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A veces me pregunto, ¿cómo fue que llegamos a esto? Habíamos conseguido lo imposible

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A veces me pregunto, ¿cómo fue que llegamos a esto? Habíamos conseguido lo imposible. Habíamos conseguido que todas las naciones se unificaran en una sola. Todo Edjhra se había aliado en contra de los demonios.

Y ahora, esa alianza parece decaer. A punto de derrumbarse.

De Sangre y Ceniza: prólogo.


Xeli soñaba que se encontraba en la guerra más cruenta del mundo. Sabía que la resistencia era esencial mientras el Héroe y la diosa Diane se enfrentaban al Portador del Olvido en el umbral entre los reinos.

En el campo de batalla, los soldados parecían hormigas huyendo del fuego, seres efímeros luchando con desesperación contra demonios de poder insondable. Estos emergían de las grietas del suelo como monstruosidades informes y viscosas. Entre ellos, destacaban los nobles Caballeros Dragón con sus armaduras níveas y entramados que palpitaban como venas de sangre. Empuñaban espadas sanguinarias y escudos relucientes, liderando el asalto contra las hordas infernales.

La batalla se tornaba frenética y caótica. Los soldados caían a raudales, devorados y aplastados por los demonios. Los Caballeros Dragón se enfrentaban al borde del colapso. Xeli, en medio de la contienda, se sentía impotente como una simple soldado, incapaz de detener a los demonios o defenderse adecuadamente. Los hombres a su alrededor, aterrados, le suplicaban protección. Sus esfuerzos resultaban vanos mientras sus amigos caían ante sus ojos.

Con solo diecisiete años, ¿qué se podía esperar de ella en tal infierno?

Cuando un camarada cayó víctima de un demonio, Xeli tuvo que huir. A lo lejos, las explosiones de sangre del combate creaban una danza macabra. Los Caballeros Dragón desenvainaban sus espadas con una gracia y agilidad asombrosas, portando el poder de la sangre y haciendo que el mundo vibrara a su alrededor.

Entonces, un silencio envolvió el campo de batalla. Una luz cegadora estalló y Xeli se cubrió los ojos. Alcanzó a ver una silueta vestida de negro llevando a alguien en sus brazos. Los demonios huyeron despavoridos ante esta aparición, desvaneciéndose del reino. El Héroe había llegado y la gente aclamaba con júbilo.

«¡El Portador del Olvido fue sellado junto al paso entre reinos!», comprendió Xeli emocionada.

Habían aislado los tres reinos, protegiendo a Edjhra de las amenazas externas. Pero la alegría se esfumó al ver a la Deidad Inmortal, Diane, la diosa dragón, muerta en los brazos del Héroe. Un profundo pesar abrumó a los soldados y Caballeros Dragón, que lloraban en silencio. Xeli se tapó los ojos, horrorizada por la trágica escena. Diane tenía un corte en el pecho, una herida que solo podía haber sido infligida por una espada en todo Edjhra: la del Héroe.

Los murmullos y los insultos golpearon a Xeli, resonando como afiladas púas de acero. Intentaba hablar, pero su voz se perdía entre gritos y sollozos. Cuanto más luchaba por hacerse oír, más se hundía en la marea de dolor que la rodeaba.

El Lamento de los Héroes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora