CAPÍTULO 13

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Me muerdo una que otra vez los labios, un tanto nerviosa. A un lado del camino se ve una especie de atajo, así que aparcamos allí. Suspiro cuando el silencio reina en el lugar, solo se escuchan nuestras respiraciones y uno que otro pajarito cantando a lo lejos. Reviso la pantalla de mi móvil, desgraciadamente no hay señal.
—¿Tampoco tienes señal?
Desvío la mirada hacia él, lo pillo mirándome.
Mi corazón comienza a latir desbocado debido a que me produce nervios y no comprendo el porqué.
—No, bonita... —Niega y me sigue sosteniendo la mirada con aquella extraña insistencia que me eriza el vello.
Cuando me dice bonita siento que se me nubla la mente y solo puedo pensar en lo lindo que se escucha cuando me llama así y yo... creo que me gusta eso.
Dejo salir todo el aire que retengo en los pulmones y abro la puerta para salir del auto, desviando así mi atención hacia otra cosa que no sea él. Porque me he sentido cómoda sola, porque siempre he pensado que no necesito a nadie a mi lado para estar bien, porque tengo miedo que me rompan el corazón; y ahora él llega y de repente me hace cuestionar todo, me hace sentir distinta.
—Cada vez se vuelve más oscuro. —Escucho que los grillos y las ranas empiezan a cantar.
Eso quiere decir que hay agua cerca, algún charco o laguna.
—Tratemos de dar una caminata alrededor, quizá estamos cerca de la carretera principal. —Me propone.
—Está bien... —Asiento.
Caminamos entre los árboles de la parte izquierda del estrecho camino, pero nos tenemos que regresar luego de varios minutos, ya que entre más caminamos se ve a lo lejos que hay más y más bosque. Luego vamos hacia la parte derecha y es lo mismo. Rendidos y caminando con ayuda de la lámpara de su móvil, llegamos de nuevo al auto.
—Estamos fritos Mark.
Él solo se mete las manos en los bolsillos de sus jeans y me mira atento, parece estudiarme.
—Estás temblando, mejor entra al auto. —Se acerca y me acomoda su saco sobre los hombros.
Espabilo en reiteradas ocasiones, un tanto nerviosa. Lo más extraño es que no siento tanto frío y él dice que estoy temblando.
—Jamás te regresé tu saco aquella vez. —Hago una mueca y me río.
Se contagia de mi risa y levanta la mano para tocar mi mejilla, su tacto es cálido, suave.
—Descuida, puedes quedártela. —Retira su mano y la mete de nuevo en su bolsillo—. Estás helada...
¿Parece que se preocupa por mí o son ideas mías? Asiento y entro al auto, me recuesto sobre los asientos de atrás y doy un respingo al sentir como la ropa húmeda se adhiere a mi piel. Como las ventanas del auto tienen los vidrios oscuros, aprovecho para desvestirme y quedar solo en bragas, al menos la tela es delgada y se seca rápido, lo contrario a mis jeans y la blusa. Me pongo el abrigo y agradezco al cielo que me llega un poco más arriba de las rodillas y no es tan ancho. Salgo y tiendo la ropa sobre la parte de arriba del auto, bajo la atenta mirada de él.
—No la vayas a quitar, es para que se seque... —Me giro y lo pillo viendo mis piernas.
Arrugo el entrecejo cuando fija su mirada en mi rostro y levanta las manos en señal de paz. Me río luego ante aquello y regreso a mi asiento. Miro la hora en mi móvil, ya son casi las ocho de la noche y nosotros aquí, creo que vamos a tener que esperar a que amanezca.
—¿Estás vestida? —Escucho dos golpecitos en la ventana.
—Sí... —respondo, cubriendome aún más las piernas y cerrando los ojos.
