Límites

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Capítulo 30: Límites

Antes de la fiesta de máscaras que Jon organizó; Eribec pensó que la peor fiesta fue una a la que asistió hace diez años con su ex mejor amiga Vielka, en la que, a la mitad de la noche, llegaron unos policías y las arrestaron por consumir bebidas alcohólicas siendo todavía, menores de edad.

Previo a esa, no había ninguna que la igualara en lo mala que fue. Empezando por el tema musical, la gente tóxica y los múltiples reclamos de sus padres. Además de que los policías también participaron en los constantes sermones.

No obstante, como todo en la vida, siempre había algo que superaba lo otro. En el caso de Eribec, aquel evento superó por creces una de sus peores vergüenzas de adolescente. ¿Cómo denominarlo? ¿Vergüenza de adulta?

«¿Eres un demonio? ¿Eso eres?».

Cada vez que la mujer cerraba los ojos, la escena de Alich gritándole un montón de incoherencias, se hacía presente. Y es que no solo bastaba con eso, sino que se había convertido en el punto de mira de los invitados, quienes observaban lo que sucedía con aquellos ojos de buitre por debajo de esas máscaras que convertían la escena en una más aterradora.

«Lo que sucedió fue digno de una película de terror», suspiró desanimada.

Como Eribec había quedado con Jon en mudarse al día siguiente, ella simplemente adelantó su viaje desde los Estados Unidos. Sin que el papá de su hijo lo supiera, ellos se mudaron antes de la fecha planeada, por lo que Asher la llevó de regreso a la que sería su nueva casa.

Bastante lejos de dónde vivía Jon, por cierto.

—Gracias por traerme— agradeció abriendo la puerta del auto, ella iba a salir cuando Asher la detuvo.

—No te sientas mal por lo que pasó— le dijo con las cejas bajas. Él esperaba que se desencantara de la actitud de los cena, pero en ningún momento tuvo la intención de que chocara con Alich —Fue antinatural que ella se comportara así. Alich no es la mejor de las personas, pero que reaccionara de ese modo al verte... Fue muy raro. ¿Cómo te conoce?

—¿Crees que Jon le haya hablado de mí?

«Con lo mentiroso que es, no lo creo».

—Lo dudo— negó con la cabeza —Mañana hablaré con él para llegar al fondo de esto.

—Planeo hacer lo mismo— se bajó del auto —Bueno, independientemente de lo que sucedió, me gustó salir contigo— sonrió a lo que Asher hizo lo mismo; le alegraba escuchar que ella le agradó salir con él, pese a que el hombre tenía claro que su relación no trascendería en algo más.

Eribec entró a la nueva casa. Antes de seleccionar el residencial en donde vivirían (porque Jon vio más seguro que no fuera un apartamento), él le pasó un catálogo de casas para que fuera la misma mujer que eligiera el sitio que más le gustara. Ella se decidió por una vivienda con un estilo hogareño: con un pequeño jardín delantero con algunas flores, y un enorme patio trasero para juegos. En su interior, la casa tenía tres habitaciones, dos baños, cocina y una sala junto a su antesala.

Su hogar era mucho más grande que el apartamento en donde vivía, pero tampoco lo suficiente para decir «guao, qué casota». Ella quería sentirse en un espacio acogedor, que le brindara el calor que hace mucho perdió en donde vivía.

«Deberé acostumbrarme», pensó contemplando su alrededor. Por fuera, la casa estaba pintada de crema, mientras que por dentro, tenía un tono melocotón en sus paredes.

Inmediatamente, la mujer entró a la habitación de Aidan. En su corazón sentía un poco de culpa por haberlo dejado en un cuarto nuevo en su primer día. Ella se arrepentía mucho por dejarse convencer de asistir a aquella fiesta que al final le trajo más problemas que beneficios. De solo pensar que por su culpa despidieron a una pobre chica, se le hacía un nudo en el estómago.

Destino inmortalWhere stories live. Discover now