Capítulo 15

240 28 1
                                    

Capítulo 15: ¿Los peces duermen?

Habían pasado treinta años desde que Alba y yo nos habíamos casado. No habíamos podido celebrar los veinticinco años de casadas porque había coincidido con la muerte de Rafi, y no estábamos para irnos de viaje. Así que nos esperamos cinco años más.

Decidí hacerlo sorpresa y, un día, desperté a Alba a las cinco de la mañana diciéndole que se tenía que hacer la maleta, que nos íbamos de viaje.

Se la hizo bastante más pronto de lo que me esperaba, así que aún no tenía el café cuando llegó a la cocina.

-¿A dónde me llevas?- Me abrazó por la espalda, apoyando su cara en mi espalda.

-Es sorpresa, mi amor.- Me giré hacia ella, abrazándola por la cintura y dejando un beso en su mejilla.- Pero vamos a estar una semana tú y yo solitas, sin preocupaciones...

-Mh... Eso me gusta.- Colocó sus manos en mis hombros, besándome con lentitud.

-Albi, Albi.- Me separé un poco de ella cuando noté la intensidad del beso subir ligeramente.- Ya habrá tiempo, que no vamos precisamente con tiempo.

-Jolines, Nat, ya nunca quieres.- Hizo un puchero.

-Amor, si es que siempre me pillas cuando estoy a punto de dormir.- Solté una risilla. No me lo había reprochado, ni mucho menos. Había sido un comentario como otro cualquiera.

-Antes te daba igual eso.

-Antes tenía veinte años, Albi.- Alcé una ceja, dejando un beso en sus labios.

-Así que estás admitiendo que estás vieja.- Me miró divertida.

-Oye, eso sí que no.- Le advertí, señalándola con el dedo.- Que te recuerdo que tú eres más mayor.

-Pues no lo parece, Nat.- Sonrió divertida, acercándose a mí peligrosamente y dejando sus manos en mi abdomen.

-Esta noche lo vemos, guapa.- Retiré sus manos.- Pero ahora en serio, vamos con el tiempo justo.- Quité la cafetera del fuego, sirviendo el líquido que había en su interior en dos tazas.

Desayunamos con algo de prisa, porque aunque Alba se había hecho la maleta rápido, el tiempo pasaba rápido.

Llegamos al puerto de Valencia con diez minutos de antelación, por lo que pude respirar tranquila. Alba no dejaba de preguntar que qué hacíamos allí. No se esperaba nada de lo que venía.

-¿Nos vamos de crucero?- Me miró con una ilusión. Yo le sonreí para confirmárselo.- ¡Nat!- Me abrazó con fuerza.- Jolines, siempre he querido irme de crucero

-Lo sé, amor.- Dejé un beso en su mejilla.

Estuvimos tres horas hasta que por fin pudimos subir al barco, porque al parecer íbamos por turnos. Era lo que tenía que en el barco cupiesen seis mil personas.

Llegamos a nuestro camarote y nos dedicamos a deshacer las maletas. Estábamos en el noveno piso, así que cuando terminamos, Alba insistió en salir al balcón que había para admirar las vistas. Vimos el puerto a lo lejos, Dentro de nada todo sería mar a nuestro alrededor.

-¿Estás contenta?- Le sonreí. Ella asintió, imitando mi sonrisa.

-Muchísimo, Nat. Muchas gracias.

-No me las des, Albi.

Hasta el día siguiente no llegaríamos a la primera parada, así que decidimos dar una vuelta por el barco para verlo todo. O casi todo, porque era enorme.

Hicimos una parada en uno de los bares que había, y nos pedimos un par de mojitos. Estaban realmente buenos.

-Yo quiero otro.- Sonrió inocente Alba cuando se lo había acabado.

Será que llega el otoño.//AlbaliaМесто, где живут истории. Откройте их для себя