Capítulo 2

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Capítulo 2: ¿Nos fuimos a Valencia?

El día ocho de julio fue, sin lugar a dudas, uno de los más destacables en nuestra vida conjunta como pareja. Hacía medio mes que habíamos decidido irnos de nuevo a Valencia, con nuestra familia y amigos.

Nuestra casa era un desastre total llena de cajas y muebles embalados. Por si no fuera poco, además, Tomás y Natalia llevaban días sacando cosas de las cajas prometiendo que eran cosas que necesitaban cuando, claramente, era mentira.

-¡Que no quiero guardarla aún!- Se aferró más a su sudadera, que yo me había empeñado en guardar de una vez.

-Natalia.- Alcé una ceja.

-Mami, porfa.- Hizo un puchero. Yo tuve que aparatar la mirada para no ceder.

-¡Alba! ¡Tu hija me está poniendo pucheritos, no me hago responsable de ceder!

-¡Natalia!- Se quejó enseguida.

-¿Qué?- Dijimos las dos a la vez, mirándonos por unos segundos y después mirando a Alba, que venía por el pasillo con una de mis camisetas puestas.

-Te digo a ti.- Me señaló, seria.- A ver si aprendes a reñirla de una vez.

-Es que me pone ojitos, Albi.- Suspiré dramáticamente.- Y es como tú. Eres mi debilidad, ya lo sabes.

-Y tú la mía y aquí estoy.- Se cruzó de brazos.

-Ya, claro.- Aparté la mirada, empezando a recoger las estanterías del comedor para evitar el contacto visual.

-¿Aún sigues con eso?- La escuché bufar.- Ha pasado un mes desde el último concierto, Natalia.

-Alba.- La fulminé con la mirada.- Si no llega a ser porque aparezco, os besáis.

-Y dale.- Se desesperó.- Que no.

-Alba.- Alcé una ceja, acercándome a ella y quedando a escasos centímetros de su boca.- Hablabais a esta distancia.

-¿Qué dices?- Se separó un poco.- Hablábamos a esta distancia y por la música.

-Lo que tú digas, no me apetece discutir.- Rodé los ojos, cansada de aquel tema.- Me voy a ver si consigo hablar con los de la mudanza para comentarles el cambio.

Salí de casa dando un portazo, porque por mucho que la rubia lo negara, las cosas habían pasado como habían pasado, y a mí no me había hecho ninguna gracia.

-Es que, ¿cómo puede decirme una cosa y luego actuar de otra?- Me quejé a María, que estaba al otro lado del teléfono, callada.- ¿A que tú también estás flipando?

-A ver, Natalia.- La escuché reírse por unos segundos.- ¿Estamos hablando de tu bajista?

-Sí, ¿por qué?- Fruncí el ceño al no entender nada.

-Joder, ¿tú la has visto?- Soltó una carcajada.

-Otra que tal.- Bufé.

-No lo digo por eso. Lo digo porque se parece a ti.

-¿Qué dices? Claro que no, María.

-Os parecéis mucho en el rollo que lleváis. De cara no, pero por lo demás sois iguales.

-Bueno, da igual. La cosa es que Alba...

-La cosa, amiga,- me interrumpió,- es que Alba se fijó en una chica que estoy convencida que le recuerda a ti, así que deja el drama.

-No puedo dejar el drama si estuvo a punto de comerle la boca.

-Es que seguro que lo estás exagerando todo.- Volvió a reírse.- Vuelve a casa con tu mujer de una vez, pesada.

Será que llega el otoño.//AlbaliaKde žijí příběhy. Začni objevovat