Capítulo 4: ¿Y la puesta de sol en Galicia?
Me desperté incluso antes de que la alarma sonara. Eran las tres y veinte de la madrugada y el despertador no sonaría hasta cuarenta minutos después.
Me di la vuelta, sonriendo sin poder evitarlo al ver a Alba, con la cara aplastada contra la almohada y babeando. Bajé mi vista poco a poco, suspirando al ver el anillo en su dedo y mordiéndome el labio. Hacía solo unas horas nos estábamos dando el sí quiero.
-Albi.- Susurré despacio, acariciando su cadera y pegándola a mí.- Buenos días, amor.
-Mh...- Frunció el ceño, escondiéndose en mi cuello.
-Mi amor, hay que levantarse ya.
-No ha sonado la alarma.- Musitó, pasando su brazo por mi cintura.
-Falta un ratito aún, pero he pensado que podríamos desayunar tranquilamente.
-Nat, son las cuatro de la madrugada, ¿tú te crees de verdad que tengo hambre?- Separó su cabeza de mi cuello, mirándome con un ojo abierto y el otro cerrado.- Yo solo quiero dormir.
-Si ayer no te hubieras empeñado tanto en celebrar que ya estamos casadas...- Dejé caer.
-No creo que tengas quejas de lo que pasó ayer en esta cama.
-No, pero te lo advertí, que hoy no te podrías ni levantar.- Solté una risilla.- Y que ya habría tiempo en nuestro súper fin de semana de luna de miel.
-Mh... Yo me he quedado en lo de que estamos casadas.- Sonrió en grande, abriendo por fin los ojos y mirándome con el brillo en estos.- Ya puedo decir que eres mi mujer, ¿sabes lo que es eso?
-Menos guay que decir que tú eres la mía.- Dejé un beso en sus labios, levantándome.- Venga, que luego te falta tiempo.- Empecé a vestirme, notando su mirada en mí.- Albi...- La miré con una ceja alzada, viendo que no dejaba de morderse el labio mientras me miraba de arriba abajo.
-Es que me puedes, Nat.- Suspiró, levantándose por fin y empezando a vestirse ella también.
Desayunamos con toda la tranquilidad del mundo, aunque en realidad solo nos hicimos un café. Alba tenía razón en eso de que a semejantes horas no apetece mucho comer. Ya comeríamos algo de camino a Galicia.
-¿Conduces tú?- Me miró con un puchero.
-Tienes más morro...- Sonreí.- No vale dormirse, ¿eh?- Advertí, sabiendo que por mucho que me hubiera prometido que no lo haría, no duraría demasiado rato despierta.
Paré a las dos horas, despertando a Alba porque, si yo tenía hambre, ella también la tendría si se despertaba en algún momento, y no era plan de parar hasta dos horas después. Tardábamos en total unas nueve horas.
Se quejó al principio, pero en cuanto empezó a comerse la tostada de tomate que se había pedido, lo agradeció. Al terminar, media hora después porque era lenta para comer, seguimos con el viaje.
-¿Te vas a dormir otra vez?- Me quejé al ver que cerraba los ojos y cogía la posición.
-Un poquito solo, Nat, que tengo mucho sueño.
-No te jode.- Musité, poniendo la música al máximo volumen y sonriendo cuando la vi abrir los ojos.
-Me caes fatal.
-Decirle eso a tu mujer está muy feo, Alba.
-Uy, que me ha llamado por mi nombre.- Se hizo la asustada, sacándome una pequeña risa.
Por suerte para mí y por desgracia para la rubia, se quedó despierta el resto de viaje. Cantamos a pleno pulmón la playlist que habíamos preparado. Nos quedamos calladas a ratos, sin ser nada incómodo, y a ratos hablábamos de todo un poco, sin hacer caso a la música que sonaba por los altavoces del coche.
YOU ARE READING
Será que llega el otoño.//Albalia
FanfictionBueno, pues la cuarta parte ya, no os digo nada que os desvelo cositas