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¡ CHANGES ! chapter thirty three
Era uno de los apartamentos más lujosos que se encontraba en el condado de Los Ángeles.
Tenía techos altos y ventanales grandes, con una espacioso salón que compartía junto con la cocina y el comedor. Un enorme pasillo, que contenía diversas puertas donde se encontraban los baños y los cuartos.
-Siéntate-ofreció la rubia.-yo iré a dejar la maleta-dicho eso desapareció por el enorme pasillo entrando así en la última puerta.
Después de unos minutos la chica volvió dirigiéndose a la cocina; necesitaba asegurarse de que tenía café, si no eso iba a ser muy vergonzoso.
Al comprobar que le quedaba un poco, su cuerpo se relajo.
-¿Cómo te gusta el café?-preguntó mientras cogía una taza.
-Con leche está bien.-respondió acomodándose en el sofá-Me gusta tu apartamento.
-Desde la primera vez que lo vi, me encantó-se acercó donde estaba el chico para depositar la bebida encima de la mesa que se encontraba delante del sofá.
Jenny, tomo asiento con cierta distancia del guitarrista.
Como era de esperar, la tensión e incomodidad, se hacía presente en el ambiente.
Divisó como el chico de trenzas, tomaba un sorbo de su café, haciendo que, después de ello, relamiera sus labios. Las mejillas de la cantante tomaron un color rosa al ver la acción del muchacho; apartó su mirada rápidamente para no ser vista por él.
Removió su cuerpo lentamente sobre el inmueble para tratar de buscar una posición cómoda donde su cuerpo pudiera relajarse al menos un poco. El chico hizo lo mismo.
-Bill me ha dicho qué vais hacer un Tour por todo el mundo- comentó la chica jugando nerviosamente con sus manos.
-Si, van a ser los últimos conciertos que haremos antes de tomar un descanso- respondió algo decaído.
La cantante levantó la vista de sus manos para mirar con cierta sorpresa y tristeza al guitarrista; el pelinegro no le había comentado que ese sería el último Tour que haría ni mucho menos que se iban a tomar un descanso.
-Vaya, lo siento mucho- expresó en un murmuro por la pena inmensa que sentía. El chico la miró haciendo, así que sus ojos se posaron sobre los de ella. Los dos se quedaron callados. Ninguno dijo una sola palabra.
