Capítulo 7: Complicidad.

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Rhea despertó con la respiración acelerada. Había tenido un sueño pesado la noche anterior. Su cabeza estaba a punto de estallar. No creyó haber consumido suficiente alcohol para sentirse de esa forma. Permaneció durmiendo en la misma posición por horas. Su cuello dolía como el demonio.

Al otro lado de la cama, se encontraba Mina, quien la observaba con los ojos entreabiertos. La luz del sol era devastadora a esas horas de la mañana.

Había escuchado a Rhea quejarse durante toda la noche. Pensó que quizás ella tuvo algunas pesadillas, pues su rostro y cuello estaban bañados en sudor.

—¿Qué estás viendo?—Rhea expresó con omisión ante la atención de su compañera.

En el rostro de Mina se dibujaba una curiosidad. Solo la observaba con sus gélidos ojos y razones desconocidas.

—Tu cara aceitosa.—Mina respondió con total transparencia.

Tendida como piedra, Rhea se incorporó en la cama con fastidio. Sacudió su camisa para echarse un poco de aire sobre su pecho, mientras se limpiaba la cara con la tela.

—Esto es el colmo...—Con su persistente cólera, Rhea murmuró entre dientes.

—Gimes demasiado mientras duermes. ¿Lo haces siempre?—Mina le cuestionó con la intención de rayar en la imprudencia.

Rhea no estaba dispuesta a tolerar las tonterías de la chica nueva. Si quería molestarla por lo ocurrido la noche anterior, lo estaba consiguiendo. Se incorporó a medias, mientras caminaba a pasos acelerados hacia Mina, quien todavía permanecía acostada en su cama.

—Te levantaste con deseos de joderme, ¿cierto?—Desentrañó Rhea con recelo.

A Mina le pareció un poco esclarecedora y divertida su respuesta. Le sonrío, con la figura erguida entre el colchón. Durante la mañana, iniciaría su primer entrenamiento grupal. Con la boca muda, Rhea tendría que dejarse llevar y tolerar su presencia de ahora en adelante.

—No tengo tiempo para eso.—Mina respondió, mientras se levantaba de su cama.-Debo ir con Damian al gimnasio dentro de una hora.-Mina caminó en busca de su ropa para entrenar.

Rhea le siguió por toda la habitación, sintiendo arder una molestia que la estaba aprisionando.

—¿Entrenarás con nosotros?—Rhea soltó una carcajada en son de burla.

—Sí. ¿Algún problema?—Mina le miró, tendiendo sus ropas sobre la cama.

Mina se estaba aproximando, tocando una herida de amargura dentro de Rhea que la prendía en sus redes.
Se vio inmovilizada, hecha piedra. Rhea movió sus manos, asomándose por los bordes de los antebrazos de Shin Mina. Trataba de ejercer el control, pero por alguna razón, cuando estaban a solas, sus acercamientos tendían a ser físicos.

—Tienes suerte de que Priest esté de tu lado.—Rhea sostuvo ante Mina, sumida en molestia.—Yo no seré amable contigo.

Mina suspiró con fastidio, mientras daba un paso hacia atrás con desconfianza. El cuerpo de Rhea solo transpiraba ácido cuando se trataba de ella. Su mente solo conspiraba ideas para mantenerse a la defensiva.

—No se trata de quién está del lado de quién...—Mina respondió con enfado.

Rhea no permaneció más tiempo junto a la chica novata. Caminó hacia el baño, no sin antes dirigirle una mirada fulminante en su escencia. No sería tolerante con ella en lo absoluto.

—Yo iba a bañarme primero...—Mina murmuró, mientras perseguía a Rhea hacia el baño.

—Actúas lento.—Rhea hizo caso omiso a sus palabras, mientras se adelantaba a los planes de Mina.

The Juror.©Where stories live. Discover now