Capítulo 53: Rememorar

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- - -Un año después- - -

Esa noche era terriblemente lluviosa. Yo de verdad odiaba esa época. Afortunadamente no había relámpagos por lo que no me encontraba asustada. Yo era precavida así que al escuchar el pronóstico del clima por la mañana, había decidido llevar mi paraguas.

Por políticas familiares, aun no tenía auto propio. "Hasta que puedas pagar el auto con dinero ganado por ti mismo, vas a poder tenerlo" era lo que mi padre le había dicho a mi hermano hace unos años y mi mamá se había encargado de transmitirme esas mismas palabras. Entonces tenía que tomar el autobús o un taxi para regresar a casa después de la universidad.

Yo podía darme cuenta de que la razón para que mi mamá apoyara la política de papá era porque en el fondo sentía miedo de que yo condujera. De seguro temía que tuviera algún accidente y yo de verdad la comprendía. Durante todo este año había tenido serios episodios de depresión y lo peor es que no encontraba razón para ello. Muchas veces estaba feliz, tremendamente feliz pero de repente lágrimas comenzaban a brotar de mí. Cuando tomé el examen de conducción tuve muchos problemas ya que al entrar en el auto sentí un fuerte dolor en el pecho. Un inmenso vacío e intensas ganas de llorar. En varias ocasiones me sucedía lo mismo y muchas veces me quedaba observando aquel collar que yo misma había comprado como si este tuviera un gran significado. Como si representara un gran valor para mí.

Mientras caminaba bajo el paraguas para llegar a la estación y tomar el autobús, vino a mi mente el recuerdo de cuando Lyan se me declaró. Habían pasado sólo tres meses desde que lo hizo pero inevitablemente yo tuve que rechazarlo. No entendía bien por qué ya que él no hacía más que cuidarme, que protegerme y que estar a mi lado... pero yo sólo sentía por él un inmenso cariño. Cuando le di mi respuesta, a pesar de estar decepcionado me dedicó una sonrisa diciéndome que aun así, él me esperaría. Yo no me negué a eso ya que muy dentro de mí pensaba que si seguía insistiendo quizás en algún momento mi corazón giraría en dirección a él.

Cuando estaba cerca de la estación de buses, vi que el autobús que yo tenía que tomar estaba por llegar y si no me apresuraba se iba a pasar. Me di prisa para llegar a tiempo pero al hacerlo no tuve en cuenta el paraguas y debido al viento, este salió volando. Me devolví para tomarlo pero alguien ya lo había hecho.

-Debes tener más cuidado, niñita- dijo el muchacho que lo había tomado, mientras lo cerraba y me lo entregaba. Él estaba empapado por la lluvia...y yo ya estaba empezando a mojarme. Intenté abrirlo pero al parecer se había dañado al caer. Espera... ¿cómo me llamó?

-¿Me llamaste niñita?- pregunté algo molesta y al verlo bien, el chico parecía de mi edad- ¿acaso cuantos años crees que tienes?

-Te sorprendería si te lo dijera- dijo sonriendo. En ese momento parecía que iba a darme un fuerte dolor de cabeza porque por mi mente pasaban muchas imágenes, una tras otra. El joven que estaba frente a mí aparecía en todas y cada una de ellas. Entonces entendí, aquellos eran recuerdos. Recuerdos que por alguna razón había perdido... recuerdos de momentos valiosos e importantes. Recuerdos que estaban volviendo.

-Da... ¿Daniel?- pregunté dejando caer el paraguas. Ambos nos mojábamos cada vez más. Pero en ese momento no interesaba... en ese momento solo importaba lo que pasaba por mi mente. Y entonces comprendí que aquella sensación de vacío, que aquellos momentos de tristeza, que aquellas lágrimas inexplicables, que aquel collar tan importante... que todo aquello se reducía a una cosa. Solo una cosa. Daniel hacía falta en mi vida. Era esa pequeña pieza que faltaba para que mi rompecabezas estuviera completo. Una lágrima más se deslizaba por mi rostro pero supuse que él no pudo notarlo porque gotas de lluvia también lo hacían. Me quedé paralizada. Petrificada, parte de mí porque estaba emocionada pero otra parte de mí aun no lo creía. Aun no creía que él estuviera en frente de mí. Otra pequeña parte sentía miedo... sentía miedo de que al acercarme no pudiera tocarlo. No pudiera sentirlo. Miedo de que aquello solo fuera un sueño, un triste pero valioso sueño del que inevitablemente tenía que despertar.