Segundos después lo veo entrar y sentarse a mi lado. Trato de bromear sobre el clima, pero se hace un silencio incómodo y largo, solo se escucha la respiración agitada de ambos. De repente, nuestras miradas se encuentran y no sé cómo, pero acabamos juntando los labios. Mark hace el amago de besarme, parece que trata de contenerse para no hacerlo. Suspiro y acorto la poca distancia que nos separa, solamente deposito un beso en su mejilla y cierro los ojos al recostarme en el asiento, restándole importancia. Sin embargo, parece no querer dejar las cosas así. Siento su boca sobre mi cuello y no puedo evitar abrir los ojos cuando mi cuerpo estremece por completo. Susurro que no me haga esto, ya que él está casado y nos podemos hacer daño; que esto solo es momentáneo...
¿Qué puedo hacer cuando su mirada se clava en mí? Derrumba todas mis defensas y me deja la mente en blanco. El problema aquí es que él es totalmente mi hombre ideal y no soy de piedra. Mi corazoncito late emocionado ahora que tengo esta ilusión, ahora que un hombre me desea y yo también a él. No puedo resistirme ni luchar contra esto que siento.
Sus labios buscan los míos y correspondo casi sedienta, dejándome guiar por su lengua y manos que llevan a las mías hacia su cuello para rodearlo. Él se aferra a mi cintura, como si no quisiera dejarme escapar de su Influjo.
Siento sus dedos colarse bajo el abrigo y acariciar mis piernas, por donde van subiendo hasta llegar a mis caderas y después se detienen entre mis senos. Asiento y suelta el botón, dejando ver mi cuerpo sudoroso y desnudo ante su mirada nerviosa. Me dice lo hermosa que soy, yo sonrío complacida y empiezo a ayudarlo a retirar toda su ropa con mis manos temblorosas.
Besa todo mi cuerpo desde los pies a la cabeza y luego se detiene entre mis piernas, donde me brinda un cúmulo de sensaciones deliciosas que jamás había experimentado. Su lengua y dedos se mueven con maestría en ese lugar prohibido donde ni yo misma había llegado tan lejos.
Después de probarme, permite que yo suba sobre su cuerpo y lo saboree a mi manera, lamiendo y chupando lentamente, disfrutando una noche que quizá jamás se vuelva a repetir. Tomo su masculinidad dentro de mi boca y hago que pierda el control, sus pequeños gemidos son como música para mis oídos y me empujan a seguir dándole placer, el mismo que me regaló hace un momento atrás...
De forma un poco ruda me tumba sobre el asiento y se hace un lugar dentro de mí, embiste despacio y certero, robándome el aliento con sus movimientos y besos apasionados. Toma mi cabello entre sus dedos, me susurra cosas morbosas y también lindas, me trata como una muñeca que podría romperse entre sus brasos si se le da por ser salvaje. Se derrama sobre mí cuando él placer llega a lo más alto dentro de nosotros, y yo solo puedo atraerlo más hacia mí para no dejar escapar la explosión de placer que dejó en mi interior. Susurra sobre mi boca y cae exhausto entre mis brazos, de donde no lo dejó escapar durante toda la noche...
Bostezo con ganas cuando siento el cansancio venir y hacerme cerrar los ojos de nuevo. No quiero quedarme dormida, pero tal parece que no puedo luchar contra ello, siento cómo su cálida mano mueve mi cabeza hacia su hombro y la deja ahí, y no opongo resistencia, ya que es cómodo...
Despierto en medio de las penumbras y me desperezo sobre el asiento. Abro los ojos aún más cuando noto que él no está a mi lado.
—¿Mark? —pregunto en busca de una respuesta, pero solo hay silencio.
Salgo del auto y busco por los alrededores, miro hacia el cielo y se ve un poco claro, por lo que deduzco que pronto va a amanecer. Él no está aquí y ya he comenzado a sentir temor.
¿Se fue y me dejó sola?




Holaaa paso por aquí a saludar, perdón por demorarme mucho, pero estuve muy ocupada con mis bebés. Besotes y gracias por leer <3

Siete días con Mark MichaelsTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang