Pocas pistas

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30 de abril de 2028

Alex

Me ajusté las botas de combate y me coloqué la camiseta verde. Tessa seguía durmiendo, su hermosa espalda desnuda a la vista y sus caderas cubiertas por las sábanas. Había estado despierta después de nuestra sesión de sexo, trabajando. Había intentado convencerla de que fuese a dormir, pero negó y continuó en lo suyo, así que me había abrazado a ella y me había dormido en sus brazos mientras leía.

Como no quería despertarla, le dejé la cafetera preparada, una nota en la mesa y su taza favorita junto con un cuenco de galletas de chocolate. A veces se salteaba el desayuno, era muy despistada. Con un último vistazo, me fui.

Me dirigía hacia la Torre de Control. Ahora había una en el centro de la base, lo cual facilitaba las telecomunicaciones y las expediciones que requirieran apoyo de electrónica. Tenía su propia fuente de energía que estaba prevista por si había un ataque, de esa manera nadie podría acceder a los archivos o a la data que había almacenada.

Si Tessa descubría el verdadero motivo por el cual estaba allí, me cortaría los huevos, por decirlo de una manera suave.

Presioné el botón del ascensor y aguardé pacientemente a que llegara mientras miraba las paredes lisas y sin adornos. Casi ningún edificio estaba equipado con pinturas o cosas de valor, a nadie le importaba eso. En mi oficina tenía fotos con mis amigos y mi novia, pero eran para mi uso y disfrute personal.

Cuando por fin me encontré arriba, saludé a los ojos y oídos de la base y caminé hasta el asiento de mi confidente. Pude ver cómo sus hombros se tensaban al notarme cerca y se daba vuelta lentamente para captar mi mirada.

―Buenos días, señor ―dijo en voz baja. Su compañero de mesa revoleó los ojos al notar su nerviosismo, como si hablar conmigo fuera cosa de todos los días. No le presté demasiada atención y me incliné sobre el escritorio para taparle la visión al intruso.

―Thomas, ¿tienes lo que te pedí? ―fui directo al grano. El chico tronó los dedos y tecleó sin parar cosas que no entendía. Pocos minutos después, tenía frente a mí la grabación del gimnasio donde Iriana y Matthew hacían sus entrenamientos privados.

Tessa y Kara se encargaban personalmente de preparar los escenarios. Tenía que ser sincero conmigo mismo, esos chicos eran rápidos, más allá de su naturaleza alterada. Se notaba que habían sido entrenados en el arte de matar, habían sobrevivido de alguna manera, dejando de lado los años que habían olvidado y que alguien, desconocido y presuntamente peligroso, les había arrebatado. En el video, se deslizaban con agilidad entre los obstáculos, derribándolos, saltándolos, o cubriéndose de balas de goma que buscaban impactar en sus cuerpos, para luego correr y acabar con los muñecos de plástico que estaban clavados sobre una base de madera al final del recorrido.

La simulación se acabó y Thomas abrió otra pestaña con un nuevo video.

―Este es bueno.

Lo miré con seriedad y enmudeció.

En esta cámara, Matthew apuñalaba bestialmente un maniquí, mientras Iriana descargaba su ira contra una madera, que ya estaba astillada por sus cuchilladas violentas.

―¿Qué fecha tiene esto? ―pregunté.

―Hace una semana, señor.

Tomé nota mentalmente de investigar con los controladores del edificio sobre los daños ocurridos, el comportamiento que habían tenido después o si habían intentado atacar a alguien. No aparecía ninguna de las chicas en el área, pero si hacía las cuentas debía haber sido Tessa. También tendría que hablar con ella, de una forma discreta para que no supiera de mis actividades extracurriculares de espía, y preguntarle si solían tener este tipo de arrebatos a su alrededor.

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⏰ Last updated: Apr 16, 2023 ⏰

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2. La olvidada ©Where stories live. Discover now