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Se cuenta que hay nueve Caídos, antiguos portadores de la luz que ahora obedecen al Portador del Olvido. Los Caídos tienen muchos nombres, y su aparición en el mundo siempre ha traído la desgracia. Su historia y sus actos se cruzan con la de los Hacedores de Sangre de forma misteriosa. ¿Qué papel juegan los Caídos en este complejo tejido de acontecimientos? ¿Y cómo se vinculan con los destinos de los elegidos por la sangre?

De las notas de Xeli.


Lord Haex Stawer, el gran señor de Sprigont, citó a una asamblea que exigía la presencia de Cather. Las razones detrás de tal requerimiento se ocultaban en las penumbras del enigma. La caballera sabía que no era la única figura insigne destinada para acudir al llamado del señor.

Con paso firme y decidido, se dirigió a la sala del consejo, flanqueada por sus leales escuderos. Habían pasado casi dos semanas desde que conoció a Xeli, con quien había ideado varias estrategias para avanzar en la investigación. Era hora de escapar del laberinto de conjeturas.

Sus informantes seguían trabajando, pero ahora enfocados en el sector sur y la catedral del dianismo. Estos espías se disfrazaban de diferentes personajes para pasar inadvertidos y recoger rumores y secretos de la ciudad. Un día eran mendigos, al siguiente comerciantes, luego sirvientes o prostitutas. Se comunicaban mediante señales secretas, mensajes cifrados y contactos de confianza. Se reunían periódicamente con Cather para informar, recibir instrucciones, cobrar y compartir hallazgos.

El rumor más frecuente era sobre un posible entrenamiento de los heroístas, una señal de rebelión o defensa. Cather debía poner fin a esto cuanto antes.

Gracias a la información de Xeli, y a su posterior validación, tenían una pista a seguir. Y si sus sospechas eran ciertas, la respuesta estaría en las sombras de la Catedral de Diane. Pero infiltrar un espía en el círculo íntimo de Ziloh resultaba imposible.

Pronto se mostró la entrada a la estancia del consejo. Sus escuderos abrieron paso a la portentosa puerta labrada con relieves que honraban a la Deidad Inmortal. La cámara interna estaba alumbrada por la gracia de la luz diurna que se colaba por los vitrales. Tapices y estatuas engalanaban las paredes, mientras el blasón de los Stawer flameaba desde una de las vigas: un colmillo de dragón sobre un campo de flores.

En el centro de la augusta sala yacía una imponente mesa redonda con sus sillas revestidas en carmesí y orladas en plata. En el asiento final, orientado hacia la entrada, se erguía Lord Stawer, cuya mirada inexorable y gélida escrutaba el recinto.

La caballera había llegado con tiempo de antelación. Sus ojos recorrieron a los presentes en una rápida valoración: lord Haex, el gran señor; lord Rilox, el heredero; Lady Janne Malwer, la prometida de Rilox y la maestra comerciante; Gulax, un tesorero rollizo y canoso; el alto mariscal, valedor de la justicia en la urbe, junto a su contraparte, el capitán; lord Hacedor de Sangre, protector de la aristocracia; la propia Cather, designada portavoz del Gran Consejo; y los sacerdotes de Diane, Ziloh y Jukal, legados de la Deidad Inmortal.

No sorprendió constatar la ausencia de los heroístas en la sala. Aunque su citación había llegado a última hora, lady Cather, gracias a las confidencias de lord Walex, había sido prevenida de la asamblea. Ocultó su pesar, contentándose con el silencio tras el apoyo visual de Voluth.

La mirada de Ziloh, el sacerdote, barrió a los presentes, una sonrisa acogedora curvando sus labios. Cather no apartó sus ojos de él, aunque sus pensamientos danzaban con la conversación reciente con Xeli. Aquel hombre bien podía ser un Silenciador de la Memoria, astuto en extremo para esparcir cientos de señuelos que incriminaran a los heroístas. Pero hasta que no reuniera pruebas contundentes que lo vincularan con el crimen, sus manos estaban atadas.

El Lamento de los Héroes.Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin