Capítulo 4: mis piernas están abiertas

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#Modificado

Estoy agotado, normalmente al despertar suelo tener energías para mantenerme motivado durante todo el día, pero en esta ocasión me siento exhausto y adolorido.

Logan descansa plácidamente, su brazo se mantiene envolviendo mi cuerpo para mantenerme a su lado casi deseando que no me moviera, pero por muy tentador que sea olvidarme de mis ocupaciones, mi obligación como sirviente es omitir mi cansancio y levantarme para trabajar.

Me dolía el cuerpo, además al sentarme lograba sentir un dolor punzante que me mantenía con la mandíbula apretada para no quejarme, además al recoger mi ropa sentía una punzada en mi cadera que llegaba al punto de hacer temblar mis piernas ¡era horrible! Pero fui capaz de marcharme de su habitación, tenía que ir hasta la mía y buscar mi libro de hechizos para ayudarme con este síntoma, aunque obviamente no me salvé de las curiosas preguntas de Morgan quien quería saber dónde había pasado la noche.

No quería mentirle, soy muy malo mintiendo cuando me miran a los ojos, además es Morgan quien pregunta, este es una de las personas que mejor me conoce en el mundo, por no decir directamente que es la única persona que me conoce a detalle.

Mentir no era una opción, así que con vergüenza respondí que había pasado la noche con alguien, él obviamente me miró con cierta sonrisa coqueta, queriendo conocer más detalles, pero ¿Qué más podía decir? Mi virginidad se la di a un hombre que para variar es el príncipe.

De cierta forma eso me hizo sentir triste, yo sabía que estaba mal, aunque continué con mi camino diciendo que debía apresurarme para hacer mis deberes, este obviamente entendió así que entré rápidamente a mi habitación esperando encontrar algo que aliviara a mi cansado cuerpo.

¿Lo conseguí? Sí, el único problema es que terminé provocando un desastre tras no encontrar el hechizo adecuado, además estaba un poco retrasado con mis quehaceres, lo que me obligaba a correr de un lado a otro para llevar a cabo las órdenes del rey.

Este me ordenó que debía ayudar a Leila, una de las sirvientas de la princesa Charlotte.

Sirvientes normales no pueden acercarse tanto a los de la realeza, por ello fui elegido para atender al Rey que ha venido de visita junto a su hijo. No sé si eran buenas personas, pero me daban esa sensación, además los caballeros de armaduras que los cuidaban, eran muy amables conmigo.

Como ya se sabía, eran seis hombres, por ende, a los seis debía atender y servirles su desayuno. Normalmente no desayunan en el gran comedor real, aunque como hay visitas, el comedor fue preparado para ellos, de hecho, no podía existir ninguna mancha ni arruga que hiciera quedar mal a nuestro rey.

—Tienes sirvientes muy eficientes, Uriel— habló el Rey Antonio.

—Sí, por ello son los sirvientes personales de mis hijos— le decía.

—Por cierto, ¿Dónde está el príncipe? —preguntó el hijo del Rey Antonio— oí que era un príncipe fuerte, tengo curiosidad por conocerlo.

—Mi hermano es un príncipe ocupado— habló la princesa— debe estar haciendo algo muy importante, espero no les importe su ausencia— comentó, antes de mirarme y decirme a través de la mirada un "Ve a buscarlo"

Yo planeaba irme sigilosamente para despertarlo, pero sorprendentemente apareció en el comedor con una gran sonrisa, disculpándose en el proceso por la tardanza.

No pude evitar sonreír al mirarlo, se vistió por su cuenta así que me hacía sentir un poco orgulloso de que hiciera algo tan básico como eso.

—Espero no haberme perdido nada— dijo sentándose cerca de su hermana.

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