Capítulo 28

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"Harry observaba a su omega comer su desayuno con aquella sutileza que sólo él podía poseer sentado en la enorme cama de la habitación que compartían. Habían decidido no asistir al comedor esa mañana porque las mantas habían estado demasiado cómodas para siquiera pensar en salir fuera, era un día de nieve y bastante frío, además domingo, por lo que Harry creyó adecuado ceder ante la recomendación de un adormilado Louis sobre permanecer en el lecho hasta tarde y tomar ahí el desayuno.

No había nada que Harry disfrutase más que estar ahí, observando a Louis moverse suavemente, parpadear, beber de su té, sonreírle, apartar el cabello de encima de sus ojos... Observar a Louis, solamente ahí, existiendo.

La sola existencia de Louis le hacía sentir dichoso como persona y afortunado como alfa. Porque Harry lo tenía ahí, delante suyo. Porque podía ver todo tan de cerca, cada precioso detalle... Cada pequeño lunar. Y le pertenecía, Louis, su adorado tesoro, le pertenecía por completo.

Harry lo amaba.

Amaba a su omega con devoción y ni siquiera trataría de evitar ocultar el enorme sentimiento que florecía profundo dentro suyo, porque era demasiado evidente en cada mirada hacia su omega, en cada toque dado, en cada palabra dicha.

El purasangre estaba dejándose caer en aquella suave nube con ojos cerrados y lo mejor, era que estaba disfrutando de la sensación.

Louis dio una pequeña mordida a su galleta de avena y le dedicó una mirada pícara al alfa, sabiendo que éste llevaba demasiado tiempo observándole.

—¿Me ha crecido un barrito en la frente, o por qué me miras tanto? —el omega bromeó.

Harry tuvo que reírse mientras llevaba el vaso de jugo de naranjas naturales a sus labios, luego de un trago, suspiró.

—Podría pasar mi eternidad observándote y aún así no consideraría el tiempo suficiente para admirar cada precioso detalle que existe en ti, omega. —le respondió.

Entonces Louis ladeó la cabeza y sonrió, aquellos hermosos pliegues apareciendo al final de sus ojos—. ¿Nos despertamos románticos hoy? —le preguntó.

Harry volvió a reír, alzando ligeramente los hombros—. No es más que la verdad, mi omega.

—Te quiero alfa —dijo el joven en un susurro—. Con todo el corazón.

—Y yo omega... —respondió Harry—. Con todas las fuerzas que existen en mí.

—Eso es mucho.

—Y faltaría, omega. Faltaría demasiado para hacerle justicia a lo que siento por ti.

Louis volvió a sonreír y sus ojos zafiro brillaron. Harry amaba su color. Profundo y único.

—¿Sabes a qué me recuerda el color de tus ojos? —murmuró el alfa.

Louis negó con suavidad—. ¿A qué?

—Al océano. Uno profundo, en el cual me perdería gustoso. —sonrió—. Pero también uno vivaz e impredecible, porque realmente eres así omega... Cada día, me sorprendes con algo nuevo.

Louis soltó una suave risa, pues el alfa estaba más cariñoso que de costumbre.

—Nunca he conocido el océano apropiadamente —mencionó Louis—. Incluso cuando estuvimos en la pista de hielo, fue imposible apreciarlo con claridad por la oscuridad... Pero lo he visto en fotografías, es hermoso.

—Lo es. —Harry asintió de acuerdo—. Te llevaré a conocerlo, es una promesa."

Harry sonrió con suavidad ante aquel recuerdo. Habían pasado días, pero seguía tan fresco en su memoria que cerraba los ojos y aún podía sentir lo cálido del momento, aún podía escuchar la bonita risa de su omega y las suaves caricias amorosas que compartieron aquel día.

Luna de Sangre Where stories live. Discover now