Capítulo 9

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Capítulo 9: ¿Cómo fueron los primeros amores?

Natalia, a sus dieciséis años, estaba más insoportable que nunca. Estaba en plena adolescencia, y aunque Tomás tenía sus días, lo de Natalia era demasiado.

-¡Que te he dicho que hoy no sales!

-¡Ni que fueras mi madre!- Espetó, dejándome en shock y con la palabra en la boca.- Eso pensaba.- Musitó, dándose cuenta de lo que acababa de decir y yéndose.

Decir que estuve toda la tarde llorando sería, quizás, exagerar. Pero sí que estuve gran parte de toda ella tirada en la cama y hecha una bolita. Hasta que llegó Alba.

-¿Nat?- Se asomó, haciendo un puchero al verme.- Tomás me ha contado lo que ha pasado. ¿Quieres hablarlo?

-Me ha dicho una cosa muy fea, Albi.- Sorbí mi nariz, notando mis ojos humedecerse en cuanto me abrazó.- Lo peor que me podría decir alguno de los dos.

-Lo sé, mi vida.- Acarició mi pelo, suspirando pesadamente. Ni ella sabía qué decirme para animarme. Estaba segura que le había dolido tanto como a mí aquel comentario de su hija.- Pienso hablar con ella en cuanto vuelva.

-No, no, déjame a mí, ¿vale?

-¿Estás segura?- Musitó, juntando su frente a la mía.

-Si es que... Tiene razón, Albi. No soy su...- Me calló al segundo. No me dejó ni acabar la frase.

-Ni se te ocurra terminar de decir lo que ibas a decir porque te pido el divorcio ahora mismo, ¿queda claro?

-Alba...- Suspiré, apartando la mirada.

-¡Tomás!- Lo llamó, el cual se presentó de inmediato en la habitación.

-¿Tú estás de acuerdo con lo que le ha dicho tu hermana a Natalia?

-¿Qué?- Frunció el ceño.- Claro que no. Si has tenido con nosotros los mismos comportamientos que mamá.- Señaló a Alba, haciéndome sonreír de lado.- Nos has recogido del colegio semana sí, semana no. Nos has hecho la comida todos los días. El desayuno cuando se nos ha hecho tarde. El almuerzo.- Empezó a enumerar. Nos has reñido cuando has tenido que hacerlo. En definitiva, nos habéis educado juntas. Claro que no estoy de acuerdo con ella. Nos habrá tenido nueve meses dentro mamá, pero no cuenta eso sino quién ha estado y va a estar con nosotros el resto del tiempo. Y en eso estáis empate.

-Oye, al final me voy a poner celosa.- Destensó Alba el ambiente después de casi ponerme a llorar. Lo agradecí.

-Bueno, par de dos, yo me voy que he quedado.

-¿Con quién?- Preguntó Alba con la misma curiosidad que me invadía a mí. Entre semana no solía quedar nunca.

-Con... Un amigo.- Alba y yo nos miramos, evitando sonreír y mirando después a Tomás, asintiendo.- Dais miedo.- Musitó, saliendo después de la habitación.

El resto de la tarde nos quedamos en la cama haciendo nada. De vez en cuando no estaba mal un plan que implicara no hacer absolutamente nada.

Al escuchar la puerta, Alba se levantó al segundo. Decidí seguirla.

-¿De dónde vienes?- Se cruzó de brazos frente a su hija.

-De quedar con los de siempre.- Contestó con obviedad.

-Tú y yo tenemos que hablar.

-No, no.- Musitó, dirigiéndose a mí para sorpresa de las dos.- Creo... Creo que te debo una disculpa.- Me miró realmente arrepentida.- Joder, no sé qué me ha pasado, de verdad. Es que...

-Da igual.- La interrumpí con una leve sonrisa.- Ya está, no pasa nada.

-¿Nat?- Me miró Alba esta vez.

Será que llega el otoño.//AlbaliaWhere stories live. Discover now