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Los Hacedores de Sangre son como estrellas fugaces en la historia, que aparecen y desaparecen. Pero en sus huellas se perciben las sombras del Portador del Olvido y el Destructor, y los Caídos que les sirven. Sigo estas pistas intermitentes para entender el propósito y el legado de los Hacedores, y la influencia de estas fuerzas oscuras en su destino. Las huellas dibujan un mapa confuso de alianzas y conflictos, donde los Caídos del Portador del Olvido se mezclan con las leyendas de los Hacedores de Sangre.

De las notas de Xeli.


Azel recorría las estrechas sendas del norte de Nehit, convencido de que esa misma noche se enfrentaría a Ziloh.

Cada paso lo llevaba hacia lo desconocido mientras observaba los remolinos que giraban en el cielo, formando un diseño inescrutable, símbolo de una decadencia que devoraba el firmamento. Dentro de sí, experimentó un latido doble y acompasado, un eco reconfortante y una aprobación hasta entonces desconocida.

Su viaje fue largo hasta que finalmente se unió a los heroístas. Comprender el afecto inocente, la solidaridad recíproca y la benignidad tardó en arraigar en su corazón. La amistad, un concepto antes distante, encontró su lugar en su percepción. Se preguntaba por qué había tardado tanto en comprenderlo. Durante años, había visto a los heroístas con desdén, considerándolos hipócritas y cruentos, ocultos tras el velo de la miseria. Su verdadera naturaleza se reveló solo al interactuar con ellos.

Azel notó cómo una sensación que había resonado en lo profundo de su pecho se esfumaba, como un eco que se desvanece en la distancia.

Fue en ese momento cuando lo comprendió. La ciudad del norte yacía sumida en la tranquilidad de la noche, desierta y silenciosa. Las Lascas de la Devastación, que debían haberle atormentado la mente con susurros y fantasías distorsionadas, estaban extrañamente calmadas. Las voces que solían atormentarlo ahora estaban lejos. Solo percibía la interacción sutil entre las Lascas y la ciudad, observando cómo las sombras crecían y se movían en ángulos imposibles, pero evitándolo, como si presintieran su poder.

Con un propósito claro, Azel avanzaba con paso firme hacia la gran catedral de Diane en el sector sur. Su destino era un encuentro decisivo con Ziloh, un hombre cuyos pensamientos lo habían atormentado. Estaba decidido a obtener respuestas, convencido de que nadie en la catedral podía desafiarlo.

Azel ansiaba un diálogo sincero con Ziloh. No soportaba más sus respuestas ambiguas y vacilantes. Estaba seguro de que el sacerdote le confesaría lo que quería saber. Pero Ziloh solo buscaba ganar tiempo hasta que llegaran Lord Hacedor de Sangre o la Caballera Dragón.

Azel había anticipado esto y tenía un plan. Llevaría a Cather y a los demás a las mazmorras de la catedral, mostrándoles y haciéndoles sentir lo que él había vivido. Entregaría el libro de notas de Zelif, un acto arriesgado y temerario. Aunque el encuentro con el nevrastar lo llenaba de aprensión, era la única forma de sembrar dudas en Cather sobre el dianismo y proteger a los heroístas en la inminente guerra, incluso si eso significaba sacrificar su vida.

Avanzó con precaución, aprendiendo de errores pasados que lo habían llevado al caos. La noche era joven y no tenía prisa. Actuar precipitadamente en el pasado le había costado caro.

«¿Estás seguro?», susurró Daxshi en su hombro.

—Seguro de cojo... Segurísimo—respondió Azel—. ¿No escuchaste a Kuxa? No podemos involucrarnos en una guerra que no es nuestra. Debemos pensar en otra movida...

Aunque compartía la incertidumbre de Daxshi, Azel no renunciaría a su objetivo. El Hacedor de Sangre sabía que muchos lo esperaban en las sombras y sentía el peso de la responsabilidad. Cather, Lord Hacedor de Sangre y lady Xeli necesitaban su información. Todo el sector norte confiaba en él, aunque él mismo no se considerara un héroe ni un guerrero honorable. Era un asesino torpe y un esclavo que, contra todo pronóstico, se había convertido en el protector de una ciudad.

El Lamento de los Héroes.Where stories live. Discover now