Capítulo 3: Rhea "Bloody" Ripley.

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Mina abrió la puerta con su tarjeta, mientras se adentraba al interior de la recamara. La idea de un baño y comida adecuada fue más que suficiente para convencerse de que podía manejar su primer día de trabajo con éxito.

A instancias de un pasillo que dividía la puerta de entrada a la habitación, Mina notó un desastre de ropa sucia sobre el suelo y dos colchones ubicados al fondo, en conjunto con toallas húmedas.

Era desagradable.

Mientras caminaba y arrastraba su maleta de equipaje, una corriente de calor azotó su rostro repentinamente. Provenía del baño.

Alguien estaba utilizando la ducha en ese momento.

La llave de la ducha fue cerrada. Mina podía escuchar los pasos descalzos de la persona que salía del baño, dirigiéndose hacia la cama.

Lo primero que Mina observó fueron los brazos tatuados de aquella mujer, deslizando con detenimiento la vista hacia sus pechos redondos y firmes.

"Demonios..."Pensó de forma automática, sin poder desviar su atención a tiempo.

—¡Diablos! ¿Quién carajos eres y que haces aquí?—La mujer de cubrió los senos, mientras trataba de localizar una toalla rápidamente.

Mina se desconectó entre su cuerpo y contextura fuerte; brazos y piernas perfectamente trabajados.

Era de ensueño.

Su belleza le quitaba el aliento.

Ella pudo conseguír una toalla para cubrirse lo que ya Mina había visto.

—Dije, ¿Quién carajos eres?—La chica repitió a la defensiva.

—Mina.—Respondió Mina, intentando no desviar la mirada hacia otras partes de su cuerpo.—Esta es mi habitación, la cuatrocientos trece.—Mina levantó la vista al rostro molesto de la chica, mientras mostraba una identificación que tenía alrededor de su cuello, como luchadora profesional autorizada.

Mina sabía quién era ella.

La había estudiado con anterioridad. Había sido una de las principales precursoras de The Judgement Day; la primera fémina en el stable.

La chica, ahora semidesnuda, continuaba escaneando a Mina de abajo para arriba. Ella también sabía quién era Mina. No sé esperaba su llegada, y menos, que se le fuera asignada como compañera tan prematuramente.

—Si serás mi compañera de cuarto, dejaré por establecido muchas reglas—Rhea se impuso, mientras se acercaba a su cama para tomar algunas prendas de ropa.

—Creo que es completamente válido.—Resopló Mina, mirando al espacio adormilada durante unos segundos.

Rhea comenzó a retirar sus prendas de ropa de una colchoneta a la otra, y arrastraba con sus pies el resto de las piezas esparcidas en el suelo. Ni siquiera se había disculpado con ella por haber colocado toda esa pila de ropa sucia sobre su cama.

—Deberías llamar a la mucama para que vistan tu cama con ropa limpia.—Rhea habló en son de burla, mientras evadía cualquier responsabilidad.

Con gran sensatez, Rhea no vaciló en dejarle saber sus ideas dispersas. Se fijó en su pelo azabache y los mechones que caían sobre su rostro fino. Mina sintió sus ojos pesados sobre ella, evadiendola con timidez.

Rhea era fiera y dominante.

Para Rhea, Mina era silenciosa. De una niña, tenía frescura. Le dió la sensación de que tenia la boca abierta. Las palabras se negaron a salir de sus labios.

Era tan bonita, de mirada otoñal y manos delicadas. No tenía idea de cómo alguien como Mina estaba certificada como luchadora profesional.

Sin querer, le invadió una ladina molestia. Había escuchado rumores de pasillo acerca de su contrato. El beneficio de libertad creativa le otorgaba la oportunidad de colaborar en la redacción y dirección de sus promociones. En el roster principal, solo algunos luchadores tenían ese privilegio, superestrellas de gran reputación.

¿Cómo es que una novata había roto ese código?

Mina de dedicaba a retirar la ropa de cama sucia, cuando de repente fue interrogada por Rhea, quien permanecía leyendo su lenguaje corporal.

