5.22: En busca del arte perdido

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Dicen que en la vida hay dos lados en cada historia. Pero en el Upper East, tenemos tres. Está el de él, el de ella... pero el más es importante siempre es el mío.
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Me encontraba en la habitación de Nate, colocándome las botas para arrancar el día.

— Entonces... estuve pensando en lugares para visitar estas vacaciones.

Alcé mi cabeza para verlo. Estaba colocándose la corbata frente al espejo.

— ¿Vacaciones? —fruncí el ceño—. ¿Qué es eso?

Nate soltó una risa.

— Bien, sé que ambos estamos muy ocupados. Entre que yo estoy tratando de salvar en Spectator, y tú estás preparándote para grandes cosas, entiendo que las vacaciones parezcan inconcebibles. Pero creo que sería bueno al menos tomarnos unos días —propuso—. Ya sabes, irnos a una isla exótica en el medio del océano, tomar sol en la arena blanca, beber cocteles... olvidarnos de la ropa por unos días.

Tomé aire, perdiéndome unos segundos en la fantasía que estaba relatando.

— Suena magnifico. Pasar un verano contigo, huir del mundo... pero no lo sé, Archi. Con todo el asunto del desfile de Victoria, no quiero estropear la oportunidad.

— No te subestimes —dijo mirándome por el espejo—. Eres talentosa, Clay, y vas a ser un éxito con eso también. Y sobre lo demás, haremos que funcione. Juntos.

Le sonreí a su reflejo.

— Juntos —asentí.

Por momentos me olvidaba que tenía a Nate conmigo. Habíamos estado en pareja antes, claro, pero no se comparaba en nada con lo que tenemos ahora. Somos un equipo. Y se siente distinto porque esta vez tengo la certeza de que siempre seremos los dos dando cada paso.

Su teléfono sonó al lado de la cama, así que caminó hacia allí para tomarlo.

— Es Diana —dijo al ver la pantalla.

Hice una seña con la mano.

— Atiende.

Suspiró, atendiendo la llamada para luego pulsar el botón de altavoz.

— Oye, estaba pensando en ti.

Viré los ojos al escucharlo.

— ¿Lo eras? Qué casualidad.

— Sí, lamento que no hayamos podido seguir la otra noche... no quise irme.

¿Después de que revolvieras mis cosas y me robaras mi agenda?

Por supuesto que se había dado cuenta.

— ¿Tu qué? —preguntó Nate con fingida inocencia.

Vamos, Nate. ¿Dónde está mi libro?

— Diana, no tengo ni idea de lo que estás hablando —rió desentendido—. Tal vez lo dejaste en el trabajo. Tal vez tu asistente lo tenga, pero yo no.

Para ser un terrible mentiroso, estaba haciendo un gran trabajo.

— ¿Sabes qué, Nate? Casi te creo —contestó irritada—. Pero si no puedo encontrarlo, iré a verte a continuación.

Cuando colgó, cruzamos miradas. Entonces salimos de la habitación. Chuck se encontraba sentado en el bar personal, desayunando en bata mientras leía la agenda.

Ashley Clayton | Gossip GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora