𝐍𝐨 𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐧𝐚𝐝𝐢𝐞 𝐡𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐡𝐚𝐛𝐥𝐚𝐧 𝐝𝐞 𝐭𝐢...
Una escuela privada, pero no vida privada. Lo que sea que los estudiantes hacen, va directamente a su blog. La desconocida pero escandalosa Gossip Girl, le da problemas a los...
Solté una carcajada, sintiendo el viento fresco golpear mi rostro. El motor de la motocicleta roja de Chuck hizo un ruido y comenzó a acelerar, así que bajé el vidrio protector de mi casco antes de hacer lo mismo.
Esa mañana salimos a dar una vuelta por la costa. La vista de Los Ángeles en esta estación es increíble. Desde que llegamos que no tuvimos tiempo para apreciarla, así que le sugerí un paseo rápido. Es una manera distinta para comenzar la mañana. Inyección de adrenalina para el desayuno.
Bajé la velocidad cuando llegamos al puerto, viendo a Chuck hacer lo mismo detrás de mí. Entonces me saqué el casco.
— Eso estuvo bien —dije, peinándome el cabello con los dedos.
— Recuérdame prepararme más la próxima vez, conduces como motoquero en una exhibición —resopló.
— No es mi culpa que le tengas miedo a la velocidad.
Nos bajamos para entrar al yate en el que nos quedábamos. Dos rubias en traje de baño saludaron a Chuck desde arriba.
— Hola, creo que no nos conocemos todavía. Soy Nate Archibald —escuchamos desde las escaleras—. ¿Y ustedes...?
— Esperándome —dijo Chuck cuando llegamos al recibidor—. ¿Qué tal tu siesta?
— Genial —abrió un paquete—. No estabas... es el único momento en el que puedo dormir.
— ¿Por qué no te traes a alguien contigo, para variar? —tomó dos flores purpura—. ¿Correo para mí?
— No —bebió su café sin mirarlo.
Alcé una ceja mientras dejaba el casco sobre la mesa.
— Bueno, si escuchan algo loco, significa que estoy haciendo algo bien —sonrió, antes de entrar a donde se encontraban las chicas.
Me senté en el sofá junto a Nate. Era obvio que algo ocultaba o no hubiera hecho esa expresión que hace siempre cuando quiere evitar una conversación.
— ¿Qué llegó? —pregunté sin rodeos—. Eres un terrible mentiroso.
Volvió a abrir el paquete de Fedex y sacó tres sobres que tenían nuestros nombres en una excelente caligrafía. Tomé el mío para abrirlo.
