CAPÍTULO 16

2 1 0
                                    

—Sí, por eso... Te entendí bien, quiero decir... Vamos a mi casa para hacerlo..., lo de la modificación. —Niego y me adelanto en salir de allí.
¡Debo parecer una pervertida!
—No, no, no. Primero vamos a desayunar, ya después nos ocupamos de eso. Quiero pasar algo más de tiempo contigo ahora que... no te veré de nuevo. —Me toma del brazo y gira hacia él.
—Está decidido entonces. —Desvío la mirada, siento que un nudo en mi garganta y un vacío en el estómago me roban la poca tranquilidad que me queda—. Ya veo...
El ambiente es tenso de pronto. Él solo toma mi mano con delicadeza y me guía hacia la cafetería. No pongo mucha atención a las personas, al menú o a lo que dice Mark, me encuentro perdida en mi inmenso mundo, ese al que imagino sin él. ¿Cómo es que alguien se volvió indispensable para mí en tan solo unas horas? Toda esta situación me sobrepasa, es demasiado intensa e increíble, sobre todo increíble.
—¿En qué piensas? —Toma mi mano.
Aquel gesto de repente me enerva, me hace sentir impotente.
—¿Por qué haces esto? —Niego, mas no suelto su mano, la cual detiene sus caricias sobre mis nudillos.
Me mira atento a los ojos, arruga el entrecejo y niega también.
—¿A qué te refieres?
Exhalo con fuerza, dejo salir todo el aire que retengo en mis pulmones.
—A esto. —Miro nuestras manos con obviedad, pero él no parece comprender—. A esto... ¿Por qué me haces esto cuando tienes tantos deseos de irte? ¿Por qué me besas cuando...? Olvídalo, nos vemos después...
Suelto su mano con enojo. No puedo seguir con esto, siento que me asfixio.
—Camila ven aquí. —Se levanta de su asiento y trata de tocarme, sin embargo, no se lo permito—. ¡Camila!
Lo veo una última vez y me marcho de ahí, dejándolo solo, con el desayuno a medio acabar y un humor de perros. Quizá he sido grosera, pero si me quedaba un momento más, seguro iba a terminar pidiéndole que al menos dejemos que llegue el último día en el calendario y que no se vaya. Hubiera sido toda una patética pidiéndole aquello a un orgulloso como él.
Camino rápidamente y tomo un taxi en la entrada del lugar que me lleve a la mansión, la que ahora es mi casa. A veces me pregunto si en medio de la noche todo desaparecerá de repente y me quedaré durmiendo en mitad de la helada calle...
—Buen día. —Saludo a los empleados con poco interés, no tengo ánimos.
Ellos me observan dispuestos, listos para que yo les ordene hacer algo, pero yo no soy como Amanda.
Ahora me recuesto sobre mi cama, aparto todos mis pensamientos y preocupaciones, rápidamente el cansancio en mi mente me produce sueño y caigo en los brazos de Morfeo

—Señorita Vega... Señorita...
Bianca llama a la puerta de mi habitación por enésima vez.
—¿Qué ocurre ahora? —Me levanto de la silla y dejo la revista de variedades sobre el escritorio.
Abro la puerta, ahí esta el pálido e inexpresivo rostro de Bianca, adornado con su cabello anaranjado.
—El señor Mark no da brazo a torcer y dice que no se irá de aquí hasta no hablar con usted.
Suspiro rendida.
—Bien, dile que pase. Quiero acabar ya con esto...
Me regreso al escritorio y enciendo el computador, busco rápidamente el borrador de mi novela y abro el archivo, llego a la página número cincuenta y tres, ubico de inmediato la primera escena donde aparezco yo como oficial de policía. Observo de reojo a Mark, quien cierra la puerta y se cruza de brazos a mi lado. Estoy muy enojada todavía, no puedo ni verlo porque enseguida recuerdo que se irá y me siento impotente y molesta conmigo misma por fijarme en alguien que prácticamente no existe en realidad.
—Ya tengo todo listo, modifiquemos al personaje y tratemos de regresarte al libro, al fin es lo único que te importa, ¿o no, Mark?
Ahora lo veo de frente, su mirada es suplicante, esconde en ella diversas emociones que no logro identificar.
—¿Puedes calmarte? —Se acerca a mí, pero lo esquivo.
Yo estoy calmada.
—Lo estoy. —Vuelvo la vista al monitor y comienzo a pensar en nuevas características—. Ya empecé a modificar, en unos minutos volverás, o eso espero...
—Como desees entonces... —suspira con pesadez.
No le dedico otra mirada, solo me quedo en silencio y él también. El ambiente es tenso, casi se palpa el espesor en el aire. Cambio rápidamente los rasgos de la oficial, su personalidad por una más seria y dura, bajo la mirada del pelicastaño que me escruta a mi lado. De igual forma solo aparecí en tres capítulos, nadie notará que he modificado un papel secundario. Minutos después termino, guardo la información sintiéndome dudosa, pero al final lo hago por completo.
Noto cierto ambiente extraño de repente, como una especie de confusión, por lo que desvío de inmediato la mirada hacia Mark para ver si sintió lo mismo. Pero ya no está aquí, no se encuentra cerca de mi campo de visión.
Oh, Dios... ¡¿Se ha ido?!
—Mark, oye... ¿En serio desapareciste? —exhalo ruidosamente, me cubro la boca con las manos, ahora el vacío en mi pecho se agudiza. Debí tragarme el enojo y despedirme de él por lo menos—. Mark... ¿Dónde estás?
Me deslizo a lo largo de la puerta, dejando mi espalda recostada a la fría madera, la cual me recuerda la soledad que ahora siento. Observo que sus lentes de sol reposan sobre el escritorio, es lo único que ha dejado para su recuerdo... De un momento a otro las lágrimas comienzan a bañar mis mejillas, tan tibias y saladas, lastimeras una tras otra. Sollozo recordando los pocos momentos que pasamos juntos estos tres días, sus besos y caricias, la forma curiosa como me miraba ya no está, nunca más...
El sol se escondió hace mucho tiempo atrás, dejando la luz de la luna como único consuelo para mi tristeza. Jamás me había gustado tanto un hombre, es el único que hasta ahora ha hecho que mis piernas flaqueen, mi corazón lata desbocado, que mi vida se haya salido de la rutina tan repentinamente y que hasta me agradara tomarlo de la mano, cuando siempre he sido tan agria con mis pretendientes.
Dos toques en la puerta me hacen dar un respingo, pero ni siquiera tengo tiempo de levantarme cuando la abren por completo, por lo que salgo rodando como una pelota sobre el piso y al final cayendo boca arriba como una foca.
—¡Camila! ¿Estás bien? No sabía que estabas ahí, Willy... —Aly deja sus manos sobre las caderas mientras me observa con la boca abierta—. ¡Te viste como una foca, joder!
Suelta una escandalosa carcajada de repente.
—Willy, Willy... ¡De nuevo con eso! —Pongo los ojos en blanco, odio ese horrendo apodo que me tiene.
Acepto que me ayude a levantar despacio. Sin embargo, no cuento con ver de nuevo la mirada que tanto he extrañado desde hace horas.
—¿No te fuiste? —Trago en seco al reconocer que me siento demasiado atraída por él y ya no hay vuelta atrás.
—Recibí una llamada y salí a responder, de ahí tuve que resolver un problema. —Se encoge de hombros y me observa con extrañeza—. ¿Lo modificaste de todas formas? Parece que no funcionó.
Sonríe encantadoramente, robándome el aliento.
Esto es más que atracción...

Siete días con Mark MichaelsWhere stories live. Discover now