Esposo mío, por qué me desvistes

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Fengxiao pestañeó al menos tres veces antes de darse cuenta que la imagen delante de él era verdadera. Después de la prohibición por parte de su esposo, apenas si podía tocarlo a menos que fuera en casos muy específicos, como estar enfermo o porque este mismo lo permitiera. Pero tenerlo en su cama pidiendo dormir con él era algo que no se esperaba como estaba su relación.

-Esposo mío, acaso no me oíste, vamos a dormir juntos- Zhiyin recalcó haciendo un puchero e imitando aquellos ojos que había visto que en las películas funcionaba. Aun así el hombre se quedó quieto, con el libro en la mano, mirándolo.

-¿Tanto me odias como para no quererme aquí?- se hizo la víctima, sabía que eso podría funcionar para después hacerse el indignado –Está bien, por mi parte no queda, y yo que quería ser un buen esposo y arreglarme contigo, pero si no me quieres a tú lado, no se puede hacer nada-

Hizo el indicio de levantarse cuando unos dedos se cerraron con algo de fuerza en su antebrazo, limitando sus movimientos. Zhiyin supo que había triunfado. Miró a su esposo seductoramente y lo vio cerrar el libro en su regazo y ponerlo a un lado de la cama. Después se giró y comenzó a desatar la túnica exterior que cubría una más ligera dentro.

Zhiyin tragó en seco cuando se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo. Cuando había pensado en dormir con él no le había pasado por la mente mantener relaciones. No era que no tuviera interés en como dos hombres podían tener sexo y la idea le gustaba, sobre todo si era el buenaso delante de él. Pero no estaba mentalmente preparado para llevarlo a cabo, al menos no ahora que todavía estaba aceptando su nueva realidad.

Su cuerpo se puso tenso y una gota de sudor corrió a lo largo de su columna.

-Esposo, por qué me desvistes- soltó una sonrisa algo extraña para intentar calmar su nerviosismo.

Fengxiao solo levantó los párpados y aquel brillo en los ojos no le gustó nada al menor. Tragó en seco. Si mal no recordaba el verdadero Fujie no dormía con él, si de buenas a primeras le decía que quería hacerlo, la palabra dormir no tenía la connotación que él pretendía. Su falta de experiencia fue su tumba, la palabra dormir entre personas casadas era igual a sexo.

Levemente retrocedió apartándose de su tacto y sujetando las manos del hombre.

-Esposo mío, cuando dije que quería dormir, era precisamente eso, además estoy embarazado- era un excusa tonta a sabiendas que tener unos meses de gestación no era un inconveniente para llegar al acto sexual, incluso había personas con ese fetiche.

Lo vio entrecerrar los ojos y Zhiyin tuvo que pensar rápido antes de que algo malo sucediera, más bien, le sucediera.

-Vamos esposo mío, le regresó las manos al regazo de él- aun me estoy recuperando, me duele el cuerpo, acaso crees que pueda aguantar todo el ejercicio-

-Eso no es inconveniente para ti, no sería la primera vez- la voz de Fengxiao salió grave.

Zhiyin tragó en seco. Así que le gustaba el sexo duro, esto era difícil de manejar.

-Solo quiero descansar un poco, prometo que cuando esté mejor me aseguraré de cumplir mis tareas como tu pareja. Las he descuidado durante mucho tiempo, he sido un idiota ignorando mi lugar- hizo una expresión de autorreflexión- Esposo mío, a partir de ahora por favor corrígeme si hago las cosas mal. He perdido mi memoria y Yanfeng fue muy bueno en darme detalles de mi vida y me he dado cuenta que mi actitud no ha sido la correcta. Ruego me perdones-

Intentaba ganar tiempo y su favor a la vez. Aprovechaba su falta de memoria para poder justificar su extraño comportamiento y sus dolencias para darse tiempo de prepararse para entregar su virginidad. Rezó para que su esposo comprendiera esto. Y por lo visto aceptó. Este asintió con la cabeza con los ojos cerrados y Zhiyin volvió a respirar tranquilo, mas no fue por mucho tiempo, aquellas manos volvieron hacia su ropa.

-Espo...Esposo mío, creo que acabamos de hablar de esto ahora mismo- el pánico se hizo presente.

Fengxiao no se detuvo en sus acciones.

-¿Piensas dormir con esta túnica?- señaló con la mirada la ropa que retiraba dejando la más fina debajo y entonces comprendió dejándolo hacer.

El mayor la retiró con cuidado del cuerpo de su esposo y al dobló poniéndola al lado del libro. Para cuando prestó atención a su pareja esta ya había acomodado su almohada al lado de la suya y se había escabullido debajo de la gruesa colcha tapándose hasta la nariz. Entre los pliegues de la tela podía ver marcado el pequeño vientre, algo que lo hizo acercar la mano pero detenerse en el acto. Ansiaba tocar la panza donde su hijo crecía, no lo había hecho nunca, ni siquiera cuando se había enterado del embarazo. Su esposo nunca se lo había permitido.

Zhiyin creyó ver incertidumbre en sus ojos.

-Puedes tocar- le dijo cubriendo con la colcha hasta su boca ocultando el sonrojo, aquello le parecía extraño. Incluso se sorprendía de lo rápido que había asimilado la idea de estar con una vida creciendo dentro de él.

Fengxiao lo miró. Sus ojos claros brillaban y Zhiyin pensó que ahora eran más hermosos que cuando los había visto por primera vez. Él bajó la mano con cautela hasta dejarla donde estaba la protuberancia. Zhiyin pudo sentir como el calor acogedor atravesaba la tela y el vello de su cuerpo se erizó. Apretó sus labios contra la colcha y esperó a ver qué ocurría sin moverse.

Fengxiao acarició levemente la pancita extasiado. Hacerlo por primera vez era algo que había querido desde hacía mucho y aunque se regañó internamente, agradeció que su esposo hubiera perdido la memoria. Parecía una persona diferente, pero lo prefería ahora a como era antes, incluso podría perdonarle su error, pero para eso tendría que ver como se seguían desarrollando los hechos. Por el momento, lo cuidaría durante el embarazo, después de dar a luz ya pensaría en la solución.

Después de estar tocando por al menos cinco minutos retiró la mano, satisfecho. Una leve sonrisa se vislumbraba en su rostro. Se quitó el exceso de ropa hasta quedarse en la interior doblándola y poniéndola sobre la otra prenda a su lado, y se acomodó en la cama. Se acostó boca arriba en su propia almohada, separado por medio metro de su esposo. Por su parte Ziyin estaba tieso rojo como un tomate.

Pudieran haber sido solo cinco minutos, pero habían sido los más vergonzosos de toda su vida. La mano de su esposo se había desplazado varias veces peligrosamente cerca de su ingle y acariciaba con movimientos circulares su abdomen. No sabía si lo había hecho consiente o inconscientemente. Tenía constancia de que estaba acariciando donde estaba si hijo, pero uno no era de hierro como para no sentirse tentado con aquellos toques.

Todo ese tiempo había tenido que pensar en miles de musarañas para no tener una incómoda erección sobresaliendo también. Giró la cabeza hacia un lado, su esposo tenía los ojos ya cerrados pero no podía decir con certeza si este ya estaba durmiendo así que lentamente se acomodó y lo imitó. Pero dormir sería difícil cuando cierta parte de su anatomía se negaba obedecer. Malditas hormonas, maldito esposo.

Enamorado de un idiota (Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora