Capítulo 13

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Luna de Sangre.

Hubo turbulencia cuando el cuerpo de ambos omegas se hundió bajo el agua y sus manos que se sujetaban con fuerza terminaron por soltarse.

Louis soltó la enorme cantidad de oxígeno que había retenido antes de saltar al sentir la frialdad colarse hasta sus huesos en cuanto entró en el agua observando luego burbujas borrosas que escapaban a la superficie cuando abrió los ojos para ubicarse. Su cuerpo se sentía pesado y de un momento a otro se creyó incapaz de moverse. Parecía estar atrapado en un enorme cubo de hielo, el río era un auténtico río de hielo.

El agua parecía estar congelada. Los pulmones comenzaban a dolerle dentro. Su piel se sentía casi ajena, y cada movimiento dolía.

Sintió el viento frío chocar contra su rostro cuando finalmente consiguió asomar la cabeza fuera del agua, tomó una bocanada de aire que le dolió más que cualquier otra cosa que hubiese vivido antes y casi gimió, moviendo los brazos con dificultad para mantenerse a flote.

Pero aún así, no se arrepentía de haber saltado. Podría morirse justo ahí y no se habría arrepentido de nada.

—M-Mike —soltó apenas, observando el vaho escapar de su boca por delante de sus ojos—. ¡M-Michael! —soltó más fuerte, el pánico lo invadió con rapidez al no escuchar nada más que la corriente del agua que se arremolinaba a su alrededor.

Giró la cabeza y entonces el omega rubio apareció, pataleando y asomando la cabeza mientras boqueaba. Louis apenas nadó un poco, logrando sujetarle por la ropa.

—D-Deja de moverte —consiguió decir a Michael, quien parecía demasiado alterado tratando de tomar aire—. Si no... Nos h-hundiremos ambos. Quédate qui-quieto.

—J-Joder —balbuceó Mike, escupiendo un poco de agua fuera de su boca.

A Louis le costó casi la vida ponerlos a ambos cerca de la orilla donde pudieron sujetarse cada uno por su cuenta de unas enormes raíces que se asomaban por encima del agua. Con lentitud y esfuerzo llegaron a una zona segura ayudándose mutuamente para lograr salir del agua.

Michael básicamente se desplomó en la tierra y apretó los ojos cubriéndose la boca mientras soplaba un poco de aire tibio para calentarse el rostro.

Ambos omegas estaban agitados y se sorprendían de que estuviesen vivos aún.

Louis tembló mientras se arrastraba con dificultad hasta recargarse en un enorme árbol para calmar su respiración y recuperar el aliento. Dolía, cada bocanada de aire que tomaba era un dolor en el pecho que encima le quemaba.

—D-Debemos movernos —escuchó a Michael decir. Apenas y podía hablar, su voz se oía afónica y rasposa.

Los dientes del ojiazul chocaron entre sí y asintió, abrazándose a sí mismo.

—Hay que... Ir más adentro del bosque. —sugirió—. Si encontramos un... Un buen punto, podremos- podremos tomar el sol, ayudará.

El rubio asintió incorporándose con lentitud mientras se apartaba el cabello mojado del rostro, le tendió una mano y le ayudó a ponerse de pie también.

Soplaron un poco más con frialdad y se pegaron el uno al otro para comenzar a caminar.

—Maldición Louis, tienes un par de cojones que... No sé si sabría igualar. —murmuró Mike, todavía temblando—. Bien he escuchado que aquellos que aparentan ser calmados y callados, son los más valientes y peligrosos.

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