Cuidado, los tratos vienen trucados

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Capítulo 4: Cuidado, los tratos vienen trucados

Lizzy despertó al anochecer, lo primero que ella hizo al abrir los ojos fue preguntar por su hija. La mujer, desde que supo que su mamá había dejado su estado inconsciente, intentó entrar a la habitación de todas las maneras posibles y darle un abrazo. Por un momento, Eribec pensó que esa sería la última noche que compartirían juntas, pero gracias al cielo no fue así.

—Con el permiso de las bellas damas— Jon entró a la habitación. Eribec se encontraba allí junto a su madre; una mujer de cincuenta años que en su juventud se caracterizó por ser de las más hermosas del vecindario, pero con el pasar del tiempo, la enfermedad fue deteriorando su aspecto. Ella no tenía cabello, su cráneo estaba rodeado de un pañuelo azul con estampados —Compré manzanas, oí por ahí que eran buenas para usted— le pasó la bolsas a Eribec junto a un cuchillo que también compró.

—¿Pero quién es este joven tan apuesto?— cuestionó en voz baja provocando que el rostro de la mujer se ruborizara.

—¡Mamá!— reclamó sacando una de las frutas, pelándolas con el utensilio.

—Déjala expresar— sonrió —En vista que su hija no me presenta, yo lo hago por mi cuenta: hola, ¿cómo está? Mi nombre es Jon y soy amigo de su hija.

—¿Amigo nada más?

—¿Tiene hambre? ¿Quiere manzana?— Eribec trató de desviar la atención.

—Pero si no estoy diciendo nada malo— gruñó tosiendo —Qué bueno que terminaste con el idiota de Ismael.

—Sí que era un idiota— secundó Jon.

—¿Verdad que sí?

—Que la tierra se abra y me trague— susurró dándole un mordisco a la manzana. Ni siquiera tenían tanto tiempo conociéndose y ya el hombre había conquistado a su madre —Ma', ¿cómo se siente? La veo con mejor aspecto que antes.

—Yo estoy bien, solo fue un subidón que me dio.

—Qué bueno— le besó la mano —Ya verá que muy pronto mejorará.

Una enfermera, de piel morena y cabello rubio frondoso; entró al cuarto llamando la atención de los presentes quienes, en seguida, colgaron la mirada en ella —¿Eribec Pujols?— preguntó leyendo el nombre de la hoja de contactos que tenía en manos.

—Soy yo— se levantó colocando la bolsa encima de una mesita cercana —¿Pasa algo?

—Acompáñeme, el médico encargado de su madre quiere hablar con usted.

—¿Y con esa actitud lo dice?— interrogó Jon.

—Sígame— ignoró al hombre saliendo de la habitación.

—Vuelvo en unos minutos— Eribec le pasó la mano por la frente antes de irse —Es mucho pedir, ¿pero te podrías quedar con ella en lo que regreso?— consultó a Jon, hablándole a una distancia prudente.

—Tú, tranquila.

Sintiéndose preocupada por lo que el médico de cabecilla le tenía que decir, la mujer salió de la habitación. Jon se sentó en la silla que ella antes ocupaba echando un fuerte resoplido, le dolían los pies de estar parado por tanto tiempo. —¿Qué pasa?— le preguntó a Lizzy, ella no le quitaba los ojos de encima —¿Necesita algo?

—¿Tú de dónde apareciste?— no podía con la curiosidad. El joven, al lado de ella, era un hombre apuesto y de buen perfil, mucho mejor que el ex de su hija —Es primera ve que te veo.

—Conocí a su hija hace poco, me ofrecí a traerla y aquí estoy. No me iré hasta saber que usted se encuentra bien— levantó ambos pulgares.

—Eribec siempre se preocupa por mí, ha desperdiciado toda su juventud cuidándome— bajó las cejas —Tú y yo no nos conocemos lo suficiente, pero, ¿me podrías hacer un favor?

Destino inmortalWhere stories live. Discover now