Esposo mío, no quiero estar aquí

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«Mierda, maldición, demonios» y todas las maldiciones que pudiera soltar en ese momento Zhiyin realmente las diría si pudiera. Perder el conocimiento era algo que le estaba ocurriendo constantemente y no era nada positivo en su condición, y menos cuando al poder abrir los ojos nuevamente estaba en otro lugar para nada parecido a donde estaba antes.

Al menos había salido aquella habitación y estaba de camino a algún lado porque la superficie debajo de él se movía al punto del mareo. No sabía si sentir alivio o miedo.

Giró su cabeza de un lado a otro. El lugar estaba oscuro y había un olor rancio, pero pudo ver movimiento a su alrededor. Con la leve luz que se filtraba por pequeñas rendijas de arriba notó que eran cuerpos, muchos cuerpos de personas. Un escalofrío lo recorrió y fue entonces que las últimas palabras que había dicho Suchao vinieron a su mente.

Esclavo...

En alguna conversación que había tenido con su esposo tiempo atrás él le había comentado sobre el tráfico de esclavos, pero nunca se imaginó que él pudiera terminar en una condición así. Como que la situación no era favorable. Salir de aquello era similar a intentar huir de las garras de Gaomei. El panorama era negro y más ahora que realmente no podía ni sentir una pizca de energía y cultivo dentro de él. Este había sido completamente sellado en su interior convirtiéndolo en un simple humano corriente.

Intentó relajarse para no tener un colapso mental. No sabía que era peor. Tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para no entrar en pánico. Suchao se había encargado de sacarlo de aquel lugar, pero por el contrario al entrar en la red de esclavos tenía casi las mismas posibilidades nulas de ser encontrado.

-Oh, estás despierto- de repente escuchó y miró hacia el otro lado.

Una mujer algo mayor se acercó a él gateando y se puso a su lado. Su rostro estaba magullado por los golpes, pero sus manos fueron gentiles cuando tocó su frente. Zhiyin no sintió amenaza contra su persona, pero aun así no bajó la guardia, no podía confiar en nadie.

-Llevas inconsciente desde que te trajeron aquí desde ayer que salimos del puerto.

Ante esto los ojos de Zhiyin se abrieron de pronto e intentó sentarse, pero el dolor en su vientre se lo impidió recordando que tenía una enorme herida en esa zona. Su rostro se contorsionó ¿Puerto? ¿Cómo que puerto?

Intentó hablar, pero en vez de hacerlo solo salió un sonido ahogado de su garganta apenas audible. Cuando se dio cuenta lo atacó el pánico. Se llevó la mano a la garganta y se tocó allí. No podía ser, no podía ser. Intentó hablar de nuevo, pero se ocasionó daño tosiendo en el proceso.

-Cálmate, cálmate- la mujer a su lado intentaba tranquilizarlo.

Los ojos de Zhiyin se llenaron de lágrimas abrumado por las emociones. ¿Qué estaba pasando? Acaso lo habían sacado de tierra, entonces... entonces... y su voz.

«Esposo mío, no quiero estar aquí» necesitaba pensar en Fengxiao, lo necesitaba tanto en ese momento que se volvería loco.

-Respira si- la mujer puso la mano sobre su frente- Estás muy alterado y eso te dañará más la herida. Pobre, eres mudo, estás herido y te vendieron como esclavo- había compasión en sus ojos- no pudo darte palabras de ánimo porque no sé qué va a pasar con nosotros- también amargura en su voz- Solo nos queda esperar- le acarició el rostro como una madre a un hijo. Por la forma en que lo trataba parecía que él le recordaba a algún familiar. La mujer tenía notables marcas debajo de los ojos aparte de los moretones que mostraba alguien que había sufrido enormemente- Están recogiendo esclavos en varios lugares y después nos llevarán a la isla. Es lo que escuché de los guardias. Solo quédate quieto, suelen matar a quienes forman muchos problemas.

Enamorado de un idiota (Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora