CAPÍTULO 17

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Asiento lentamente, conteniéndome para no saltar a su cuello y quedarme ahí como una niña; sin embargo, no puedo impedir que mis pies se muevan sin mi aprobación y caminen hacia él como dos autómatas.
—Te extrañé... —Me escondo en su cuello, olfateo ese picante aroma masculino y cierro los ojos, a la vez que él rodea mi cintura con sus fuertes brazos.
Lo escucho suspirar.
—¿Qué me has hecho, Camila?
Su pregunta me toma por sorpresa, por lo que trato de apartarme de él, pero me lleva hacia su pecho y con una mano acaricia suavemente mi cabeza, provocando mil sensaciones y emociones en mí.
—Yo creo que mejor me retiro... —Aly dice aquello, seguido del sonido de la puerta al cerrarse.
Ya después volverá y me obligará a que le cuente todo, de eso estoy segura como que la conozco demasiado.
—¿Por qué me preguntas eso? —Continúo con los ojos cerrados, disfrutando de su calidez.
—No quiero dejarte ir, me tienes pensando en ti todo el día, bonita... —Besa mi mejilla, su aliento acaricia mi piel con parsimonia.
Nuestros ojos se buscan casi por inercia, deseando mirarse de nuevo, comunicar a través de ellos lo que sentimos. Pero el sonido del reloj inunda la habitación, anunciando las doce de la noche y un día menos para nosotros, este nosotros que ahora se sabe incierto. Regreso la mirada a la suya, tomo su cabello entre mis dedos y acerco su rostro mucho más al mío.
—Entonces no me dejes...
Rozo sus labios y los beso, saboreando lo dulces que son, más ahora. Mark nos guía hacia un bonito sillón que hay en el rincón, sin dejar de besarnos caminamos torpemente hacia allí. Me dejo caer a su lado, él toma mi cabello corto entre sus dedos, relajándome por completo mientras disfrutamos ambos de un beso apasionado, lleno de deseo y a la vez de cariño. ¿Cuándo me imaginé sentir todo esto?
De repente una voz melodiosa que se escucha afuera en el pasillo, hace que el cuerpo de ambos se tense de repente y yo me aparte de él
—¡Mark! ¿Dónde te metiste, mi amor? Vamos a la cama...
Es una voz irreconocible para mí, pero notoriamente muy femenina.
¿Por qué Mark se ha puesto tan serio de repente?
—¿Ocurre algo? —Toco su hombro, lo que parece traerlo de vuelta aquí.
Sus ojos miel se clavan en los míos, logro ver un atisbo de confusión cruzar por ellos.
—Creo que es la voz de Amanda...
—¿Amanda? —Me levanto de un salto—. Eso no es posible, es que no es posible.
Sí algo como eso llegase a ocurrir estaría realmente jodido todo. Esa voz debe de alguna de las empleadas, pero entonces, ¿por qué esa manera de llamar a Mark me es tan familiar?
—¿Qué es lo que no es posible? —Aquella voz a mis espaldas me hace girar mi cuerpo en busca de ella.
Oh, no...
La mujer alta, rubia, de ojos verdes, labios carnosos, curvas perfectas y elegancia de infarto, me mira ahora con una expresión de total confusión, lo contrario a mí, que la observo como si estuviera viendo al mismo satán en persona.
¡Amanda se encuentra frente a mí!
—¿Qué haces aquí? ¿Quién te trajo? —Mark se acerca a ella, pero no la toca.
Ella frunce sus bonitas cejas, ahora sus ojos vuelven a mí, para verme con desprecio. Lleva puesta una bata de dormir, muy sexy, por cierto.
Sí, ella es siempre tan sencilla.
—¿Cómo que qué hago aquí? Cariño, esta es nuestra casa. Desperté y no te vi a mi lado, pero ya veo que estabas ocupado... ¿Quién es esta? No recuerdo haber decorado esta habitación así. —Me señala con el dedo índice.
¿Nunca le dijeron que hacer eso es de mala educación?
Río ante su gesto despectivo y me cruzo de brazos.
