CAPÍTULO 18

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Acaricio la pasta dura y observo la portada, la cual tiene unos labios rojos muy sensuales bajo el título Pasiones. Sonrío al ver el amanecer iluminar mi rostro y el bello sol calentar mi cuerpo con sus cálidos rayos anaranjados.
De repente doy un respingo al sentir una tibia mano meterse bajo la tela de mi blusa y tocar mi cintura, mas no me muevo porque ya sé quien es. Pega su pecho a mi espalda mientras que aparta el cabello de mi cuello y lo besa despacio, haciendo que cierre los ojos y suspire ante tan agradable sensación, rodea mi cintura completamente y de manera posesiva con su fornido brazo, lo que me devuelve a la realidad de golpe.
—Mark... —Toco su mano que está sobre mi piel, tratando de quitarla y escapar de sus brazos, mas él me sostiene con fuerza—. ¿Por qué me haces esto? Dejame ir, ve con tu esposa.
Forcejeo con él, pero es inútil ganarle. Oh, cielos... ¿Por qué estoy llorando ahora?
—No iré con ella, ¿por qué dices eso, bonita? —mete ambas mano bajo la tela de mi blusa, ahora me tiene casi presa.
Me seco las lágrimas que resbalan por mis mejillas, no quiero que se dé cuenta de lo tonta que puedo llegar a ser.
—Anoche no regresaste... ¿Puedes soltarme, quieres? No me siento cómoda así —suspiro con fuerza.
«Oh, vamos... Claro que te gusta», mi cuerpo me traiciona.
—La dejé en su habitación y luego me fui a mi departamento. No quise molestarte, ya que pensé que estabas dormida. Quiero divorciarme de ella, no es que sea una mala mujer, sino que no la amo... ¿Engañarias así a una persona solo para no lastimarla? Ambos saldremos lastimados después de todo. —Me abraza más fuerte.
—Sí tú lo dices, sabes mucho más de amor que yo. —Me encojo de hombros.
De pronto mi enojo ha desaparecido. Me giro hacia su rostro neutral, presa de sus brazos y firme pecho, el cual ahora presiona contra mis senos, haciéndome sentir algo contrariada y sofocada. Se acerca mi rostro, su aliento mentolado me acaricia los labios.
—¿Ya no estás enojada, bonita? —Toma un mechón de mi cabello y lo lleva detrás de mi oreja.
Me quedo como tonta viendo sus bonitos ojos, el color castaño de su cabello, sus pestañas, labios, hombros...
—No. —Luego de lo que me parecieron mil años, respondo algo distraída.
—¿Hay algún lugar en específico al que siempre hayas querido ir?
Inevitablemente sonrío.
—Claro, tengo uno... —Me humedezco los labios,
—Dímelo, quiero llevarte a donde sea. —Besa mi mejilla, impregnando mi piel de su aroma varonil.
—¿De verdad lo harías? ¿Y qué pasará con Amanda? Digo que... —Pone su dedo sobre mis labios.
—Shh... —susurra muy cerca de mí oído, erizándome la piel de repente.
Dios... ¿Por qué lo hice tan seductor y apuesto? Es como si un bumerán hubiera regresado a golpearme en toda la frente. He caído en mi propia trampa, ¿podría decirse así?
—Pero, ¿no crees que estamos siendo un poco egoístas con ella? Ella... al parecer te ama —dudo en decir aquello, pero acabo diciéndolo, porque es un hecho y no se puede negar.
—Anoche hablé sobre todo esto con Amanda y me comprendió. A ella ya le dediqué mucho tiempo en vano, ahora solo quiero estar contigo, permítete tener la oportunidad de ganarme un lugar en tu corazón. —Toma mi rostro entre sus manos, con los dedos pulgares me acaricia las mejillas.
Sencillamente casi me derrito, su mirada guarda cariño, un interés inmenso hacia mí que me parece inefable.
—Ya tienes ese lugar en mi corazón. —Reprimo una sonrisa.
Él ríe.
—Eres muy dulce, bonita...
—Gracias. —Juego con los botones de su cazadora.
Niego, sintiendo las mejillas arder. Me besa así sin más, un casto beso y parece activar todos mis sentidos, alterar todas mis células. Me abrazo a su cintura, buscando su boca, sus ojos y toda la calidez de su cuerpo. Desliza sus manos hacia mi cuello, donde traza un camino de caricias con sus dedos, robándome el aliento y haciendo que cierre los ojos, que disfrute de sus labios presionar los míos con pasión, de su lengua acariciar la mía y de la sensación que me producen las pequeñas mordidas que deja en mi labio inferior. Mi cuerpo emana calor, me empiezo a sofocar y buscar pegarme más a él.
—¿Ocurre algo? —susurra sobre mis labios, los cuales roza ahora con sus dedos.
Respiro con dificultad.
—No, está todo bien —Lo miro a los ojos, luego a sus labios que también están rojos e hinchados por la fricción, los cuales se muerde pensativo.
De nuevo mete sus manos debajo de mi blusa y pellizca mis pezones con delicadeza, lo que envía una rica corriente de placer que se detiene en mi entrepierna. Vamos hacia la cama entre besos apresurados y desvistiendonos con desesperación. Recuesta su cabeza en el espaldar y yo me siento sobre su masculinidad, donde inicio un delicioso vaivén que nos lleva a ambos hasta las nubes... Susurra que no lo deje, que si lo hago quizá podría morir. Me promete que siempre estará conmigo, que nunca me olvidará. Pero no sabemos qué es lo que nos depara el futuro.
Arropa mis glúteos con sus manos y guía mis movimientos con frenesí apenas nos acercamos al clímax de tanto deseo que teníamos reprimido desde la última vez. Baña mi feminidad, de la cual escurre todo ese amor y deseo que sentimos los dos. Jadeamos agotados y de nuevo nos fundimos en un beso apasionado, enredandonos entre las suaves mantas e iniciando este baile con nuestros cuerpos una vez más...
Toma mi cabello entre sus manos, mientras mi cabeza responsa sobre su pecho.
—¿Y bien? ¿A dónde quieres ir? —hace aquella pregunta que me emociona.
Hay un lugar que siempre he querido conocer, pero no creo que a casi nadie le guste.
—Alaska. —Sonrío traviesa.
Eleva las cejas, mostrándose impresionado.
—Muy bien, entonces nos vamos de paseo a Alaska. —Asiente, de nuevo se acerca a mi boca.
Abro los ojos casi como platos.
—¿De verdad?
No me lo creo.
—Sí, de verdad.
Lo primero que hago es lanzarme a su cuello y abrazarlo, luego darle un beso y quedarme ahí pegada a su boca sin cansarme. De pronto, un golpe seguido de muchos más fuertes se escucha a través de la puerta. Temerosa me levanto de la cama y me visto, sintiendo mi rostro encendido en vergüenza. Mark se viste también, me pide que me tranquilice y abre, siendo empujado segundos después por Amanda.
—¿Por esta es que te quieres divorciar de mí, no?
Irrumpe en la habitación, se dirige hacia mí con una actitud amenazante, lo que hace que me aparte de Mark.
—A ver, niña, apártate de mi vista... —Pasa de mí y se acerca a él—. ¿Ella es tu novia ahora?
¿Niña? Me señala con el dedo pulgar. Yo claro que pongo los ojos en blanco porque estoy comenzando a molestarme, porque parece que el destino jugara con nosotros. ¿Por qué cuando estamos bien tiene que aparecer Amanda? Esto no es casualidad.
—Ya habíamos hablado sobre esto, lo aceptaste al final. Y sí, Camila es mi novia, lo siento si te lastimo, pero no puedo seguir engañándome a mí mismo y a ti, a todos... —Retira las pequeñas y delgadas manos que ahora toman las suyas.
Desde mi lugar lo observo un poco molesto y a Amanda llorar desconsolada. Siento una punzada de dolor y culpa, quizá es mi culpa que ella sufra. Al menos en el libro se aman y espero que lo sigan haciendo cuando regresen, porque no hay una pareja que me guste más que ellos dos, aunque sea hipócrita de mi parte. Y ya sé que sueno estúpida, pero ya sabemos que quien se va a quedar como la quita maridos y con el corazón roto, voy a ser yo...

Siete días con Mark MichaelsWhere stories live. Discover now