CAPÍTULO 24

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Despierto a su lado, ambos bañados por la tenue luz de la mañana, muy diferente de como es en Miami.
—Buenos días.
Acaricio su oreja con mi dedo, provocándole cosquillas.
—Buenos días a la mujer más hermosa de toda la tierra. —Enreda sus piernas con las mías y se abraza a mi cintura.
Se ha vuelto todo un romántico, y eso me enamora más cada vez más.
Nos quedamos así por un rato y luego bajamos a desayunar al restaurante del hotel, tomados de la mano y con un poco de cansancio, ya que solo hemos dormido unas cuatro horas. Sí, ya se imaginarán el porqué...
Luego de saciar nuestros estómagos nos dirigimos a navegar en káyak hacia los glaciares, lo que me parece sumamente una locura, pero tan emocionante sentir el hielo vibrar y el misterio indómito de la naturaleza bajo mis pies. Recorremos los largos senderos en bicicleta, hablando de nosotros mientras observamos el paisaje digno de ser la pintura más cara del mundo. Al llegar la noche, vamos a cenar al restaurante Crow's Nest, un lugar rodeado de ventanales de cristal, donde a lo lejos se ven las edificaciones perfectas con aquel estilo conservador y más allá se dibujan los picos de montes salpicados del color blanquecino del hielo.
—¿Qué quieres para cenar, bonita? —Me toma de la mano.
—No sé, amor. Voy mirando mientras tanto. —Le resto importancia a la carta y me concentro en sus bonitos ojos miel que parecen sonreírme.
De repente se escuchan voces y discusiones entre personas. Pero no tardamos mucho en darnos cuenta que se trata de la escandalosa Amanda, quien se dirige hacia nosotros como una fiera, sosteniendo su vientre que está un poco más abultado. ¿Cómo puede ser posible eso?
—¡Así que te has casado! —Se abalanza sobre Mark.
—¿Qué haces aquí? Te dejé las cosas claras, ya déjanos tranquilos. —Él toma mi mano de nuevo y me deja tras su espalda para protegerme de ella.
—Te metiste con esta zorra quitamaridos. —Estira su mano para pegarme.
—¡¿Zorra?! —grito colérica.
¡Esta no sabe con quien se ha metido!
Que me perdone mi abuela Macarena pero mis días como un ser de paz y amor se acabaron de nuevo. Me le escabullo a Mark, voy directo hacia donde esa tonta rubia y tiro de su cabello con fuerza.
—¿Quién es zorra? —Le pregunto aquello y al hacerlo se enoja tanto que me envía al suelo.
—Te vas a arrepentir por esto. ¡Mark es mío! —Trata de arañarme el rostro.
—¡Yo no tengo necesidad de pelear por hombres! —Trato de deshacerme de ella, quien se aferra a mi pierna como un gato.
—Deténganse, chicas... —Mark trata de intervenir, pero nadie puede pararnos.
—¡Déjame! —grito ya hastiada.
Se lanza sobre mí como una loca y me empuja hacia la mesa, por lo que para evitar golpearme la cabeza termino tomando su blusa, sin darme cuenta que me he traído entre las manos una barriga falsa.
—¡Lo sabía! —Aquello se me sale en español, no puedo evitar reírme como una posesa, pero es que no supero esto—. ¿Es de trapos? Qué bajo caíste. Amanda tú eras inteligente...
—No quiero volver a verte de nuevo, piérdete... —Desvío la mirada de una avergonzada Amanda un molesto Mark en todo su esplendor, escucharlo decir eso me trae de regreso a la realidad.
Se me borra la sonrisa de burla al ver su rostro, de verdad luce decepcionado y hasta triste. ¿Qué significará eso? Me pregunto.
Me quita la barriga falsa de las manos y la lanza a los pies de la mujer, que llora con la cabeza gacha, seguido de esto toma mi mano y casi me saca contra mi voluntad del restaurante.
Cuando estamos más calmados lo encuentro en nuestra habitación.
—¿Estás bien? —Toco su mejilla y busco su mirada cuando él evita la mía.
—Quizá me imaginé un futuro con ese bebé. No lo sé, me siento como un... —Traga en seco y golpea muy fuerte el techo del auto, provocando que la alarma se active.
