Capítulo 8

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Allí estaba Sana, sentada en el escritorio de madera que había en su habitación mirando fijamente su computadora.

Al principio, lo que estaba a punto de hacer, le parecía buena idea pero ahora tenía muchas dudas.

Ella tan solo había pensado:
Si no puedo deshacerme de ella entonces deberé combatirla.

Aunque claro, ya no sería el combate relacionado con las notas, otro tipo de lucha era la que estaba por desatarse.

Para ello debería dejar de ser tan débil y sonrojarse por todo, debía curarse como si de una enfermedad se tratara.

Debía volverse inmune.

Y así es como había terminado frente a su computadora con la duda de si debería darle play al video porno frente a ella.

El tiempo parecía estar estático y el ambiente silencioso, ni siquiera habían ruidos del exterior que interrumpieran el momento dejando que sus ideas retumben dentro de su cabeza.

Mordía su labio una y otra vez en señal de nerviosismo, hasta estaba desarrollando una nueva acción común que se produce gracias a la ansiedad o nervios, ella estaba comenzando a mover su pierna de arriba a bajo frenéticamente.

Inhalo profundamente tomando valentía y sin pensarlo otra vez dió click.

-¡AHHHH, DETENTE, DETENTE! -gritó en cuanto el video comenzó.

Cerro su laptop y arrancó sus auriculares de sus oídos.
Inconscientemente había tapado su rostro con sus pequeñas manos y podía sentir el calor alojándose en sus mejillas.

Por el único motivo que se alegraba es que su madre no estuvieran en la casa en ese momento. Con su grito hubiera venido de inmediato a indagar en su habitación y no tenia forma de explicar su sonrojo.

Negó una, dos, tres veces y se puso de pie para caminar hasta el baño.
Necesitaba mojar su cara con agua fría y exactamente hizo aquello.

Al levantar su rostro pudo apreciar claramente su reflejo y como sus mejillas estaban aún con un suave rojo.

Estaba comenzando a detestar aquella imagen de ella. Indefensa y afectada.

Eso no debería ser así.

En un arranque de valentía y decisión, salió a paso firme y entro a la cocina.

Haría un segundo intento, o los que fueran necesarios con tal de obtener lo que ella deseaba.

Abrió el congelador y saco unos cuentos hielos.
Al regresar a su habitación tomó dos toallas y los repartió para hacer dos bolsas.

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