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La historia y el mito se enredan en el vínculo entre el Portador del Olvido, el Destructor y los Hacedores de Sangre. Los Caídos, los antiguos luminosos que ahora le sirven, aumentan el misterio. No sé si podré hallar la verdad oculta en el pasado, mientras estos tres bailan una danza milenaria.

De las notas de Xeli.



La noche cubría el escenario con su manto oscuro. Cather, desde un palco reservado en lo alto de la catedral de Diane, observaba todo desde arriba, en un raro acto de normalidad. Asistió a la liturgia cotidiana junto a los fieles, quienes ya habían abandonado el recinto. Ziloh, aún cerca del púlpito, descansaba con una calma inusual, su altivez habitual y las provocaciones que solía esparcir, desvanecidas.

Las palabras de lord Walex aún resonaban en su mente, atormentándola junto con el peso del colgante en su cinturón: «Los únicos que se aventuran en las noches son los locos, los que reciben órdenes y los Hacedores de Sangre». Sus leales escuderos, Kazey y Voluth, custodiaban el palco desde las cercanías. Cather había pedido personalmente a Voluth que los acompañara a la catedral, a pesar de saber que el joven no se sentiría cómodo en un lugar tan cargado de parcialidad. En ese momento, más que nunca, necesitaba la cercanía de un heroísta.

En un instante fugaz, Cather miró a sus fieles compañeros. Aunque confiaba ciegamente en ellos, todavía no les había contado su experiencia con Xeli. Necesitaba aclarar sus propios pensamientos antes de involucrarlos. Por ahora, se limitó a solicitar a Walex algunos hombres entrenados para la vigilancia de la catedral, con el pretexto de proteger a Xeli y al hierático. Sin embargo, dudaba de si Walex sospechaba algo, lo que podría hacer que esos hombres actuaran en contra de Xeli.

Quizás esa incertidumbre la impulsó a seleccionarlos.

Apoyó los codos en sus rodilleras, haciendo sonar el acero contra el acero, y entrelazó sus manos, incapaz de calmar su inquietud. Al levantar la vista, se percató de que la estatua de la Deidad Inmortal, situada junto al púlpito, la miraba fijamente, como si evaluara su conducta y la juzgara. En ese momento, Cather se sintió pequeña, acorralada por la intimidación.

«El Gran Consejo se equivocó al escogerme», pensó con duda.

¿Por qué la habían nombrado Caballera Dragón? En todo Edjhra solo había espacio para ocho Caballeros Dragón, los Hacedores de Sangre más excepcionales. Guerreros de corazones puros y nobleza de ideales, las figuras más poderosas en Edjhra. Sin embargo, Cather distaba mucho de ser eso.

Pertenecía al nivel medio de la jerarquía de los Hacedores de Sangre, un simple A positivo con apenas tres Habilidades Básicas, y considerando el complemento O negativo, solo tres Habilidades Complementarias. En contraste, los otros Caballeros Dragón poseían cuatro Habilidades Básicas y cinco Complementarias. Cather estaba lejos de ser la más fuerte, lo que hacía cuestionar por qué había sido elegida.

No solo su fuerza la hacía sentir inadecuada. Las dudas inundaban su mente, tejiendo una maraña de preocupaciones. Temía cometer un error que la llevara a su propia destrucción y a la de todos. Ansiaba demostrar su valía, honrar su título, pero en ese momento se sentía como una niña disfrazada de Caballero Dragón, una impostora.

Tenía la decisión en la palma de sus manos y, sin embargo, sabía que esa decisión podía ocasionar el fin de toda una religión. Una voz interrumpió el torbellino de pensamientos que asaltaban a Cather desde las sombras tras ella.

—¿Estoy molestando algo? —inquirió una figura que se acercaba con una sonrisa afable.

Cather se giró al oír unos pasos apresurados a sus espaldas. Era el sacerdote Ziloh, el mismo que había atacado a Xeli en la asamblea. La doncella y ella habían sospechado que Ziloh era un Silenciador de la Memoria, un agente del Portador del Olvido que quería destruir el orden. Pero ahora, dudaba de esa teoría. ¿Y si los pensamientos que Cather había leído en él no fueran más que trampas de lady Xeli? Ella había creído deducir cosas, pero cada palabra de Xeli estaba llena de indicios o sugerencias, como si manipulara a los demás para que pensaran lo que ella deseaba.

El Lamento de los Héroes.Where stories live. Discover now