Me quedo estupefacta, atónita... Es que jamás lo había visto en ese estado, y me preocupa aquello. No quiero que estos problemas nos dañen, acaben con esto que empezamos a crear pero que pronto se nos escapará de entre los dedos como la fina arena, como el polvo que se esparce como si nunca hubiera existido.
—Lo lamento. —Él quería ser padre, ya se había ilusionado con la idea—. Pero quiero que sepas que estoy aquí para lo que necesites, no te voy a dejar. Estamos atados, ¿recuerdas? En las buenas y en las malas.
Le enseño los bonitos anillos que reposan en mi dedo, mostrando una sonrisa traviesa al dueño de mis suspiros.
—En las buenas y en las malas... —Su entrecejo se relaja poco a poco al sonreírme.
Me abrazo a él, esconde su cabeza en mi cuello y ríe. Es entonces cuando recuerdo la barriga falsa y no puedo evitar reprimir una carcajada. Esa Amanda se pasó, pero la vergüenza que debe sentir ahora es terrible. Lo lamento por él, porque se nota que aquello lo dejó triste. Un hijo no amarra a nadie, y si lo logras alguna vez, ¿de qué te sirve ver cómo tu hijo recibe amor cuando tú lo mendigas? No, eso no es inteligente, no es tener amor propio.
—Me pregunto cómo fue que Amanda apareció y salió del libro. Es que no comprendo cómo fue capaz de engañarme así, valiéndose de mi cariño por los niños, de mis deseos de ser padre...
Habla de aquel tema conmigo desde hace un momento atrás, me comentaba lo decepcionado que está. Sin embargo, no puedo yo decirle que no importa, que conmigo tendrá todos los hijos que queramos, que estaremos juntos pero a la misma vez no. Esta situación es una compleja paradoja...
—Creo que fue mi error, sin querer puede ser que haya descontrolado algo en el libro. No lo sé. Así de la nada fue que apareció. —Me encojo de hombros y dejo de acariciar su pecho desnudo—. Oye, mañana es nuestro último día juntos y...
Me interrumpe con un beso y se mete entre mis piernas desnudas.
—No hablemos de eso, bonita. Ya verás que no me iré, aquí seguiré junto a ti. —Acaricia con sus labios mis mejillas y baja hacia la piel de mi cuello, dejando un camino de besos húmedos.
Suspiro pesadamente, me encanta cuando hacemos esto pero no creo que sea el momento.
—No podemos tapar el sol con un dedo, Mark. —Al decir aquello consigo que se detenga, odia que lo llame por su nombre.
—Entonces imaginemos que podemos tapar el sol con un dedo, porque es mejor no hablar de ese tema. —Se recuesta a mi lado de nuevo y cierra los ojos.
—Debemos hacer algo, no podemos renunciar a esto. Mira, yo no creía en nada de amor hasta que te conocí y pusiste mi mundo de cabeza. ¿Cómo puedo dejarte ir? No lo soportaría. Nos conocemos hace casi una semana y ya siento como si hubiera vivido contigo toda mi vida, ¿entiendes? Eso no es común, esas cosas no suceden en la vida real. —El nudo en mi garganta crece cada vez más.
—Por eso, cuando todo acabe debes volver a la realidad, porque esta no lo es. Quizá... yo regrese al libro o desaparezca, no sabemos la suerte que tiene alguien que es ficticio, producto de tu imaginación... —suspira rendido, como si ya hubiera aceptado la verdad.
—Cuando lo dices de esa forma me siento terrible —Rompo en llanto y le doy la espalda, me acurruco contra las sábanas.
—Bonita... No era mi intención... Como personas adultas que somos debemos hablar todo claro. Me duele lo que pasará y lo sabes, me duele no poder hacer nada para retenerte a mi lado. —Rodea mi cintura con su fuerte brazo y besa mi hombro—. A estas alturas debes saber ya que te amo y que desde donde me encuentre en un futuro te estaré cuidando, ¿verdad? Quizá el destino se apiade de nosotros y nos dé una segunda oportunidad.
¿Podía sonar un poco menos a despedida?

Siete días con Mark MichaelsWhere stories live. Discover now