Los días de mi vida

312 18 54
                                    

Capítulo 11: Los días de mi vida

En el transcurso de tres años, Eribec perdió más de lo que podía contar. El fallecimiento de Lizzy fue el golpe más duro que la mujer pudo recibir, sus ojos todavía se llenaban de lágrimas cuando recordaba el día en que la llamaron del hospital notificándole del descenso de la señora.

Al sepulcro no asistieron muchas personas, de parte de Eribec solamente fue Jenn, la amiga que se hizo en uno de los peores momentos de su vida. Y es que, ambas notaron que tenían bastante cosas en común, lo que ayudó mucho en el proceso de su amistad.

Cuando ya faltaban pocos centímetros de tierra para que de una vez por todas, Eribec nunca volviera a ver a su madre, ella se tocó el vientre con las cejas bajas.

Aunque al principio pensó en la alternativa de interrumpir su embarazo, su decisión cambió con el fallecimiento de su madre. Darse cuenta de que estaba sola en el mundo, le hizo adoptar una opinión diferente sobre traer una criatura a él.

No quería estar sola. Sin importar lo egoísta que pudiera sonar eso.

—¿Tú...?— Eribec no odiaba a nadie, al menos no lo hacía antes de conocer a Jon. Ella nunca creyó que se volvería a encontrar con aquel hombre que desapareció de su vida de un momento a otro.

—No puede ser que...

La mujer no lo dejó terminar. Eribec prometió que si en un futuro se volverían a cruzar, ella lo iba a saludar con la mayor de las bofetadas: una que sea tan fuerte como para escucharse a metros de distancia.

Asher observó la situación boquiabierto; también la doctora, que por cierto, se trataba de Jenn. Mientras el primero no recordaba dónde la había visto, y fue después del golpe que lo hizo; la segunda conocía las intenciones de su amiga, pero se sorprendió al ver que el hombre que se trataba de su paciente, era la persona que la había marcado tanto.

El padre de su hijo.

—Entendible— Jon se pasó la mano por la zona del golpe.

—¡¿Entendible?!— reclamó molesta —Después de tres años, ¡¿es lo único que dices?! ¡¿Entendible?!

—¿Él es el mismo Jon del que me hablaste?— le preguntó Lovejoy colocándose a su lado.

—¿Le has hablado de mí?— el hombre sonrió ante esas palabras.

—Sí, es él— frunció el ceño. Ni siquiera en sus sueños, ella imaginó que se sentiría tan enojada como en ese momento —¿Qué te trae por aquí? ¿Vienes a hacerle lo mismo que me hiciste a mí, a otra mujer?

—¿De qué estás hablando?— levantó la ceja.

—¿Te importó tan poco que ya ni te acuerdas? ¡Tú te adentraste en mi vida como un maldito virus y luego te fuiste, te fuiste en el peor momento sin avisar! Me usaste a tu conveniencia para, después de tres años, aparecer como si nada con tu cara de estúpido.

—Jon, como Alich se entere...— le susurró Asher. No era la primera vez que la mujer contaba con espías que no dudaban un segundo en darle información relacionada con su esposo.

—Si te enoja que me haya ido, créeme, de haber sido por mí, no te dejaba— al menos no en tan poco tiempo —Tuve algunos inconvenientes— se encogió de hombros.

—¿Esa es tu excusa?— por cada segundo, Eribec se arrepentía más de haberse enredado con aquel sujeto —Después de todo, ¿es lo único que me dices?

—Señora Pujols— una enfermera interrumpió su conversación —La estábamos buscando, necesitamos que firme el consentimiento para hacerle el procedimiento a su hijo— miró las hojas que la mujer tenía en manos —Ah, ¿ya lo hizo?

Destino inmortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora