Capítulo 6: Si lloras o explotas, pierdes

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Estaba llegando algo temprano a la clase, más bien treinta minutos antes, aun así, sabía que no tenía más nada que hacer en su hogar y no tenía la cabeza bien puesta como para quedarse escuchando los comentarios de su familia. Últimamente solo tenían como única conversación el tema de los portadores, y como no quería escucharlos, prefirió salir un poco más temprano. Mientras caminaba, había pasado por un callejón que no recordaba su existencia.

Y pensaba pasarlo, hasta que escuchó unos cuantos quejidos de dolor. Había sido extraño, era algo abandonado y casi nadie pasaba por ahí, por ende, eso había sido algo peculiar para él. Así que, decidiendo ignorar todas las posibles advertencias mentales, decidió acercarse a ese lugar para disponerse a revisar qué mierda estaba pasando.

Hasta que se dio cuenta de que la persona que se encontraba lanzando quejidos de dolor era alguien que lo estaba golpeando, peor aún, conocía a esa persona.

No dudó en tomar un palo de madera con clavos y había lanzado un exclamo que había provocado que los atacantes se levantaran y salieran corriendo de ese lugar. Se había sentido algo aliviado, ya que esas personas no decidieron golpearlo a él también aunque ese alivio había durado unos pocos segundos, ya que la preocupación lo había hecho caminar hacia el muchacho para confirmar su estado.

Estaba lastimado de todas las maneras posibles, se tomaba del costado con dolor, lanzaba jadeos que simulaban el dolor ubicado en sus costillas, su respiración agitada, la sangre brotando de su boca y una que otra herida. Lo habían molido a golpes y no comprendía el por qué.

—Tengo que llevarte a una clínica. —dijo Michael de inmediato, sacando su teléfono.

—No llames. —dijo Aiden a duras penas. —solo... agh, solo llévame.

No lo pensó demasiado, así que logró levantarlo y apoyarlo sobre sus hombros para dirigirse hacia la clínica más cercana o más bien, la enfermería más cercana que quedaba cerca del complejo universitario.

Hasta este punto, ni siquiera había cuestionado el por qué de la poca presencia de su poder. Se supone que al tenerlo tan cerca, él debió, al menos, dejarle alguna herida de tercer grado.

La misma enfermera se encontraba revisando la gravedad de sus heridas, aunque esto lo había hecho sentir un poco más tenso ya que la mujer estaba sorprendida y hasta aterrada por alguna de las cosas que revisaba y encontraba.

—Tus heridas son muy fuertes... tendré que llamar a la ambulancia para que te lleven a una clínica. Haré unas cuantas llamadas, tú quédate a su lado.

Michael asintió y esperó a que la enfermera se alejara lo suficiente para poder hablar con Aiden, quien solo tenía la cabeza fijada en el suelo.

—¿Qué fue lo que pasó?— dijo, en esta ocasión, en un susurro.

—Nada.

—Por Dios, Aiden, no sales simplemente del bosque para entrarte a golpes con alguien.

—Puedo hacer algo así, no creas que soy tan idiota.

Michael frunció el ceño, no era momento para que él estuviera con esta actitud y eso lo había notado Aiden por suerte. Por ende, solo suspiró antes de incorporarse.

—Yo... había salido del bosque porque quería dar un paseo, solo quería saber cómo se veía el exterior después de tanto tiempo sin... salir... lo hice solo, y... bueno, al parecer ellos me estaban siguiendo, me acorralaron en ese callejón y luego... bueno, me golpearon hasta que me encontraste.

Ahora que se daba cuenta, Michael había logrado tocarlo y no había sentido ardor ni nada similar, ahora entendía por qué Aiden quiso zafarse unos pocos segundos antes de dejarse llevar. Posiblemente la gravedad de los golpes no le permitieron defenderse como quería.

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