Capítulo 8

867 65 23
                                    

Había seguido al alfa por un camino distinto por el que le habían traído. Realmente era una casa muy grande, aunque ni siquiera se trataba realmente de una casa, era como una gigantesca mansión. Había pasillos aquí y allá. Y Louis sabía que de no estar detrás de Harry se hubiese perdido desde hacía mucho.

—Es una casa enorme —comentó por lo bajo.

No planeaba ser amigo del purasangre, pero si caerle bien y ser agradable reducía la sentencia que el destino le había dejado encima, pues vale, no era tan malo.

—Es más solitario y silencioso así —respondió Harry luego de un par de pasos más.

Louis entrelazó los dedos de sus manos detrás de su espalda y siguió con sus pasos cortos. No le importaba estarse quedando atrás, los pasos del alfa eran enormes, casi cuatro veces más que un par suyos. No iba correr detrás de él, por lo que se estaba tomando su tiempo.

—¿Te gusta que sea tan grande?

—Sí.

—Dicen que los gustos exagerados de las personas suelen ser para recompensar otras cosas de las que se carece. —soltó haciendo una mueca enfocándose mucho en su dato que no sabía estaba en su memoria hasta ese momento que lo dejó salir.

Harry le dio una mirada por encima de su hombro y alzó una ceja—. ¿Crees que carezco de algo, omega?

Louis reaccionó y levantó su vista, encontrándose con la mirada de Harry. De inmediato aparto sus ojos, mirando la alfombra a lo largo del pasillo. ¿Por qué se avergonzaba? Solo era ese alfa mirándolo, lo detestó, ese sentimiento inconsciente.

—No lo sé. ¿Tú lo haces?

No supo si Harry seguía viéndole, pero dudujo que no, porque siguieron caminando.

—Hasta hace poco carecía de compañía. Creo que no más.

Louis sabía que Harry se refería a él. Louis era la compañía de Harry. O eso creía el alfa. El omega sólo sentía incomodidad y repudio. No quería ningún alfa. No quería una compañía.

Sin embargo, tenía una nota mental de guardarse sus pensamientos de ese tipo para sí mientras pudiesen poner al purasangre de mal humor. Aunque por alguna razón, todavía tenía la corazonada de que el alfa no le lastimaría ni le tocaría un pelo si Louis así lo quería. Pero era solamente un pensamiento, no se debía fiar en absoluto de ello.

—Pensé que dijiste que te gustaba la soledad.

—Pero no ese tipo de soledad omega. Llega un momento en que te encuentras vacío por dentro. Tu cama está sola y no hay nadie para hablar, entonces ese tipo de soledad ya no es agradable.

Louis parpadeó, levantando de nuevo su vista. Observó al alfa, su ancha espalda cubierta por aquel saco de tela cara y esos rizos yendo de un lado a otro con su caminar.

Entonces, sus labios se movieron solos.

—¿Cómo sabes que te agradaré yo? No me conoces en absoluto. Quizás sea muy gruñón, malhablado y repugnante.

Louis no logró verlo, pero Harry sonrió apenas.

—Lo sé porque eres mi omega.

Louis suspiró a su pesar—. Creo que... Eso no tiene nada que ver.

El alfa se detuvo, dando la vuelta para verle de frente. Entonces Louis observó la pequeña sonrisa en sus labios. El alfa levantó su dedo índice y tocó su propio pecho—. Se siente aquí, Louis. La manera en que eres, en la que estás formado, tu carácter, tus miedos, tus alegrías... Todo se siente aquí, desde el primer momento. Confío en que vas a darte cuenta pronto, y si no es así, si no lo haces pronto, entonces yo esperaré hasta que lo hagas.

Luna de Sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora