CAPÍTULO 28

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Camila despierta enredada entre las sedosas sábanas, con un sabor extraño en la boca. Oh, cielos, parece que bebió mucho la noche anterior. Bosteza y sus ojos caen sobre el cuerpo desnudo de Mark.
—Oh-Di-os-mí-o... —Cubre su boca con ambas manos.
—Hmmm Mamasita... ¿Despertaste? —Mark dice aquello con cierta gracia en el tono de voz.
Ella no deja de apreciar el cuerpo musculoso que se encuentra a su lado. De repente frunce el ceño apenas escucha aquella palabra en español.
—¿Mamasita?
—Anoche me pediste que te llamara así y tú me llamabas papi... Ven aquí, bonita...
Camila se queda con las palabras atoradas en la garganta. Mark la toma de la cintura y la trae hacia su pecho, ambos se quedan acostados de lado.
—No recuerdo nada. ¿Esta es tu casa? —inquiere, un poco confundida.
—Sí, esta es mi casa. —Mark responde, con una sonrisa dibujada en los labios y le roba un beso que se torna intenso—. Yo podría hacerte recordar...
—Sí, por favor... —dice aquello mordiéndose el labio inferior al sentir la lengua de Mark acariciando uno de sus pezones.
De nuevo se sube encima de ella y Camila humedece su feminidad antes que el empiece un vaivén en su interior, provocando que ella enrede las piernas con las suyas y apriete los glúteos firmes de él, que se endurecen con cada movimiento.
—¿Ya recuerdas, hermosa? —susurra en su oído y ella ríe, reprimiendo un jadeo.
—Creo que necesito un momento más para seguir recordando...
Ambos sueltan una carcajada y unen sus labios en un beso desenfrenado.
Mark la pone de espaldas y se introduce en ella, enredando el largo cabello en su antebrazo mientras la embiste delicadamente y luego un poco fuerte. Ambos cuerpos chocan, emitiendo un sonido excitante que llega hasta sus oídos y continúan haciendo el amor hasta que terminan completamente agotados y hambrientos.
Luego de una ducha juntos, van hacia la cocina para preparar un rico desayuno a las once de la mañana. Entre besos y bromas acaban de freír los huevos que ponen dentro del pan y bajan la avena hirviendo de la estufa.
—¿Por qué me ves así? —Camila tose al notar que Mark la observa con cara de ternerito huérfano. Sonríe con nerviosismo.
—¿Así cómo? —Él responde y continúa desayunando, después vuelve la mirada hacia ella—. Lo que pasa es que me siento más enamorado de ti. Si ya me traías pensando en ti todo el día, después de hacer el amor contigo me quedé hechizado...
Ella se lleva un pedazo de pan a la boca, reprimiendo una risita.
—Y tú dejaste de ser tímido desde anoche... Hmm, yo también me siento hechizada, eso no te lo puedo negar. Lo haces tan rico, que cada vez quedo con ganas de repetir. Pero... antes de todo esto, debes saber que he estado enamorada de ti, mucho.
—Lo sé, bonita, y eso no cambiará. Tu también sabes que sentía lo mismo pero, no me atrevía a confesarlo. Tenía miedo de ser rechazado pero mira, ahora estamos aquí juntos.
—Y espero que siempre sea así, cariño. —Ella reafirma aquello.
—Así será, ya lo verás...
Entrelazan sus manos y se unen en un beso cariñoso.
Después de terminar su desayuno, salen a caminar un rato por el centro comercial. Es domingo y pasear es costumbre para casi todas las personas. Al final de la tarde ven una película y luego la lleva a su casa, ya que el día siguiente deben regresar al trabajo...
Hoy es un nuevo día y Mark finaliza la junta con todo el equipo, luego de estar ahí toda la mañana. La sala de juntas poco a poco queda vacía, y Mark toma el brazo de Camila antes que se marche también.
—¿Podemos hablar? —inquiere, un poco nervioso.
Ella se gira sorprendida, su largo cabello se sacude con fuerza.
—Oh, eres tú. Me tomaste desprevenida... ¿Qué tal?, ¿cómo estás, cariño?
Relaja el gesto y sonríe contenta.