—¿Esa? Esa tiene un nombre, se llama Camila. —Mark ahora viene a mi lado, nuestras manos se rozan por accidente, por lo que de inmediato me alejo un poco.
Trago en seco ante tan incómodo momento. Amanda parece querer asesinarme con la mirada, al igual que lo hace con él, quien me mira a mí y empeora la situación todavía más.
—¿Qué te ocurre, Mark? Parece que fueras otra persona, mi amor... Espérame en la habitación y descansa un poco, yo me encargo de esta intrusa que se ha colado en nuestra casa. —Espeta aquello con veneno, tanto que su rostro enrojece.
¿Por qué ambos toman personalidades distintas a las que les di? Es que no comprendo...
—Camila no es ninguna intrusa, ella también vive aquí. ¿Puedes ser un poco más respetuosa, por favor? —El castaño se cruza de brazos.
El rostro de la mujer parece arder ahora, sus ojos casi echan chispas de ira.
—¡¿Pero qué es todo esto?! Has cambiado por completo... —grita histérica.
Dejo el pobre hombre atrás, quien suspira y desvía la mirada, muy frustrado. Me acerco a ella y la encaro de frente con una sonrisa torcida. ¡A mí nadie me pisotea!
—En primer lugar: estamos en mi casa en Miami y aquí no se grita... Y en segundo lugar: Mi nombre es Camila Vega, me da gusto conocerte en persona, no te imaginaba así, el libro se queda corto al describirte. Por cierto, ¿cómo hiciste para salirte de las páginas de una novela ficticia? —No me importa si cree que estoy loca o piensa que ella es quien lo está.
Le tiendo la mano pero no la estrecha, solo me mira atónita, casi horrorizada. Creo que me he pasado diciéndole esto, pero es que ella empezó a tratarme mal y se lo merece.
—¿Qué? —Niega y suelta una carcajada nerviosa. Camina despacio hacia la ventana—. ¿Qué es lo que dices, eh niña? Deberías escuchar las cosas sin sentido que me acabas de decir. ¿Me estas dando a entender que no soy humana? Por los santos, estás loca...
Me encojo de hombros mientras la veo rápidamente abrir las cortinas y gritar horrorizada.
—¿Lo ves? —Me acerco a ella.
—¿Cómo es que...? ¿Qué hacemos en Miami? Esto no puede ser... —Niega y da un paso atrás.
Disfruto ver como ahora su sonrisa de arpía se ha borrado.
¿Pero qué es que lo que me ocurre? ¿Estos son celos acaso? Me agrada solo tener esa idea en mente, una donde ellos se alejan cada vez más y me queda el camino libre. Aunque me siento como una mala mujer de repente, porque no soy una quita maridos ni mucho menos perversa, pero quiero a Mark para mí y eso no me lo puedo negar ni a mí misma.
—Entiendo que es confuso pero... —detengo mi discurso venenoso cuando la veo caer al suelo, completamente inconsciente.
Se desmayó. Sí, a mi también me pasó cuando me enteré...
Mark se pasa una mano por el cabello y se dirige hacia ella, mostrando preocupación.
—Déjala sobre la cama, traeré alcohol. —Me dispongo a ir hacia el baño, ahí está el botiquín.
—No, no hace falta. Cuando reaccione y se vea recostada en tu cama, te va a matar. —La toma con facilidad entre sus brazos, ella parece una muñeca de porcelana—. La llevaré a nuestra..., a su habitación...
Dudó en decir aquello, pero ya lo hizo, y me ha afectado a su paso.
—Okay... —susurro al desviar la mirada y escuchar la puerta abrir y cerrarse después.
¿Por qué me siento tan molesta e inquieta? Esto está mal, muy mal. Ellos demuestran estar muy bien, ella lo llama "cariño" y él se preocupa por ella. ¿Por qué entonces dice que se quiere divorciar?
Es como si una punzada de dolor me atravesara el pecho, no consigo la calma, no consigo frenar estos pensamientos negativos y la marcha acelerada de mi corazón, el cual parece planear una huida y abandonarme a mi suerte.

Siete días con Mark MichaelsWhere stories live. Discover now