Epílogo

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- - -Cinco años después - - -

Era de tarde, y Daniel había pasado a buscarme en su auto. No tenía idea hacia donde quería ir pero él tampoco parecía tener intenciones de decírmelo.

-¿A dónde vamos?- pregunté mirándolo expectante. La ruta que estaba tomando me resultaba conocida pero no era posible que se dirigiera a ese lugar. Él no sabía sobre eso.

-Ya lo verás.- dijo con una sonrisa. Continuó condiciendo como si nada, aunque me daba la impresión de que estaba levemente nervioso.

-Siempre queriéndome dar sorpresas. – Dije posando de nuevo mi vista al frente y cruzándome de brazos- Te gusta hacerte el interesante ¿verdad?- fruncí el entrecejo.

-No me gusta hacerme el interesante. SOY interesante.- sonrió de manera pícara y yo solo rodé los ojos.

-Presumido.- expresé, pero en ese momento detuvo el auto.

-Llegamos.- Dijo abriendo la puerta del auto, salió de él y luego lo rodeó para abrirme la puerta a mí. Daniel también llevaba un ramo de flores en su mano.

-¿Es aquí? Pero sí este lugar...- Dije observando el lugar. Daniel sí estaba dirigiéndose a ese lugar y por eso la ruta me parecía tan conocida. No tenía idea de por qué quería ir allí pero no quise preguntar. Daniel me tendió su mano y yo la tomé entrelazando la mía con la de él. Caminamos hasta llegar al lugar en el que se hallaba sepultado mi padre. Me extrañó que Daniel supiera el lugar exacto ya que yo nunca había ido con él allí.

-¿Cómo supiste que es aquí donde...?- pregunté mirándolo con un poco de confusión.

-Le pedí a tu mamá que me guiara. Vine a este lugar con ella hace un par de días.- explicó.

-Ya veo- dije observando que tenía flores frescas. Lo que indicaba que efectivamente habían venido hace pocos días. Daniel soltó mi mano para agacharse delante de la lápida y lentamente sacó del florero algunas rosas que ya estaban por marchitarse y en su lugar colocó las flores que él había traído. Luego se levantó y colocándose erguido con una expresión seria dejó su vista posada en la lápida. Yo estaba a su lado, confundida por todo lo que estaba haciendo.

-Hola, señor Watson.- saludó con una sonrisa.

-Papá...- murmuré intentando contener los sollozos que querían salir al recordar todos los momentos que había pasado a su lado. Cada vez que iba a ese lugar, la situación se repetía y era inevitable que alguna lágrima aflorara de mí. No me gustaba llorar frente a otros por lo que solo lloraba cuando iba a verlo sola.

-Yo... tal vez no sea la persona que usted esperaba para su hija, pero la verdad es que no puedo vivir sin ella. - expresó Daniel con voz cálida y pasiva.

-Daniel, ¿qué...?- lo miré con extrañeza preguntándome por qué hacía todo aquello. Por otro lado, mi corazón aceleró sus latidos al observar a Daniel y ver que estaba muy serio.

-Si está preocupado no hay razón para estarlo.- continuó sin mirarme - Sé lo testaruda que puede llegar a ser, - yo fruncí el ceño- pero también sé lo valiente que es.- relajé mis facciones- Donde quiera que usted esté, debe sentirse muy orgulloso de ella, porque es un gran ser humano. Los años que duró al lado de ella no fueron en vano porque mientras usted no sea olvidado permanecerá en su corazón, pero de ahora en adelante, yo quiero vivir cada día, cada mes, cada año de mi vida al lado de ella.

-Daniel...- interrumpí intentando adivinar el rumbo que tomaba aquella conversación de Daniel con mi padre.

-Ella es muy fuerte.- me ignoró de nuevo y prosiguió - No hace más que salvar mi vida una y otra vez. Cuando se trata de usted, ella solo lo recuerda con una sonrisa y pocas veces llora. No dice nada al respecto pero sé que lo extraña y que en estos momentos desearía que estuviera aquí.- eso era totalmente cierto y Daniel lo sabía más que nadie. En realidad no podía ocultarle nada a él - Yo no puedo hacer nada con respecto a eso, pero lo que sí puedo hacer, es prometerle que la protegeré y que cuidaré de ella todos los días de mi vida. ¿Me permitiría hacer eso?

Enamorada de cupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora