Capítulo 27

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-Jih...¿Jihyo? -Nayeon tomó la cara de su amiga entre sus manos para conectar con su mirada vacía y distraída. -¿Me estas escuchando?

Park parpadeó un par de veces intentando recordar algo de los últimos cinco minutos pero su mente estaba en blanco. Juraba estar recibiendo la voz de Im pero no recordaba nada de lo que había estado escuchando.

Negó con su cabeza mientras volvía a mirar, sin un punto fijo, el gran patio lleno de estudiantes. Sin embargo, sentía el tumulto de personas que solían agruparse allí en los recesos, pero la realidad era, que no podía ver a nadie. Su atención se perdía en los colores predominantes del lugar como el tono verde del césped, o el celeste brillante que cubría el cielo con pequeñas matices blancas reconocidas como nubes.

-Sinceramente, no. -respondió desorbitada.

Ese lunes, el primer lunes, ese primer comienzo de semana luego del desastre de los días anteriores, entre muchos otros calificativos, era extraño, doloroso y frío.

No contaba con la facultad de la atención, con suerte podía concentrarse en sus clases y lo hacia cada cierto tiempo, porque era inevitable que su cabeza divagara por cualquier otra parte o por los recuerdos que tenía con Sana.

-Jihyo, no puedes estar así. -volvió a tomar la cara de su amiga. -Me duele verte así, ayer al menos te la pasaste llorando, hoy solo eres una planta; no se que es peor.

Tal vez ni siquiera "planta" era la palabra adecuada para describirla en ese momento, algo se había apagado en la alta. Era un cuerpo vacío, no parecía tener luz ni alma.

-¿Y se supone que debo llorar aquí? ¿Frente a todos? -su voz salía con desgano. Sus ojos se sentían pesados, de hecho todo su cuerpo mantenía un estado insufrible de pesadez, realmente no veía las horas para volver a su casa.

Aunque, por si fuera poco, le debía una explicación a sus padres que reiteradas veces, en un lapso tan corto como lo eran tres días, ya le habían preguntando un millón de veces si se sentía bien o si algo le había sucedido. Ellos estaban preocupados y el estado que cargaba Jihyo no era fácil de disimular.

-No estoy diciendo eso, pero no me gusta verte así. -la señaló haciendo referencia a su estado. -Estas conmigo pero a la vez te siento tan ausente, al menos esfuérzate por mejorar.

-Como puedo cambiar mi ánimo si en lo único que pienso es en...¿Sana?

-Esta claro, se que piensas en Sana per...

-¡No! Allí está Sana. -anunció señalando con su cabeza justo detrás de Im.

Esta última rotó levemente su torso y cuello para que su mirada alcanzara el punto señalado, confirmando el avistamiento de Park.

A bastantes metros, unos pasos más adelante del marco de la puerta que divida el interior de la institución con aquel patio interno, se encontraba parada Sana, justo detrás de dos de sus amigas y con su mirada clavaba en Park.

-Esto no puede ser. -expresó Sana dejando de mirar a la menor a quien, por algunos segundos, le había sostenido la mirada. Ahora solo podía sentir como aquellos ojos, a la distancia, quemaban su cuerpo y alma con intensidad.

Por el momento, aún no queria ni siquiera verla, le dolía y prefería huir nuevamente a su salón, donde había estado encerrada las últimas horas y del cual no quería salir por temor a cruzarse con alta.

-Y-yo mejor regreso a mi salón. -dio aviso mientras retrocedía de espaldas con lentitud dejando a sus amigas, Tzuyu y Jeongyeon, de pie a mitad del camino mirando como esta huía.

Jihyo solo se dedicó a observar aquella escena, conteniendo su impotencia y sus instintos hasta que la mayor desapareció por completo de su panorama. Lo más extraño, es que cuando Minatozaki apareció, la divisó como si fuese la única persona en aquel lugar cuando se encontraba repleto de personas.

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