CAPÍTULO 23

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Y así el oficiante empieza con un discurso que tarda unos minutos.
Él y yo solo nos sonreímos unas que otras veces, trato de pedirle explicaciones con la mirada, pero solo me guiña un ojo. Entonces llega la parte más importante de esta improvisada pero muy bien elaborada ceremonia. Ya tendré tiempo de sobra para exigirle una explicación después, porque debe dármela o me volveré loca.
—Así pues, les pregunto: Mark Michaels, ¿quieres contraer este matrimonio simbólico con Camila Vega y efectivamente lo contraes en este acto?
—Acepto —responde con total seguridad, mirándome atento y respirando un poco más rápido.
Suspiro ante todo esto, me ha tomado por sorpresa. ¿Es una locura? Sí, pero es que, ¿acaso todos somos totalmente cuerdos? Un poco de locura no le hace mal a nadie.
—Camila Vega, ¿quieres contraer este matrimonio simbólico con Mark Michaels y efectivamente lo contraes en este acto?
De repente se me forma una especie de nudo en el estómago, un tremendo vuelo de cosquillas nerviosas y de amor al mirar esos bonitos ojos miel en los que deseo perderme por siempre y verlos a diario.
—Acepto —respondo sonriendo, sonrisa que él corresponde con la misma alegría.
Una bonita melodía de piano suena al fondo, creando un ambiente más íntimo.
—Ahora pueden dar inicio al intercambio de anillos. —El oficiante nos indica el siguiente paso a seguir, le entrega la alianza de oro a Mark.
—Yo, Mark te tomo a ti, Camila, como esposa y prometo serte fiel y cuidar de ti en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida. —Desliza el bonito anillo en mi dedo anular y deposita un beso en mi mano al final, sonrío tierna ante su hermoso gesto.
El oficiante ahora me entrega la alianza.
—Yo, Camila, te tomo a ti, Mark, como esposa y prometo serte fiel y cuidar de ti en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida...
Tomo su mano y deslizo el anillo en su dedo anular, dando un apretón por último y regalándole una sonrisa. El director de la ceremonia finaliza dando sus últimas palabras y deseándonos felicidad duradera.
Entonces Mark rodea mi cintura con sus manos, llevándome hacia su pecho firme y atrapando mis labios en un tierno y casto beso. Nuestras miradas se encuentran, nuestros alientos chocan en señal de esta llama que crece entre nosotros, de este amor de locos que solo nosotros dos podemos comprender.
Mis padres y hermana corren hacia nosotros, mi mejor amiga Aly tomada de la mano de su esposo y del pequeño que quiero como un sobrino, mi amigo Josh también viene; personas que desconozco pero que creo que son amigos de Mark de la editorial nos abrazan. ¡Todos están aquí! Me pregunto cómo pudo organizar todo esto en tan solo menos de veinticuatro horas. Se abalanzan sobre nosotros con felicitaciones, abrazos y brindando consejos ahora que somos marido y mujer de manera simbólica, ya que él sigue casado con Amanda. Y es que de solo pensar en él como mi esposo, siento cómo las mariposas revolotean en mi estómago. Mis padres me preguntan qué es lo que ha sucedido, y el porqué no les dije nada, yo solo respondo que algún día cercano les contaré, que no tengo tiempo, que él y yo no tenemos tiempo. No lo tenemos...
Nos tomamos de la mano y llevamos las fotos instantáneas que mi hermana menor capturó en nuestros mejores momentos en la corta ceremonia. Corro a su lado hacia la limusina que nos espera en el inicio del camino, nos subimos a toda prisa y le echamos un último vistazo a todos, quienes nos lanzan arroz.
—¿Cómo hiciste todo esto? Es que... —Me besa en los labios antes de decir algo más y niega con la cabeza.
—No hagas preguntas, aprovechemos cada segundo...
Desliza su dedo sobre mi boca y clava sus ojos en los míos, de una manera muy sensual, llevándome así hacia su cuerpo, hipnotizándome con esa manera apasionada de acariciar mis labios con los suyos. Me aferro a su pelo, permito que introduzca despacio su lengua en mi boca, que luego se esconda en mi cuello y muerda el lóbulo de mi oreja, ocasionando que desee ahora mismo tenerlo solo para mí en una habitación. Continuamos en ese peligroso juego todo el tiempo hasta que llegamos de nuevo al hotel, subimos a la habitación, pero de una forma distinta, me trae cargada entre sus brazos y cuando nos acercamos a la cama cubierta con pétalos de rosa en forma de corazón, me deja en medio de ella.
—¿Eres real, no estoy soñando? —Con una sonrisa boba en los labios acaricio cada pétalo.
—¿Eres real tú también? Porque me tienes soñando, bonita. —Se quita el saco y la corbata, camina hacia la cama como un felino cazando a su pequeña presa.
Se posiciona entre mis piernas, sube mi vestido dejando mis muslos desnudos y baja el cierre que tengo en la espalda.
—Tiene manos rápidas, señor Michaels... —Le susurro al oído mientras rozo con mis labios la piel de su cuello, sonríe.
—Preciosa... —dice aquello al ver mi sensual lencería oscura y tirar de ella con el dedo, se muerde el labio inferior con deseo, lo que me deja sin aliento.
Dejo que me quite el largo vestido, también que suelte mi cabello y retire mis zapatos de tacón. Con su lengua comienza a ascender desde mis pies, provocando que mi interior se caliente y suelte un gemido al sentirlo llegar a ese valle que no está prohibido solo para él. Retira mis ligueros con sus dientes, muerde mi entrepierna, lame esa zona con parsimonia y luego con agilidad, con una maestría enloquecedora. Oh, dios... No deseo que pare nunca, ya me siento adicta a él y no hay razón para volver atrás. Mark Michaels ha sabido meterse más allá que en mi corazón y mi vida, se ha convertido en todo por lo que quiero luchar...

Siete días con Mark MichaelsМесто, где живут истории. Откройте их для себя