Entonces él lo hizo. Hizo lo que yo quería hacer. Hizo lo que yo quería que hiciera. Él se acercó a mí, sosteniéndome fuertemente entre sus brazos. Abrazándome.

-Sí, soy yo. Emily- Estaba sintiéndolo. Él me estaba abrazando. Comencé a llorar aún más. Refugiada en su pecho. Eran lágrimas de felicidad por tenerlo frente a mí. Por tenerlo tan cerca de mí. Entonces decidí separarme un poco y lo miré fijamente. Aquellos ojos, aquella mirada que ahora no cabía de la felicidad mirándome fijamente a mí. Posé mis manos en su rostro tocando cada centímetro de su cara. Sintiéndolo entre mis dedos. Entonces lo hizo también, la última prueba que yo quería para estar segura. Se acercó más a mí, uniendo su respiración con la mía, su aliento con el mío, su boca con la mía. El alma pareció volver a mi cuerpo. Rodeé su cuello con mis brazos besándolo aún más intensamente. Lo había extrañado, sin saberlo yo lo había extrañado todo este tiempo. Tal vez él había sido borrado de mi mente... pero de mi corazón no.

-No puedo creer que estés aquí- dije cuando nos separamos. La lluvia aún caía sobre nosotros, pero no sentía frío. Porque mi corazón ahora estaba cálido.- yo... no entiendo qué pasó... durante más de un año... yo no te recordaba... yo...

-Eso ya no importa, Emily.- agarró mis manos y las entrelazó con las suyas- Eso tiene explicación... pero lo que realmente me importa ahora... es que pude verte de nuevo, tocarte de nuevo... abrazarte de nuevo, besarte de nuevo.

-Tú... ¿no te volverás a ir, cierto?- pregunté temiendo su respuesta. Estaba hablando como si fuera a marcharse de nuevo. Ahora volvía a estar asustada- Dime que no lo harás... si lo haces de nuevo...

-No lo haré. No te dejaré, Emily. Aquí estoy.- tomó mi mano derecha y la posó sobre su pecho. Justo donde podía sentir los latidos de su corazón. Me di cuenta entonces de que podía tocarlo. A pesar de habernos besado, él seguía allí.

-¿Tú... eres... humano ahora? - pregunté mirándolo fijamente. Al mirarlo sentía que podía descifrarlo. Si su expresión era de tristeza entonces yo estaba equivocada, pero de no ser así podía ser verdad. Él formó una sonrisa, una delicada y tierna sonrisa- Es decir... ¿completamente?

-Así es. - no podía adivinar cuál de los dos estaba más emocionado. Si Daniel al decirlo o yo al escucharlo, al fin y al cabo solo importaba lo que eso significaba para ambos. Significaba poder estar juntos, ahora nada más nos separaba.

-Ya no serás entonces cupido idiota- sonreí al ver su extraña expresión. Quizás nunca le gustó que lo llamara así.- serás humano idiota.

-Eso no es alentador... pero aun no me acostumbro.- quitó mi mano de su pecho y la puso detrás de su espalda, lo mismo hizo con la otra haciendo así que lo abrazara. Posó su vista en el cielo que se encontraba un poco más despejado porque la lluvia había empezado a cesar- Por otro lado... ahora tengo una razón más para amar el invierno.

-¿Eso era verdad?- pregunté recordando que cuando había dicho eso yo había creído que era mentira y que sólo lo había dicho para contradecirme a mí- ¿En serio hay alguien que le guste el invierno?

-Sí... - dejó de mirar el cielo y me miró a mí- y ahora me gusta más porque en un día lluvioso como el de hoy... pude verte de nuevo.

-Tienes razón... - una vez más él estaba haciendo que me ruborizara, gracias a las pocas gotas de lluvia que aun caían podía ocultarlo- tal vez empiece a gustarme el invierno a partir de ahora.

-Te amo, Emily Watson- Dijo con emotividad. Emotividad que me llegó al corazón. Emotividad que me traspasó. Alejé mis manos de su espalda pero solo para poder inclinarme y abrazarlo más fuerte. Haciendo que mi boca estuviera a la altura de su oído.

-Yo también te amo, Daniel Robbs- le susurré.

Enamorada de cupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora