Capitulo 16.4: Gracias a Vongola

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Había llegado.... Lo había logrado... Sabía que ellos estaban aquí.... En este mismo lugar, en donde todo este sufrimiento había comenzado.... En donde la historia en donde entré parte de toda esta locura tubo su origen con ayuda del cuarto juez Jesús Belgrano. 

Era una antigua casa abandonada enorme, en donde antes era una antigua guardería infantil a la que mi padre dirigía y era dueño, hasta ahora sigue existiendo, pero en otro local en donde ahora mi madre es la dueña actual de la guardería. Es muy famosa y la mayoría de los padres que tienen niños pequeños de toda la ciudad se los confían a mi madre y a sus trabajadoras. 

Pero volviendo al caso, ahora mismo, en este vacío lugar en donde la sangre de mi padre fue derramada frente a mi inútil presencia, se desataría la última batalla en donde uno de los dos bandos ganaría y veríamos quien se llevaría la victoria de haberse vengado de quien. Detuve mi moto frente a la entrada y la apagué, mientras que al mismo tiempo me bajaba. 

Internamente me sentía nerviosa, mis manos temblaban y mi piel se ponía de gallina a causa del frío (lo cual no lo cogí de buena señal ya que estaba acostumbrada a estas temperaturas nocturnas.... Quizá solo sean también los nervios), solo pienso mientras llevó inconscientemente una de mis manos hacía mi fiel katana, solo para asegurar de que ella estaba ahí para luchar a mi lado; y sí, acariciaba lentamente su suave Stuka de color rosa, solo para darme mis propios ánimos y comenzar a avanzar hacia adentro del edificio abandonado. 

Entre al loving, y estaba completamente desolado y oscuro. El olor a mojo y polvo se mezclaban para matarme con su terrible olor, donde solo antes el olor a flores, las luces y los sonidos de niños jugar por ahí y por allá se escuchaban por todo el edificio, donde ahora solamente se escucha un silencio sepulcral y aterrador. Comencé otra vez con mi avance, adentrándome en lo oscuro, teniendo como linterna la luz lunar (Obviamente tenía mi celular en mi cinturón como todo Vongola, pero estaba indispuesta a utilizarlo), sin chocar con algún mueble viejo y obstáculo que hubiese tirado en los alrededores gracias a la pobre luz que me guiaba hacia adentro.

Y me detuve en seco frente a las antiguas escaleras, donde ese suceso fue cometido; solo pude agachar mi cuerpo hacia el suelo hasta estar arrodillada en el y acariciar el suelo con una de mis manos, una oscura mancha que jamás se desapareció de ese lugar en todos estos años. Y era... La sangre de mi padre.... Aquí fue donde murió a causa de los disparos, y en donde me dijo sus tan bellas últimas palabras que hasta ahora han sido lo que más recuerdo en mi vida y jamás olvidé. Sin darme cuenta, una molesta lagrima comenzó su travieso viaje por mi mejilla hasta llegar a mi quijada y perderse ahí hasta llegar al suelo, cerca de donde estaba la maldita mancha sangrienta que solo traen los recuerdos de ese suceso. 

Suspiré y con mi otra mano me sequé las lagrimas, antes de levantar mi mirada hacia la cima de las escaleras. Me puse de pié y decidida me puse en marcha subiendo cuidadosamente aquellos peligrosos escalones, teniendo precaución de no accidentarme con ellos, a causa de su mal estado actual. Cada paso era una nueva inseguridad de equivocarme y a la vez de que saldría efectiva, no sabía exactamente en que mi cabeza se centraba, solamente seguía mis instintos y seguir avanzando hasta aquella habitación del piso de arriba, donde ellos me estén esperando desesperadamente para resolver este problema. 

Finalmente llegué al piso de arriba encontrándome con un largo pasillo, donde recuerdo cuando era pequeña que estaba lleno de colores y vida, con el pasar de las mujeres que trabajaban en esta guardería; y ahora, solamente se encontraban las paredes horribles, descoloridas y sin vida, todo estaba destruido y casi todas las puertas estaban destrozadas, habían habitaciones que ni puertas tenían o otras tenían hoyos a través de las mismas. Fijé mi vista en la última puerta al frente del pasillo que estaba mas o menos intacta, a causa de ser vieja. De seguro era ahí.

Suspiré otra vez, y a paso tranquilo avanzaba hacia la puerta, llevando por reflejo una de mis manos hacia mi fiel katana para estar protegida por si los ataques sorpresas y cobardes se hicieran presentes en ese momento. Sentía mi mano temblar a causa de los nervios, la adrenalina y emoción que sentía en esos momentos recorriendo mi todo mi cuerpo, haciéndome internamente helar la sangre y a la vez poniéndome los pelos de punta, sin dejar atrás la piel de gallina. Solamente suspiré fuertemente al llegar al final del pasillo y llevar mi otra mano libre hacia la perilla de la puerta, en donde sabía que estaba abierta. 

Pensé varias en devolverme y echar todo este esfuerzo a la basura, al quizá no haberme sentido preparada por todos estos largos años para cumplir mi venganza en honor a mi papá; pero sabía que ahora no había marcha atrás para esto y que jamás volvería a verse una oportunidad como esta (y con la orden de kyoya-sama mucho menos). Así que lentamente giré la perilla hasta poder empujar la puerta sin esfuerzo y poder entrar a la habitación. 

Y al estar completamente dentro, solamente pude quedarme en un horrendo shock al verlos ahí. Eran unos 5 hombres armados de armas blancas, todos con una edad suficientemente mayor para calcular exactamente que todos estaban ente los 30 a 35 años. Ellos me miraron desafiante, mirando al mismo tiempo que yo los miraba de la misma forma, sintiendo el escenario tenso y escalofriante. Yo, solamente estaba envuelta en pura ira, ira al verlos a ellos ahí, parados descaradamente desde el otro lado de la habitación con una sonrisa malditamente repugnante que me daba asco. Aquí se desataría pura pelea.

Estábamos en un amplio salón, era exactamente una antigua oficina de presidencia, en donde seguramente era de mi padre. Ellos, estaban del lado contrario del  enorme y viejo desgastado escritorio. Uno de los hombres estaba sentado sobre el escritorio, mientras el resto se encontraba esparcidos por todo el salón. Dos de ellos estaban detrás del primero recostadas de la ventana rota, y los otros dos a cada lado de mi, pegados a la pared de la puerta.

-Valla, Valla..... Ha pasado mucho tiempo..... -Dijo el hombre que estaba sentado sobre la enorme mesa.

-...

-Que? No piensas hablar mocosa? -preguntó el mismo tipo que estaba sentado en el escritorio.

-No es como si tuviese ganas de meter conversación..... -Dije mientras avanzaba a paso lento, para no llamar aun la atención de mi intención por la cual vine.

-Me lo imaginaba.... Tu expresión en la universidad me lo dijo todo.... Dígame... Joven Vongola... Donde están tus compañeritos de escuelita? -Preguntó el mismo hombre, parecía que solamente hablaría el.

-Mis amigos, no tienen nada que ver en mis problemas personales....

-Solo porque te gusta hacerte la valiente.....

-Ni una cosa ni la otra..... 

-Me esperaba ese comentario de parte de ti... Eres igualita a él.... -Yo solamente pude fruncir el ceño, mientras apretaba inconscientemente mis manos para no perder el control de mi cerebro.

-No vengas a mencionarlo... En parte, vine a vengarlo luego de todos estos malditos años de espera infernal....

-Fíjate que nosotros también hemos quedado muy mal luego de haberlo matado... -Dijo el hombre poniéndose de pie, y a la vez, sus tan ruidosos pasos que resonaban como eco por toda la habitación, a la vez que rodeaba el escritorio y se dirigía a mi.-  Hemos esperado todos estos años que aparecieras y poder eliminarte a ti también....

-Gracioso comentario de tu parte.... -Respondí secamente mientras llevaba por reflejo una de mis manos a la katana, para prepararme por si atacaba.

-Lo digo enserio.... Tu maldito rostro.... Tus gritos.... Tus malditos intentos por revivir a alguien que murió.... Me daban solamente ganas de asesinarte ahí mismo..... 

Esa fue la gota de que derramó el vaso...

La princesa es una delincuenteWhere stories live. Discover now