CAPÍTULO FINAL

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Desde aquella vez, Mark no la ha vuelto a ver. Hace ocho semanas Camila pidió adelanto de vacaciones y luego un descanso médico, después de eso se marchó. No responde el teléfono celular, nadie sabe dónde está.
Habló con Steven, su asistente, quien le comentó acerca de los calmantes que toma, sus crisis y alucinaciones:
«A Camila le sucedió algo terrible hace un tiempo y dejó de ser la misma, a partir de ahí toma medicinas y tiene crisis que yo mismo he presenciado, siempre he estado con ella para ayudarla. Algunos dicen que enloqueció cuando su prometido desapareció o murió, otros dicen que sus novelas esconden algo extraño y tiene que ver con su vida; no lo sé muy bien, pero ella es muy buena y se ha ganado el cariño de todos... Últimamente se encontraba más alegre y había dejado de tener esas alucinaciones, pero de repente recayó y se ha ido a descansar. Quizá se siente avergonzada porque usted la vio en ese estado. Ya volverá, dele su tiempo...», fueron las palabras de Steven.
—Dios mío, me pregunto qué fue lo que le ocurrió para que terminara así...
Mark se lleva las manos hacia el rostro, limpiando el sudor. Continúa golpeando el saco de box, hace un poco de ejercicio para aliviar las tensiones.
Extraña a Camila, la quiere mucho y le duele que se haya ido así. Está sufriendo por su ausencia y toda esa terrible historia que gira alrededor de ella...
Descansa toda la tarde del sábado, mientras tanto lee las novelas de Camila, de las cuales por obvias razones, los nombres de los personajes son diferentes. No son historias muy largas y termina de leer pronto. Una de sus cualidades es que le gusta mucho la lectura y escritura, también leer libros de calidad, por esa razón compró la editorial.
Nota que hay una relación entre las dos historias, aunque son completamente diferentes. Es como si la segunda novela hubiera sido inspirada en el personaje masculino de la primera. Es un misterio por resolver, pero ya tendrá tiempo de seguir especulando. Se levanta del sillón y cierra el libro con fuerza, tanto así que el viento generado por las hojas golpea su rostro. Frunce el ceño al experimentar un estupor, como un mareo que hace su cuerpo tambalear y de repente una ráfaga de imágenes comienzan a reproducirse en su cabeza. Cae de una sentada en el sillón nuevamente.
«No puede ser... Alaska, Camila está en Alaska», su mente lo empuja a hacer aquella conjetura.
Se levanta de un salto y corre a programar un vuelo privado en su avión, lo más pronto posible. Necesita llegar rápidamente a Alaska...
Llega el día siguiente, corre por todo el aeropuerto internacional Ted Stevens, en Anchorage. Al llegar a la salida toma un taxi y pide que lo lleven al hotel Dimond center, rápidamente llegan y pregunta por Camila en recepción. Después de un rato le dicen que se encuentra hospedada allí, así que le pide al botones que le avise que Mark Michaels se encuentra esperándola abajo, que es urgente...
Cuando Camila recibe aquel mensaje, su rostro palidece y se le estruja el corazón. ¿Cómo supo que estaba allí?, se pregunta.
Se pone un abrigo y baja, aún dudando. Se siente muy avergonzada por haber parecido una loca frente al hombre del que está enamorada. Baja el último peldaño y se encuentra frente a frente con Mark, quien se quita el gorro y los guantes para el frío al verla.
—Mark, yo... Lo siento, no quería...
—Lo sé, bonita, lo sé...
La abraza con fuerza y besa su cabeza.
—Mark... —Rompe en llanto al sentirlo tan cerca.
—No llores, hermosa, aquí estoy y no volveremos a separarnos de nuevo. Estamos donde el destino nos separó y ahora nos une de nuevo, aquí.
Camila se queda en silencio.
—¿Recuerdas? —Lo mira a los ojos, notablemente impresionada e incrédula.
—Ayer lo recordé. Ya no tienes que fingir, lo sé todo. Tú estás completamente bien, no debiste huir de esa forma. Me dejaste con el corazón roto.
Besa sus pequeñas manos con ahínco.
De nuevo derrama lágrimas de felicidad y él también, ambos secan sus rostros con ternura.
—Te amo, Mark.
—Yo también te amo, Camila. Mi preciosa...
Susurra palabras cariñosas y la envuelve en un abrazo que parece no tener fin. Las personas se detienen para observarlos con interés, les produce felicidad ver a dos seres amarse con tal pasión.
Suben hasta la habitación entre besos y sonrisas alegres. Con toda la emoción del momento, Camila olvidó recoger unos documentos que dejó sobre la mesita de té. Le entrega un vaso de jugo a Mark y rápidamente recoge todo, pero una ecografía cae al suelo y no pasa desapercibida para él, quien la toma enseguida. Observa una pequeña figura alargada, en la descripción menciona que hay un embrión con latidos presentes.
—¿Qué es esto? —Muestra la ecografía.
Camila se lleva las manos a la boca y suspira profundo antes de hablar.
—Voy a explicarte, y antes de alarmarte o pensar cosas, déjame terminar. —Se sienta al lado de él—. Yo... Hace unos días estuve sintiéndome muy mareada y con náuseas, así que decidí hacerme pruebas de rutina, ya sabes... Y cuando recibí los resultados me pidieron hacerme una ecografía y un examen de sangre que resultaron ser positivos.
Junta los labios con nerviosismo y cierra los ojos.
—¿Positivo para qué? —cuestiona nuevamente.
—Estoy esperando un hijo tuyo... Pensaba darte la noticia apenas volviera, solo quería estar cien por ciento segura.
El rostro de Camila ensombrece mientras que el de Mark se vuelve espléndido y contento.
—¡No lo puedo creer! ¡Voy a ser padre! —grita emocionado, pero nota la tristeza de Camila y se detiene—. ¿No estás feliz?
—Sí lo estoy, solo que esta noticia me ha tomado por sorpresa. El deseo de ser madre siempre ha estado ahí, aunque no sé... casi nada sobre bebés. También estuve tomando medicamentos para las alucinaciones y eso puede hacer que el bebé tenga algún problema de salud. Estoy muy preocupada...
Mark toma sus manos con cariño.
—No tienes nada de qué preocuparte, yo estaré siempre contigo. Seremos los mejores padres. No seas negativa, por favor, bonita.
Camila sonríe, él si sabe levantarle el ánimo.
—Te tomaré la palabra, cariño. Tienes razón, seremos los mejores padres.
Se dan un abrazo, Mark deja las manos sobre su vientre mientras observan los picos de hielo a través de la ventana. Ahora nada se interpondrá en sus vidas, el fruto de su amor pronto llegará al mundo y los unirá para siempre.
—Mark. —Camila llama su atención.
—¿Si, bonita? —Él responde.
—Te amo mucho.
—Y yo a ti, cariño...

FIN.



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Siete días con Mark MichaelsWhere stories live. Discover now