—¿Cómo surgió está oportunidad en tu carrera?—Rhea cuestionó, sin reprimir su presencia.—Digo, por los pasillos se habla de tu contratación en el roster. No tienes una trayectoria extensa en la compañía.—En su voz pausada, Rhea fue volcando con sus preguntas.

—Mi mentor, TJ Wilson, realizó una recomendación a la división de reclutamiento.—Mina respondió, al trazo de un suspiro.

En el dominio de la censura de lo obsceno, Rhea yacia opresiva. Su mirada rutilante castigaba a Mina con desaprobación.

—¿Una recomendación basada en qué?—Rhea insistió de forma voluntariosa.

Mina levantó la vista. Algo en la forma en la que Rhea le hablaba le enviaba señales a su cerebro. Comenzaba a sentirse un poco incomoda.

—Mi desempeño en el Performance Center.—Mina respondió con humilde firmeza—Fue mi casa por casi tres años, desde que emigré de mi país natal a los estados. Comencé como estudiante y luego como auxiliar, acompañando y enseñando a nuevos atletas en su preparación como oradores y luchadores.—Relató Mina con un temple sorprendente.

Con consiencia, Rhea resopló burlonamente a lo permisible. Bajo el mirar indiferente de la joven Mina, hizo una mueca desagradable.

—Te diré algo, y espero no lo tomes a mal, pero el mérito es algo que no se vende.—Rhea criticó, despreciando su valía.—Muchos sí nos hemos esforzado por estar en dónde estamos y no me parece justo que cobres todas estas "alabanzas" sin méritos.—Afirmó Rhea de forma prejuiciosa.

—¿Siquiera haz tenido la oportunidad de seguir mi trabajo antes de emitir ese juicio?—Mina no perdió los estribos al responder.—No tiene ningún sentido lo que dices, sin olvidar que es completamente infundado.—Mina castigó a Rhea de forma intelectual.

—¿Qué trabajo?—Rhea se alzó de hombros.—Parece que solo haz comprado un rol en este negocio. ¿Quién, con solo tres años de formación como estudiante, obtiene un contrato como el tuyo?—Rhea argumento de forma orgullosa y desmesurada.

Mina no esperaba enfrentarse a una sarta de cuestionientos malintencionados e infundados por parte de su compañera. No quería caer en sus trampas por ningún motivo.

—Esta conversación debe terminar aquí.—Mina contestó, sin intención de prolongar una discusión.

—¿Por qué?—Rhea se acercó violentamente hacia Mina, en intentos de colmar su paciencia.

Mina no retrocedido. Su actuar hostil había incrementando aún más, al punto de tornarse violento. No sé sentía intimidada por la ignorancia de Rhea Ripley.

Rhea lo hacia de forma deliberada, predisponiendo a Shin Mina a un enfrentamiento interpersonal.

—Alejate.—Mina habló por lo bajo, mientras sentía la respiración de Rhea sobre su rostro.

—¿Crees que así podrás imponerte como parte de nosotros?—Rhea debatió de forma intimidante.—Tenemos algo bueno en The Judgement Day. No permitiré que lo arruines.—Rhea afirmó, de forma amenazante.—Creeme cuando te digo que no eres bienvenida, Mina. Pronto te darás cuenta...—Obstruyó Rhea, imponiéndose de forma sombría.

Ya vestida, Rhea salió de la habitación, dejando a Mina con pensamientos en bucle. Tenía miedo de ser rechazada y que la situación se saliera de control.

TJ y Hunter no se habían equivocado. Mina había pavimentado su propio camino y lo estaba pisando con los talones firmes. Tenía una filosofía deportiva que fue capaz de romper barreras para los estudiantes y nuevos reclutas. No podía permitir que las críticas destructivas de Rhea Ripley ejercieran un efecto corruptible sobre su psiquis.

Mina respiró profundo. Las próximas noches junto a Rhea Ripley no serían fáciles. Mina optó por acudir al personal de limpieza del hotel para que pudiesen cambiar sus sábanas. Con suerte, descansaría un par de horas hasta la hora de partir hacia el coliseo.

The Juror.©Where stories live. Discover now