Eliminación

44 13 0
                                    

9 de abril de 2023

Años. Fueron años en los que pusieron a prueba a Iriana y Matthew. Muchas veces perdían la conciencia y la recuperaban cuando estaban de vuelta en su celda. Se aferraban el uno al otro con todo lo que tenían. Cada noche, se tomaban de las manos y meditaban, recordaban. Todo lo que había pasado, todo lo que dejaron atrás. Que su espíritu era inquebrantable, aunque ambos sintieran el rastro de la mentira en sus lenguas.

Se estaban quedando sin tiempo. A cada paso que daban, cada cuchillo que se encontraba con sus pieles, enloquecían. Caían a un agujero oscuro del que no podían salir y del cual temían no escapar nunca.

La tarde del 9 de abril los citaron de nuevo a la sala de experimentos. No había cambiado nada desde la primera vez que habían estado allí. Los instrumentos afilados descansaban en una bandeja de plata, las camillas reclinables con correas ajustables estaban a la izquierda y los guardias de traje negro y auricular blanco se apoyaban uno junto al otro al costado de la puerta.

Los ubicaron en las camas, sujetaron sus muñecas y tobillos y agregaron una cincha en sus cabezas. Eso era nuevo, lo nuevo era malo.

Los doctores ingresaron, ya cubiertos con el uniforme celeste y blanco que pronto se mancharía con su sangre. Los recostaron y pusieron una luz blanca para alumbrar sus cuerpos. Se sintieron desnudos, a pesar de estar totalmente cubiertos.

Cinco doctores se apelotonaron alrededor de sus cabezas. Uno sostenía un bisturí, el otro una jeringa con un líquido transparente, que luego les fue administrado mediante una sonda. Los dos quedaron lánguidos e inútiles, pero estaban conscientes. Sus ojos veían, mas no sentían. Tal vez los doctores no lo sabían, o si lo hacían, era solo un acto más en la larga lista de crueldades cometidas en su contra.

―Inyectando anestesia ―dijo una doctora. Funcionaba en automático, como un robot, mientras añadía más líquido a la sonda.

―Iniciando proceso de eliminación de memoria ―pronunció el médico. Iriana intentó sacudirse, pero sus extremidades no le respondían. Matthew lo mismo. Quería pronunciar su nombre, decirle unas últimas palabras, pero solo pudieron mirarse con desesperación, amor y promesa.

Promesa de que los matarían a todos. Promesa de que jamás se olvidarían.

Y, cuando cerraron los ojos, esa certeza era un eco cada vez más lejano en sus mentes.

2. La olvidada ©Onde histórias criam vida. Descubra agora