Enemigo a salvo

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8 de marzo de 2028

Los árboles pasaban como vorágines de color por su visión periférica y las puntas afiladas de las ramas perforaban su piel. No importaba mucho, a los minutos ya estaba como nuevo. Los pies ni siquiera le ardían de lo rápido que corría, no como antes.

Derrapó en el terreno árido, poniéndole fin a la carrera mañanera. Una vez recuperó el aire, presionó el árbol y un teclado electrónico iluminado con luces azules apareció. Tecleó la clave y el agujero en el suelo se abrió. Había estado en ese búnker cinco años antes, rescatando a una mujer, curiosamente con el mismo apellido que el sujeto que ahora lo ocupaba.

Esa familia iba a volverlo loco.

Giró la perilla, abrió la escotilla e ingresó en el túnel húmedo. Se sacó las botas antes de ingresar y anunció su llegada con un breve y seco saludo.

―Andrew, ya era hora ―espetó una voz molesta desde el sillón.

Elton Blandenwell se incorporó y lo fulminó con la mirada, en ese momento parecía un padre enojado porque su hijo había llegado tarde a casa. Sin embargo, lo que ese tipo definitivamente no era, era una figura paterna.

―Ya estamos aquí. ¿Dónde están los demás?

Del cubículo donde estaba el baño salió Celebron, o más conocido como la mano derecha del, ahora muy humano, Elton.

―Aguardando. Como siempre ―respondió este, dejándose caer en el sitio donde su jefe había estado antes. Se lo veía rudo como siempre, dispuesto a arrancar cabezas con sus propios brazos de ser necesario. Dada la condición actual del hombre, no dudaría en acatar tantas órdenes relacionadas con su protección como le fuera posible.

Cuando Kara accionó la cura en su contra, cinco años atrás en esa celda en la Torre de Control, no estuvo tan seguro de que funcionaría. Tessa había sido sometida a un calvario para poder devolverle una pizca de lo que él le había hecho. A Andrew le fue confiada la tarea de acabar con él y ponerle fin de una vez por todas, pero no lo hizo.

Evidentemente.

Era un traidor, un peón más que no tenía ni voz ni voto en nada de esos asuntos. Probablemente era la cosa menos egoísta que había hecho en toda su vida, pero nadie lo creería si lo dijera.

Había salvado a Kara, la mujer a la que tanto daño le había causado. Él había sabido que, con la influencia que tenía Blandenwell, solo habría hecho falta mover una cuerda y ella habría muerto. Con esa única condición, lo había ayudado a salir de allí. De alguna manera, C pudo pasar las protecciones dispuestas para que los H.A.V. no llegaran hasta Elton, junto con otro compañero, y les dijeron que se hicieran los muertos para poder cargarlos y salir de allí. Las cámaras deberían haber captado todo y habrían llegado a la conclusión de que estaba muerto.

Cinco años más tarde seguían complotando contra ellos y todavía no entendía hacia dónde se dirigían los pensamientos de Blandenwell.

Algo le decía que lo averiguaría pronto.

            Algo le decía que lo averiguaría pronto

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2. La olvidada ©Where stories live. Discover now