15. El fin de la misión

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24 de diciembre 2022, al otro día

Era, quizás, el dolor de cabeza más fuerte que había sentido en los últimos años, pero no era bobo como para no entender que esto era una consecuencia de todo lo que había bebido anoche ¿Cuántos litros de cerveza había tomado? ¿Cuánto de eso había mezclado? La necesidad de aplacar la angustia con un poco de alcohol lo empujó a traspasar los límites, llegar borracho en un taxi de vuelta a casa y acostarse al lado del hombre que amaba.

Mark. ¿Mark?

El solo recordar su nombre hizo que sus ojos se abrieran de golpe, pero, a pesar de que el dolor de cabeza aumentó con la luz que se filtraban en ellos, su absoluta atención se quedó en el sonido que provenía del baño, un sonido apenas imperceptible como si alguien estuviese cubriendo una boca o algo por el estilo.

John se sentó al borde de la cama mientras su rostro iba en sentido al baño. Sí, allí, allí podía sentirlo y no debía ser un genio para entender que era Mark quien se estaba quejando de algo... o alguien.

Inmediatamente se paró y caminó tan rápido como pudo para abrir la puerta, encontrándose con la imagen del muchacho abrazando el inodoro mientras vomitaba lo que fuera que le quedase en el estómago. No pudo decirle mucho porque su estómago volvió a contraerse.

—Ohhh cariño, solo sigue, estoy aquí contigo.

Las palabras de Johnny fueron dichas con un nudo en su garganta. Anoche había salido y bebido dejando a Mark solo en casa con sus propios problemas ¿Acaso sus palabras no eran vacías?

Cuando quiso tocar su rostro, el menor desvió la barbilla, se paró tembloroso de pies a cabeza y solo se limitó a lavar su rostro con mucha agua fría. Pero no eran solo los vómitos lo que lo tenían débil, al parecer el problema se situaba en su abdomen porque lo abrazaba cada cierto momento.

—Ven un momento, Mark, por favor.

El aludido solo cerró los ojos y se dejó sostener por esos brazos hasta que fue situado nuevamente en la cama, una que había abandonado en la madrugada. La textura de las sábanas no lo hicieron sentir mejor a pesar de que estas estaban cálidas, suaves y olían mucho al delicioso perfume natural del humano.

—Mantén los ojos cerrados, así... respirando profundamente y con calma —susurraba acariciando su cabello oscuro— mi... pequeño.

Mark no pudo evitar retorcerse con el dolor que provenía de su vientre, quizás el dolor más fuerte que había sentido en el último tiempo, algo que se expandía hacia sus muslos y el tórax, desgarrando las fibras de su carne, algo desesperante.

—Ahhh... mierda —gimoteó, las lágrimas explotaron en sus ojos y en sus mejillas— basta... basta ya.

—Vamos a ir a un hospital ahora mismo, yo...

—¡No! —la voz desesperada de Mark salió de lo más profundo de su pecho— no... no podemos yo solo... por favor.

John lo observó sin entender ¿Por qué debía darle la opción de elegir cuando era evidente que el sudor y las lágrimas del muchacho eran producto de algo que dañaba su cuerpo? ¿Sería apendicitis? ¿Había sido intoxicado?

Todo pensamiento se esfumó como por arte de magia cuando a duras penas Mark sostuvo su mano y la dirigió a la parte baja del abdomen, aquella entre los escasos bellos de la zona genital y el ombligo. Motivado por el instinto o el amor que le tenía a ese muchacho, John sintió que debía acariciar lentamente toda la superficie de su piel, en círculos o en olas, cualquier muestra de afecto.

Fue como si le dieras agua a un sediento o cura a un leproso, el muchacho gimió despacito, descansando el cuerpo contra el suyo, buscando mayor contacto. No era un gemido de excitación, era... era la demostración de alivio.

"Hijo de las estrellas" [Johnmark-NCT]Where stories live. Discover now