—Estoy bien, un poco ocupado, como ya sabes. Pero ya tengo todo listo, ha sido un poco complicado acostumbrarme. Ya le voy agarrando el hilo al asunto... Quería saber si tienes tiempo libre hoy en la noche. Hmm, quiero invitarte a cenar, si gustas. —Se rasca el cuello. Ella lo pone muy nervioso.
Camila sonríe levemente y asiente.
—Claro que sí. Te he extrañado mucho.
El corazón de Mark comienza a latir deprisa.
—¿De verdad? Yo también a ti, hermosa...
Ambos sonríen y se encaminan cada uno hacia su oficina.
La noche llega lentamente, Mark recoge a Camila en su casa y de ahí parten hacia un restaurante cercano, donde tienen una cena muy amena y charlan tranquilamente sobre sus vidas y anécdotas. Al finalizar, la lleva de nuevo a su casa.
—No te vayas, mejor pasa. Quiero mostrarte algo. —Camila propone aquello.
Mark asiente despacio.
—Muy bien...
Apaga el auto y se bajan, entran a la casa caminando. Camila lo lleva hacia el patio trasero, donde hay una especie de cúpula con sábanas blancas alrededor y dentro de este se encuentra un amplio mueble que parece más una cama cuadrada. Es un lugar hermoso, imita al estilo de habitación griega.
—Quería mostrarte este lugar. Aquí vengo todas las noches. Ven, siéntate a mi lado...
Toca el mueble dos veces y se acomoda en el. Cuando ambos se encuentran bien juntitos, ella le pide que mire hacia arriba. Mark se maravilla al observar una gran cantidad de estrellas brillantes en el cielo oscuro.
—Es bellísimo, parece un sueño, ¿verdad? —susurra muy cerca.
De repente, los ojos de él bajan al rostro de Camila y se queda como hipnotizado.
—Lo mismo digo de ti...
También mueve su rostro hacia él y sonríe ampliamente, sintiéndose halagada por el cumplido. Mark toma la barbilla de Camila con los dedos y se acerca a su boca, ella cierra los ojos. Las respiraciones de ambos son irregulares, pero al unir sus labios poco a poco se vuelven acompasadas. Primero un roce y después un beso lento y apasionado que los envuelve en un cúmulo de sensaciones. Se separan un poco y ella recuesta la cabeza sobre su pecho, observando las estrellas con una sonrisa boba en los labios. Acarician sus dedos de forma tímida.
—¿Sabes?, me sucedió algo extraño hace unos días. He soñado contigo...
—Es lindo que sueñes conmigo... Yo también he tenido algunos sueños contigo...
Toca la punta de la nariz de Mark y ambos ríen. Él toma su mano y la lleva hacia su boca, para depositar un pequeño beso.
Continúan viendo las estrellas durante un momento más.
—Pero es que fue diferente... Verás, en mis sueños te he visto junto a mí, vivíamos una historia muy alocada, y recuerdo que teníamos muy presente que nos quedaba poco tiempo juntos... era una sensación inquietante, un temor de perdernos el uno al otro en cualquier momento. Recuerdo que al final de todo, alguien me dijo que te volvería a encontrar... Esos sueños se han quedado en mi cabeza como si fueran recuerdos vividos...
Mientras él sigue contándole aquella peculiar anécdota, siente su cuerpo tambalear y la sonrisa poco a poco se le esfuma. No puede ser posible que él recuerde y sueñe con todo eso. «Este Mark Michaels es diferente, siempre ha vivido en el mundo real. No pueden ser la misma persona, eso no tiene sentido», empieza a dudar de sí misma y cree que ha comenzado a alucinar de nuevo. Busca las medicinas en su bolso y toma una píldora rápidamente, bajo la mirada impresionada de Mark. Él no entiende qué es lo que ocurre, por lo que comienza a sentirse preocupado y trata de calmarla, sin embargo, ella solamente susurra que se vaya y que todo son mentiras de su cabeza. Comienza a ignorarlo, como si no existiera y se marcha a su habitación, dejándolo triste y solo allí...

Siete días con Mark MichaelsWhere stories live. Discover now