Carta a Lucifer XII

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Advertencia: Contenido sensible.

Amado Lucifer:

Toques violentos a la puerta de la habitación, fue lo que interrumpió mi sueños. Acostado en la misma posición en la que caí a la cama en la madrugada, si antes me dolía horrores el cuerpo. El descanso solo me hizo más consiente del daño recibido, apenas logré girarme de costado a la puerta, la mitad de mí rostro hundida entre las sábanas.

Las manchas de sangre en las sábanas blancas serían un problema difícil para las diablillas lavanderas, hecho un ovillo no me moví de mi lugar.

fuera estaba oscuro, fácilmente había dormido todo el día. Volviste a tocar la puerta violentamente, olfate despegando mí rostro de las sábanas. Había un ligero olor a alcohol desde fuera de la habitación.

En algún punto lograste entrar, tambaleante. Te lanzaste en mi dirección, ni siquiera tuve el tiempo o energía para apartarme. Ahora esperando algún golpe o reclamo, sin embargo. En tu rostro veo el arrepentimiento, ya no sé si es verdad o una vil mentira. Realmente quiero creerte.

Mis esperanzas cayeron cuál torre de naipes. Me tomaste de las piernas, arrastrandome a la orilla de la cama. Intenté patalear, alejarte. Pero eras más fuerte, mucho más fuerte. Ni siquiera ví venir el golpe a mi rostro y otro más, me partiste el labio.

Intenté con mis reducidas fuerzas llevar mis rodillas al pecho, cerrando por completo cualquier intento de tu parte, el pavor corriendo por mis venas. Las pataletas no las detenía, ni siquiera cuando lograste abrirme sin aparente esfuerzo.

En algún punto tenías apresada mi muñeca, manteniéndola fuertemente pegada al colchón, tus piernas enredadas con las mías, rasgaste mi pantalón. No me detuve en la frenta, continuaste aún si te rasguñe el rostro. Arrancaste de un tirón el saco y la camisa, reventando la tela y los botones saliendo disparados.

Ni siquiera tuve la oportunidad de gritar, no podía. Sentía como me ahogaba en la nada, el latir de mi corazón a punto de detenerse por el pánico. Sintiéndome cada vez más sucio y roto con cada toque brusco de tus manos sobre mi magullado cuerpo.

Me sometiste, me obligaste a tener sexo contigo. Tanto como quisiste, pero en algún punto te detuviste enojado cuando notaste mi llanto silencio y una sonrisa rota en mis labios, incapaz de desaparecer. Llorando con el recuerdo de tu infidelidad gravada a fuego, recordando que no era yo quien estaba medio desnudo en nuestra cama hacé horas. Llorando de impotencia al no poder apartarte de mí, de mi cuerpo sucio y usado. Cómo si fuese un mero objeto de tu diversión.

Me miraste con recelo, y luego como si fuese un mantra. O un guión aprendido, repetiste con tanta insistencia: lo siento, de verdad lo siento.

Y esa malsana parte de mí, quiera perdonarte. Pero mi consiente pide a gritos huir, esconderme. Nunca verte, dejar de amarte o desaparecer en el intento. Con la vista fija en un punto muerto de la pared. Aferrado a las sábanas sucias. Las lágrimas cuál cascada no se detenían, a pesar de que no me quedaba más fuerza para nada.

Temblé bajo tu toqué sobre mi cuello, déjate un beso en todas esas marcas bruscas que dejaste no hace mucho. Intenté alejarme, pero fuiste más rápido al abrazarme. Enredaste tu mano en la mía, repitiendo una y otra vez, que lo lamentabas.

Odio cuando mientes...

-Alastor T.R.D-

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•Notas del autor privado de sueño y con la percepción de la realidad bien alterada:

•Todos necesitaremos terapia luego de terminar de leer esto.

•Y se vienen cosas peores, dice la biblia. Advertidos están.💀

•Bandita, cuidense y no olviden tomar awita, nos vemos. Chao.

Atte: Mr. Radio Demon

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