Capitulo 4: Viaje al Internado Bourg

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Y ahí estaba... Parada entre un campo de niebla entre aquel parque cercano a mi santuario. Maldición no me puedo mover mucho... Me siento cansada... No habían ni Luna ni estrellas, estaba oscuro y no sabía si era de día o de noche... No puedo ver mas que bancos, faroles sin luz, los arboles y arbustos sin moverse, el suelo y aquella fuente que estaba en el centro.


La niebla llegaba hasta mis rodillas, pero lo único que podía hacer para encontrar algo de luz era caminar. Me costaba, sentía molestias y los pasos se hacían mucho mas lentos y costosos para hacer.


No te ha acerques mas!!!


Que.... Quien esta ahí??!!


Te lo pido... No te acerques...!!


Me Detuve en seco al ver lo que apreciaban mis ojos con lentillas, era... Horrible. No podía moverme a causa del shock, estaba en seco y mi respiración se hacía entrecortada a causa de aquella escena que podía apreciar a unos metros de distancia.


Era un peli azul completamente despeinado y una enorme trenza que estaba fuera de las ropas, donde la punta estaba en el suelo igual de despeinada como el resto. Las ropas completamente sucias y rotas, atada de manos, pies y cuello de sabrá Dios de donde; El pañuelo que era muy reconocido para mí que estaba manchado de sangre al igual que algunas partes del cuerpo de aquel joven, también estaba el celular, estaba un poco mas lejos con la pantalla hecha pedazos y las tonfas muy lejos de su alcance.


Dios... Soy... Yo....


Quiero acercarme y ayudarle pero no pude, algo me lo impidió, pero pude verlo, estaba frustrado, triste, furioso, con miles de sentimientos que daba como raíz la Ira. Pero, observe que levantó su mirada y me miró con un poco de comprensión.


Por favor... Te lo advierto... Cambia nuestro destino...


Espera... De que hablas?


Será mejor para las dos... Te lo pido... Nunca dejes que busque las tonfas....


Tonfas....?


Si.... las tonfas....


Espera!! -grité al ver como desaparecía entre la espesa niebla y todo volvía a ser pura oscuridad.


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Abrí los ojos de golpe y me senté como si mi vida dependiera de estar en esa posición, empecé a respirar agitada y miraba mi cuerpo, estaba sudando frío y el aire acondicionado ayudaba a que el frió de mi cuerpo aumentara, pero me calmaba a la vez. Era la tercera vez en la semana que tenía la misma pesadilla al verme a mi misma advertirme que "nunca deje que busque las tonfas".


Suspiré y volví a tirar mi cabeza hacia la almohada para apreciar el techo. giré la cabeza hacia el enorme ventanal que estaba cerrado con las cortinas azules tapaban el exterior, apenas podía ver un poco afuera y notaba que apenas el cielo estaba tornandose un poco claro, pero aún con su tono oscuro. Lleve una de mis manos hacia la mesita de noche y encendí la lampara, para así observar mejor mi habitación. Miré cada esquina en busca del reloj con mi pobre vista aún cansada y al encontrarlo mire la hora.

La princesa es una delincuenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora