Esclavos del destino

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Capítulo 12: Esclavos del destino

Desde que Jon recibió el aviso del nacimiento de su hija, él salió rápidamente del hospital y en lo que iba de camino, compró un boleto de avión con destino a su país.

Lo peor para el hombre estaba sucediendo. Primero, se enteró de la existencia de un hijo impuro y segundo, se perdería del tan ansiado nacimiento de su bebé.

La situación le parecía inconcebible. Jon culpaba a Alich de lo prematuro de su parto, lo primero que haría al llegar, sería reprocharle por lo que supuestamente hizo para adelantar la llegada de la criatura.

Se suponía que el embarazo transcurría bien, él no entendía qué fue lo que sucedió en su ausencia. A la única conclusión que llegó fue que su esposa tenía algo que ver con lo que pasó.

—¿Dónde está Alich?— preguntó al llegar a la clínica. En la sala de espera estaba Olive; la prima de Alich, una joven rubia de veinte, con la que Jon había tenido algo de una sola noche tiempo antes de que el mismo se casara con la que se convirtió en la madre de su hija.

Ella no se encontraba sola. Taracena también estaba ahí a la espera de que su amiga, y quien por mucho tiempo se trató de su interés romántico, estuviera bien luego de un proceso tan estresante como una cesárea.

—La van a mover a una habitación común. Todo salió bien, gracias al cielo— suspiró la chica.

—¿Que todo salió bien? Mi hija nació prematura, ¡¿eso está bien para ti?!— cuestionó furioso. Desde el auto echaba chispas de enojo.

—Miles de niños nacen prematuros en el mundo, Jon— arrugó la frente —Lo que hay que agradecer es que tanto Alich como la bebé están bien dentro de lo que cabe.

—¿El señor Jon Aracena no ha llegado?— una enfermera salió de los pasillos, ella se dirigió a las personas presentes.

—Soy yo— contestó el hombre poniéndose enfrente de ella —Mi hija, ¿cómo está?

—La pusimos en una incubadora, tendrá que permanecer allí durante varias semanas. Por favor, acompáñeme para que el médico a cargo le explique todo con más detalle.

—¿Cómo que en una incubadora?— su nivel de estrés aumentó a niveles extremos —¡¿Dónde está mi esposa?!

—Señor, tranquilícese.

—Repito, ¿en qué habitación se encuentra mi mujer?

—En la doscientos cinco.

Jon abandonó el sitio, sin mirar atrás, se dirigió al cuarto mencionado y abrió la puerta tan rápido que espantó a Alich, la cual estaba acostada en la cama. La mujer no tenía ánimos, lo único que quería era descansar lo suficiente tras un día angustiante.

—Jon...— respiró profundo —¿H-Has ido a ver a Melody? Estoy muy preocupada, no la he visto, no sé nada de ella. ¿Dónde está mi bebé? ¿Le pasó algo?

—Está en una maldita incubadora— se acercó con el ceño fruncido —Se supone que mi hija nacería a finales de octubre, ¿qué es esto?

—No lo sé, de repente sentí un fuerte dolor en el vientre y cuando miré hacia abajo, la sangre corría por mis piernas. Es lo último que recuerdo.

—¡Maldita sea, Alich!

—¡¿Qué?! ¿Qué pasa?

—¿Cómo que qué pasa? ¡Tenías una sola misión y era llevar bien el embarazo de mi bebé! Ni eso pudiste hacer bien.

—Primero, no es «tu» bebé, es nuestra— tomó aire —No tienes idea del dolor que tuve que pasar como para que ahora me vengas a reclamar por algo que se me salía de las manos. ¡Es injusto!

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