o el mar

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PARTE IV

21 de mayo del 2022
Barcelona, 7:00 am

Ese sábado por la mañana dos alarmas sonaban al unísono en diferentes puntos de la ciudad. Una interrumpía la música en los audífonos de un canario que se levantó desde temprano para salir a correr al parque cerca de su casa. Ya llevaba más de media hora recorriendo los senderos de aquel lugar que parecía más un bosque profundo cada que alzaba la vista para ver vestigios del amanecer entre el follaje de los frondosos árboles. Se despertó desde las cinco de la mañana pero entre dar vueltas en la cama y esperar a que sonara la alarma prefirió salir antes de empezar su rutina de siempre en el penúltimo día de la temporada.

Quería respirar aire fresco y aprovechar que los fisioterapeutas ya le dieron permiso para correr. Mejor hacerlo en la naturaleza que encerrado en el gimnasio que tiene en casa. Además de que a estas horas su hermano se está levantando para hacer el desayuno y hacer ejercicio mientras huele la comida le hace cambiar sus prioridades. En cuanto volvió a casa y puso un pie en la entrada el olor le inundaba haciendo gruñir su estómago. En la cocina ya le esperaba un omelet y fruta sobre la barra.

—A la ducha.—Su hermano le recordaba quitando el plato de fruta antes de que cogiera un pedazo de melón. Pedri solo le hizo un puchero resignado al encaminarse al baño. Bajo la regadera dejó que sus músculos se destensaran estirando su cuello de un lado a otro sintiendo el agua tibia tan reconfortante por las mañanas. Las paredes y el espejo estaban empañados cuando salió de la tina y se secó pasando la toalla con delicadeza sobre los rasguños de su pierna que ya estaban cicatrizando y solo lucían peor de lo que realmente eran por la palidez de su piel. En definitiva tiene que asegurarse de agarrar algo de color este verano.

Una vez que se afeito su insípida barba y cambio su ropa se dirigió al comedor para por fin desayunar con el ruido de fondo de la televisión en la sala con las noticias. Su hermano no tardó en hacerle compañía y los dos se perdían en su plática matutina de siempre como cualquier otro tranquilo inicio de día.

En otro lado de la ciudad la segunda alarma seguía haciendo ruido más de media hora después de haber empezado a hacer eco en esa habitación de La Masia. El dueño del móvil solo estiraba de vez en cuando la mano buscando a tientas sobre la mesa de noche estando el teléfono tirado en el suelo.

—¡Eh, Martín!—Se escucharon varios golpes contra la puerta con el cerrojo puesto.—¡Calla esa mierda!

—¡Buenos días, solecitos!—Como le encanta molestar a sus compañeros, hasta parece que se olvida a propósito de quitar las alarmas los fines de semana. Pero bueno, que no se quejen mucho que será de las últimas veces antes de dejar los dormitorios. Se estiró como gato tirando de una patada su laptop a sus pies antes de sentarse en la cama aún tendida con un libro abierto, bolígrafos, una calculadora y un lápiz pegado a su mejilla que terminó por caer cuando se rascó.

Estaba algo desubicado viendo que llevaba el uniforme del entreno mientras hacía memoria de lo que hizo ayer por la noche. Era alguna tarea, un proyecto o examen de matemáticas, estos días ya ni sabe lo que está haciendo en la escuela con tanto que le adelantan y atrasan todas las entregas para acomodarlas a su calendario profesional, pero lo importante es que se va a graduar ¿cómo lo logró? Ni él sabe, pero adiós escuela.

Y no es el único adiós que dará este verano cuando deje esas paredes que han sido su casa los últimos siete años. Aun siente cómo si fuera ayer cuando llegó a La Masia, cuando era el niño tímido y huraño que asustaba a todos los de su categoría solo porque no sabía cómo interactuar con ellos. Pero de eso ha pasado mucho.

VICEVERSA [ Pedri • Gavi ] Where stories live. Discover now