamente a nosotros, bajando del ring de un salto.

— ¿Y el hola dónde quedó? —bufó el pelinaranja, pero sonrió luego— ¡Lo destruiste! ¡Ese es mi hermano!

— Que bueno que estás con energía, porque te toca a tí —habló Ranpo, apareciendo detrás de Paul.

— ¡¿Qué?! —el grito que soltamos Chuuya y yo al mismo tiempo fue bastante gracioso, sin embargo, los golpes que me dio no tanto.

— ¡Te dije que había que poner alarma! Te hubiese hecho caso de dormir más, ¡y no hubiésemos llegado!

— ¡Auch! —es lo único que pude formular hasta que subió al ring. Ahora mis brazos estaban todos adoloridos por sus puñetazos.

Hijos de Divinidades || SoukokuWhere stories live. Discover now