Diecinueve

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Capítulo 19.

Fue casi al final de la seguna semana del empleo de Xiao Zhan que Wang Yibo se animó a experimentar más en la cocina con ayuda de tutoriales

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Fue casi al final de la seguna semana del empleo de Xiao Zhan que Wang Yibo se animó a experimentar más en la cocina con ayuda de tutoriales. El pelinegro todavía no salía del trabajo, así que Yibo tenía un rato para descansar un poco, ese día se había levantado más temprano que de costumbre para avanzar más rápido en los quehaceres de la casa y los niños.

El castaño todavía se sorprendía de que Zhan tuviera tiempo incluso para practicar yoga, ¿ahora él debía hacerlo? Ni hablar, solo extrañaba esos momentos en los que llegaba a casa y veía a Zhan con sus entalladas licras que no dejaban nada a la imaginación, estirando sus largas piernas, levantando su divino trasero...

Su pene volvió a dar señales de vida, Yibo odiaba que le pasara cuando no podía, ¿qué carajos le pasaba a su falo traidor? No podía cumplirle a su esposo cuando lo tenía ahí mismo pero el recordarlo cuando no estaba el pelinegro le hacia levantarse sin vergüenza alguna. Yibo quería golpear su falo por despertar cuando no debía.

Aprovechando que ya solo esperaría que fuese hora de ir por su esposo, el castaño decidió recostarse un momento en el sillón ya que Lian estaba en su habitación y los más pequeños veían algún programa en la televisión.

Apenas había cerrado los ojos para descansar un poco cuando una vocecita sonó cerca suyo.

- Papá. - Lo llamó Wuxian mientras lo agitaba.

Yibo abrió los ojos y puso un cojín en su entrepierna.

- ¿Qué pasa, bebé? - Dijo suavemente.

- Me acordé que tengo que llevar galletas mañana a la escuela.

- ¿Qué? ¿Mañana viernes?

- Sip...

- ¿Por qué? - Frunció el ceño todavía recostado en el sillón.

- No sé, pero me pidieron llevar diez... o cien. - Se rascó la cabeza confundido.

- ¿Qué? - Se sentó de pronto. - ¿Te lo pidieron hoy? - Estaba sorprendido, ¿cómo es que pedían una cosa de un día para otro? ¿Qué pensaban los profesores?

- No, la semana pasada. - Respondió sin vergüenza alguna.

- ¿Y apenas me lo dices? - Levantó un poco la voz sorprendido.

- Se me olvidó. - Puso su carita triste para no ser regañado por su padre nuevamente. Parecía haber aprendido esto de su papá doncel. Yibo no podía enojarse cuando lo miraban con esos ojitos de cachorrito. - No te enojes... - Dijo quedito.

- Ok, no es tu culpa, bebé. - Revolvió su cabeza cariñosamenre y se levantó para llamar a la profesora de Wuxian. El niño sonrió tranquilamente y volvió a la sala para mirar la televisión tranquilamente.

El dominante necesitaba saber si debía llevar una decena o un centenar de galletas, ni siquiera sabía el porqué tenía que hacerlo. En serio, ¿qué le pasaba a los profesores? Pensó mientras marcaba al número.

Promesas (YiZhan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora