Conectados de nuevo

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Capítulo 10: Conectados de nuevo

Por fin, año 2023.

Hay que admitir que el paso de estos tres años pareció interminable. Muchas cosas cambiaron; del lado de Jon, este pudo conseguir el voto de los representantes y se convirtió en el líder del clan cena a punta de amenazas. Al año siguiente (2021), contrajo matrimonio con Alich Meracena, pasando a ser Alich Aracena, esposa del cabecilla de tan destacado clan.

Si antes los días de Jon eran caóticos, el hombre dio mucho de qué hablar luego de la toma de poder. Él no era indiferente como Víctor, su padre; ni mucho menos accesible como lo fue su abuelo, las órdenes de Jon Aracena eran para cumplirlas y no replicarlas, porque, sino... los «perpetradores del orden» se enfrentarían a un castigo «ejemplar».

En definitiva, el labor consejero de los representantes de las familias se quedó de segundo plano. Jon se apoderó de todo, no había lugar en donde no estuviera: hacía acto de presencia en los contratos internacionales como nacionales, se reunía con administradores y dueños de empresas, gestionaba los gastos invertidos en sus múltiples compañías... Ese hombre lo hacía todo, tener el control de la bodega lo convirtió en un tirano.

—¿A dónde me trajeron? ¿Qué hago aquí?

Hace tres meses, Jon fue notificado de un evento irregular que estaba sucediendo en una de las tantas empresas a disposición del clan, la misma de pesca de animales exóticos. El gerente de la misma, Emil Andújar, junto al contable, enviaron reportes sospechosos durante un año entero acerca de las ganancias generadas al mes.

Un empleado anónimo mandó pruebas a la oficina de Jon comprobando lo mucho que el hombre, en compañía de su secuaz, ejercía abuso de confianza con los activos que llegaban a sus manos.

En pocas palabras, le estaban robando.

—Mantenga silencio, el honorable líder está por llegar— contestó un joven alto y uniformado, de piel morena y cabello trenzado, él se encontraba a su lado.

Andújar estaba sentado en una mesa cuadrada, enfrente de él había una silla vacía que era de suponer que le pertenecía a Jon. El hombre de cincuenta y tantos años, de complexión gruesa y con un poco de calvicie, miró a su alrededor sin distinguir nada debido a lo oscura de la habitación.

La única luz en el cuarto, era proporcionada por una de esas lámparas de mesa que solo permitía mirar el rostro de las personas cercanas.

—¿De qué habla?— fue llevado allí en contra de su voluntad. El sujeto se escondió en Bolivia hasta que lo encontraron y trasladaron a un sitio desconocido para él —¡El que me tengan encerrado significa un grave atropello contra mi persona! ¡¿No sabe que esto es un delito, acaso sabe quién soy?!

—Emil Andújar, la rata escurridiza— se acercó más viéndolo fijo a los ojos, aquella mirada castaña intimidaba a cualquiera —¿Creíste que podrías escapar de nosotros? El clan cena tiene ojos en todas partes.

—¿Un escape? No entiendo nada, yo-yo no he hecho nada— claro que lo había hecho —Escuche, no soy ninguna rata; soy fiel al distinguido líder, nunca me atrevería a faltarle el respeto.

—¡Denle la bienvenida a Jon Aracena, líder del clan cena!— gritó otro uniformado desde fuera. El traje consistía en una camiseta negra por debajo de un chaleco antibalas en conjunto con un pantalón ancho de estilo militar y unas botas del mismo color. La mitad de su rostro estaba cubierta, y en sus ojos portaba un par de lentes oscuros para evitar que los enemigos lo reconocieran.

El que estuvieran en una habitación a oscuras no importaba, debían mantener su identidad si es que querían servirle al clan.

—¿Aracena, está aquí?— preguntó nervioso. En un parpadear de ojos, empezó a salirle sudor en todas partes, ni hablar del modo en que su mentón comenzó a temblar —Dígame, ¡¿cuánto quiere para sacarme de aquí con vida?! ¡Le daré lo que me pida!

Destino inmortalWhere stories live. Discover now