VICEVERSA [ Pedri • Gavi ]

28. El rompecabezas incompleto

Demasiada gente, demasiados ojos, todos siguiéndolo cada que daba un paso entre esa marea de cuerpos chocando contra el suyo. Alguna vez escuchó sobre la asfixia compresiva, cuando en medio de una multitud están tan pegados unos de otros que físicamente los propios pulmones no pueden expandirse. No hay espacio, no hay aire y solo queda sofocarse hasta la muerte.

"El que va morir eres tú."

Esa es la voz de Gavi, su voz hablándole a alguien más ¿o se está hablando a sí mismo? No importa, porque tiene razón. Parece que se va morir, lo siente en el pecho, sus pulmones no reciben el suficiente oxígeno. Debe ser eso, esa opresión en sus costillas debe ser por la multitud en esa pista de baile llena.

"Volviste a salirte con la tuya, cómo ya sabes hacer, cómo te enseñe cuatro años atrás.
Dando puñaladas por la espalda."

¿Quien está hablando ahora? ¿Quién tiene esa voz tan horrible? No es el chico a su lado quejándose por haberse deslizarse entre él y su pareja cuando se estaban comiendo. Tampoco es la chica que le está ofreciendo un shot de procedencia dudosa pero que aún así bebió, porque siente que la garganta se le cierra, que no pasa aire por ella y tal vez un poco de alcohol sabor a gasolina se la abra.

"Hiciste lo correcto. Te protegiste a ti mismo, viste por ti, por tus necesidades. Así es siempre en el fútbol, aquí no tienes amigos, solo 'compañeros' que compiten uno contra otro por un puesto en el once inicial. Pero esto ya lo sabes."

Alguien ya cambie esa canción, quítenla, cállenla que va hacer sangrar sus oídos con tanto chirrido y grito. Esta haciendo que le zumbe la cabeza igual que una abeja encerrada golpeándose contra las paredes de su cráneo, desesperada por enloquecerlo.

"Porque el día que te descuides, que te distraigas con sentimentalismos o que te rompas, alguien más llegara a tomar tu lugar."

Necesita salir de aquí. Entre las personas hay alguien persiguiéndolo, hablándole al oído y recitando las líneas bien estudiadas de una obra de teatro barata ¿quién se memorizó ese calvario? ¿Quien se atrevió a escucharlos solo para perseguirlo y atormentarlo?

"¿No te has preguntado cómo obtuviste el tuyo en el primer equipo?"

Ya no quiere escuchar, prefiere mil veces perderse en el alcohol que en esas tortuosas palabras. En esas preguntas y más preguntas que no quiere responder. La única duda que le importa en ese momento es donde están, donde están ese par de pupilas iguales al ojo de un huracán, la calma dentro de su tormenta, dónde está.

"¿Sabes quién se lesionó, quién se rompió y a quién le pasaste por encima para ocupar su puesto?"

—¡Gavi!—Una tercera voz, su hermosa voz, la de la razón, la única que importa y que acalla todo lo demás. Ahí está, como siempre fue él quien lo encontró, no al revés. Con esa mano sosteniendo la suya con seguridad guiándolo entre el laberinto y sacándolo de entre el mar de gente. En medio de todo solo necesita su mano, no alejarse de ella ni un segundo aún que la multitud los quiera separar, aun que el vaivén de esa marea los empuje contracorriente. Por fin puede respirar.

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Las mañanas en la capital española son ruidosas desde que sale el sol. Por más que el hotel se esfuerce por decorar el restaurante con naturaleza la vida de la ciudad se filtra entre los ruidos de cubiertos, pequeñas conversaciones y sillas acomodándose. Un desayuno inusualmente tranquilo con la mesa de los más jóvenes en modo silencio. En frente de cada plato sueros y miradas desubicadas.