Bomba de información

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15 de febrero de 2028

Iriana

Mis brazos estaban lánguidos, mi cuerpo aletargado. Los párpados me pesaban e intenté analizar mi entorno lo máximo que mis habilidades dormidas permitían. No había sonidos que me alertaran de un sitio específico, solo el latido constante de un corazón, supuse que Matthew. Me relajé un poco al encontrarlo conmigo, pero me tensé cuando sentí la superficie fría donde estaba sentada.

Abrí los ojos de golpe, preparada para enfrentarme a quien sea, pero estábamos solos en esa habitación. Se parecía bastante a la de las series, con la leve diferencia de que no estábamos esposados. Matthew yacía apoyado sobre la mesa metálica, un hilo de baba le corría por el borde de la boca. En otras circunstancias, habría bromeado sobre cómo su masculinidad había sido dañada. Fijé mi mirada en el vidrio polarizado que dividía la habitación. Estaba segura de que había gente del otro lado.

La puerta corrediza se abrió y temí quedarme sin cuello de lo rápido que giré. Tessa entró seguida por Rowan Blancher. Me pregunté si era habitual que los doctores presenciaran un interrogatorio, pero callé. No iba a decir nada hasta que Matthew se despertara y afrontáramos juntos la situación.

―Lamento haberlos sedado, no fue apropiado ni respetuoso, pero en el estado en el que estabas, no habrías atendido a razones ―dijo ella, uniendo sus manos delante de su cadera. Arqueé una ceja. ¿Mi estado? ¿Razones? ¿Ella podía sacarme a la fuerza de mi hogar, hacerme cualquier tipo de estudios, sedarme y eso le parecía razonable? Esa mujer tenía que poner sus prioridades en orden.

―Por lo menos ahora puedo ver tu verdadera cara ―musité con frialdad―. Qué rápido que cambió el tema de conversación. Café, promesas de comida y luego recibo una aguja en mi cuello.

―Estabas teniendo un ataque de pánico, Iriana ―me interrumpió, subiendo apenas un poco el tono de voz―. Aún no eres consciente de tu fuerza y del control de tu cuerpo, drogarte fue un mal necesario y he dicho que lo lamento.

―Ya, como si tu padre lamentara habernos hecho esto.

Mi comentario fue mordaz y lo lancé con toda la intención de herirla, pero ella no movió ni un músculo. Ni una emoción se filtró en sus facciones. A mi lado, Matthew comenzaba a recuperar la consciencia.

―¿Qué está pasando? ―preguntó secándose rápidamente la saliva de su barbilla. Cuando reconoció a la Comandante, se enderezó y apretó los puños hasta que sus nudillos se tornaron blancos.

El doctor miró a Tessa con impaciencia, esperando que soltara lo que fuera que se estuviera guardando. Él no iba a decirlo. No, no le correspondía, porque era algo que compartíamos Tessa, Matt y yo.

―Elton Blandenwell ha muerto ―comenzó y el nudo que comenzaba a formarse en mi garganta se apretó más―. Hace cinco años logramos capturarlo y asesinarlo. En el proceso, casi pierdo mi propia vida. De no ser por Rowan y por su excelente equipo médico yo no estaría aquí ―hizo una pequeña pausa para buscar unas carpetas, que no había visto que traía―. Antes de su muerte, encontré los archivos de su investigación vagando por la nube. Imaginen mi sorpresa cuando hallé uno con mi nombre, mis características, y una interiorización en cada aspecto de mi vida posible, remarcado con un "experimento exitoso". Pasó mucho desde entonces, pero, con ayuda del equipo de informática, Rowan logró recuperar muchos datos, entre ellos, los de ustedes.

Las carpetas emitieron un sonido con eco cuando cayeron sobre la mesa. En la solapa superior derecha estaba escrito mi nombre y mi apellido sobre una etiqueta blanca. Dentro, había una foto mía de cuando era pequeña. Me reconocí al instante, había estado pasando por una etapa definitiva de mi cáncer. Mi cabeza desprovista de cabello brillaba, mis ojos estaban apagados y mi boca poseía un tono morado. Adjunta a esa fotografía había una de un par de meses luego de la intervención de Blandenwell. El cráneo mostraba signos de crecimiento pelirrojo, pequeños avances, pequeñas victorias. Mi sonrisa había vuelto a ser tan grande y alegre como lo había sido antes y mis ojos ahora presentaban un brillo extraño. Casi podría decirse sobrenatural.

2. La olvidada ©Where stories live. Discover now